capitulo 14

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El Señor de las sombras

Después de despertar, tomé un mapa familiar de la antigua oficina de mi padre. Este mapa detallaba la ubicación exacta de cada rama de la familia, y mi destino era la gran incógnita.

Con el mapa extendido sobre el escritorio, me sumergí en su trama. Durante horas, leí y observé cada línea, cada símbolo. Finalmente, la respuesta se reveló: la Fortaleza de los Dragones se alzaba en los picos de la Perdición. Según el mapa, estaba protegida por un imponente muro que rodeaba toda la montaña. En su interior, la segunda rama de la familia vivía en un castillo que parecía sacado de leyendas antiguas.

Antes de partir de la mansión, mi madre me detuvo— ¿No tomarás un caballo del establo?—preguntó.

Negué con la cabeza— Cuando un espadachín forja un vínculo con su caballo, no puede montar otro. Incluso si el caballo muere, el jinete no podrá montar otro. Y viceversa: si el jinete muere, el caballo no permitirá que nadie más lo monte.

Mi madre frunció el ceño— El camino será muy largo. La Fortaleza de los Dragones queda en la otra punta del continente.

Sonreí con determinación—No importa cuánto tarde. Llegaré y regresaré, con o sin dragón.

En los primeros días de caminata, avancé bastante a pesar de ir a pie. En el camino, me crucé con muchos ladrones a los cuales terminé robando yo a ellos, obteniendo bolsas rellenas de monedas de oro y plata. Era suficiente para comprar unos cuarenta de esos deliciosos sándwiches que vendía ese señor en la capital. También me topé con algunos elfos a quienes salvé del ataque de Goblins y orcos.

El jefe de la aldea me agradeció por salvarlos, ya que ese pueblo no tenía la costumbre de luchar.

—No se preocupe, vaya a la capital de Eldoria y hable con el príncipe William. Estoy seguro de que él estará encantado de ayudarlos.

Luego de despedirme, seguí camino al sur. Aún me faltaba mucho camino por recorrer, pero lo malo era que ya estaba muy cansado y hambriento. La determinación ardía en mi pecho mientras continuaba mi viaje hacia la Fortaleza de los Dragones.

Después de días de caminata, mis pies estaban cansados y mi estómago gruñía. Me encontraba en un bosque frondoso, rodeado de árboles altos y misteriosos. El aire olía a tierra húmeda y hojas caídas. A lo lejos, escuché el aullido de un lobo solitario.

Decidí descansar junto a un arroyo cristalino. Me quité las botas y sumergí mis pies en el agua fría. Cerré los ojos y me dejé llevar por el sonido suave de las hojas moviéndose con la brisa. ¿Qué me depararía el futuro? ¿Encontraría la Fortaleza de los Dragones?

Al día siguiente, continué mi viaje. El terreno se volvía más escarpado y peligroso. Atravesé desfiladeros estrechos y puentes colgantes. En una ocasión, me enfrenté a un grupo de bandidos que intentaron robarme. Pero mi espada y mi determinación prevalecieron, y los dejé atrás, aturdidos y derrotados.

Una noche, acampé cerca de una hoguera. Miré las estrellas y me pregunté si mis antepasados también habían recorrido este camino. ¿Habían enfrentado dragones? ¿Habían luchado por su legado?

Al amanecer, la luz dorada se filtraba entre las hojas de los árboles, creando un mosaico de sombras en el camino de tierra. Fue entonces cuando lo vi: un anciano de barba blanca y ojos sabios, su figura recortada contra el fondo del bosque.

El aire estaba fresco y húmedo, y el aroma a tierra y musgo llenaba mis sentidos. El anciano se acercó con pasos lentos pero seguros, su bastón golpeando el suelo con un ritmo constante. Sus ojos parecían contener siglos de sabiduría, y su mirada me atrapó como si leyera mis pensamientos.

El resurgir del ultimo DrakoitarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora