Lo besé con intensidad, sintiendo cómo sus manos se aferraban a mi cabello mientras nos entregábamos al deseo. Me dejó sin aliento antes de empujarme suavemente hacia atrás.
"No, nena, no ahora," dijo Dareck con firmeza.
Lo observé mientras ajustaba su traje negro, delineando sus músculos y pectorales. "Qué guapo te ves, papi," murmuré.
"Mierda, nena, sei un peccato che voglio commettere. Perché sei dannatamente una dea," dijo Dareck en italiano, su voz ronca resonando en la habitación.
(" Eres un pecado que quiero cometer. Porque eres jodidamente una diosa.")
"Sabes, linda, vámonos ya," dijo Dareck, rompiendo el momento íntimo.
Recordé la discusión sobre mi short y no pude evitar sonreír tontamente. "¿Qué me pasa? Estoy perdiendo la mente por este jodido dios griego. Tengo que aceptar que Dareck es como una droga, apenas la pruebas y te vuelves adicta," pensé para mí misma. "¿Qué te está pasando, Daphne? Me estoy volviendo loca, estoy hablando con mi mente. Me estoy enamorando del hombre más grosero y egocéntrico. Estoy cayendo en las garras del tigre."
"Justamente mi lado malo me dice que folla bien y que me hace llegar al límite," agregué, sintiéndome vulnerable.
Sentí que Dareck me tocaba el hombro suavemente. "Nena, te estoy hablando. ¿Qué pasa? ¿Por qué sonríes?" me miró con seriedad." Pareces, una maldita loca"
Reí suavemente, sintiendo la tensión disminuir. "Yo, maldita loca," dije entre risas. "Eres tú el maldito posesivo aquí."
Dareck me miró con complicidad. "Ya, linda, era broma," dijo, tratando de romper la tensión con un gesto amistoso.
Me monté en el asiento del copiloto del hermoso Bugatti de Dareck, pero él me interrumpió de inmediato. "Ni lo pienses, nena, esta vez yo manejo," dijo con una sonrisa burlona.
"Ni quería," le respondí con un puchero, provocando que se riera con esa voz gruesa que pone los pelos de punta.
Intenté pensar en cosas más saludables mientras observaba por la ventana el gran bosque verde pasando. Londres, con sus calles bulliciosas y elegantes, parecía un escenario vibrante bajo la luz del atardecer. Dareck estacionó el auto en el centro comercial y nos dirigimos hacia el gran edificio lleno de tiendas hermosas. Las miradas de todas las personas se volvían hacia nosotros, y no era difícil entender por qué. Dareck, con su traje negro impecable y escoltado por Joseph y Lucas, destacaba enormemente.
"Dareck, me siento rara," le confesé mientras caminábamos.
"Linda, tú eres mi puta diosa, no tienes por qué tener miedo," me dijo con un beso en la frente.
Entramos en una tienda de lencería, y antes de que pudiera protestar, Dareck ya estaba eligiendo prendas con una seguridad que no conocía. Las mujeres miraban a Dareck embobada mente mientras él seleccionaba todo con una mirada de deseo. Pagó por todo antes de que pudiera objetar.
Nos dirigimos luego a otra tienda de ropa. Creo que estaba más feliz él que yo. Me mostró unos vestidos bonitos, pero le dije que no y elegí unos más provocativos. Él insistió en su elección con una mirada oscura que me dejó sin palabras.
"Eliji pocos conjuntos y vestidos, cariño. Esto es suficiente para ver a tus padres mañana," le entrego las compras a Marco y Lucas.
Además, me fijé en Joseph y Lucas, quienes parecían cansados de llevar todas esas compras. "¿Cómo van a estar tan cansados esos haraganes si ni pesa?" le dije sarcásticamente, con una mirada burlona.
"Dices eso porque no lo llevas tú," respondió Dareck con una sonrisa irónica.
"No, nena, no me conoces. No es por nada que tengo este cuerpo," agregó con una sonrisa pícara.
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"Todo en esa noche"
Teen FictionEn las sombras de la ciudad de Roma, donde los secretos se entrelazan con los susurros de la noche, surge una historia de amor y peligro que desafiará los límites del corazón humano. Dareck Cullen, un mafioso italiano con un pasado oscuro y un prese...