capitulo 39

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Entre Mundos, espíritus y sombras-parte 1

Con la madre de Aiden

Una vez que me sentí lo suficientemente fuerte como para levantarme, los recuerdos de lo que ocurrió antes de que Michel me sumergiera en ese sueño eterno volvieron a mí. Recordé la tristeza infinita que habitaba en sus ojos, esa soledad que no podía esconder detrás de su inmortalidad. "Tú me diste el poder de despertar y estar con mis hijos... ahora, yo también te daré un regalo, Lord Michel", pensé, plenamente consciente del acto que estaba a punto de cometer.

La luna colgaba alta en el cielo aquella noche, bañando el mundo con su luz plateada. El viento frío susurraba como si conociera los secretos de lo que estaba por ocurrir. Sin dudar, partí hacia las ruinas del castillo Nixblade, un lugar olvidado por la mayoría, pero cuyas piedras aún guardaban el eco de la tragedia y el poder que una vez lo gobernaron.

Al llegar, las imponentes torres en ruinas se alzaban ante mí, desgastadas por el paso de milenios. El castillo parecía un espectro del pasado, devorado por la naturaleza, pero aún dominando el paisaje con su antigua majestad. Búhos y murciélagos sobrevolaban la estructura, como si custodiaran un secreto arcano.

Los restos de un jardín antiguo, apenas visible entre la maleza y las sombras, se extendían antes de las escaleras. Respiré profundo. Sabía que el ritual debía realizarse aquí, donde todo terminó para la familia Nixblade. Invoqué la magia ancestral que Michel había dejado a mi alcance, cerrando los ojos mientras las palabras prohibidas surgían de mis labios.

 Invoqué la magia ancestral que Michel había dejado a mi alcance, cerrando los ojos mientras las palabras prohibidas surgían de mis labios

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El aire se volvió más denso, cargado de energía espiritual, y la tierra misma comenzó a vibrar bajo mis pies. Las ruinas del castillo reaccionaron. Las piedras, dormidas por siglos, empezaron a iluminarse con una luz tenue, azulada, como si la historia del lugar reviviera a través de la magia que yo manipulaba. En ese instante, sentí una presencia oscura y poderosa. Era como si los fantasmas de los que cayeron aquí hace millones de siglos aún observaran.

El ritual continuaba, y cuando pronuncié las últimas palabras, un rayo de luz surgió desde el suelo, envolviendo mi cuerpo. Sabía lo que significaba: mi alma estaba siendo transportada, no físicamente, sino espiritualmente, a un lugar más allá de lo terrenal. Me dejé llevar, sin oponer resistencia, mientras mi consciencia se disolvía en esa energía.

Al abrir los ojos, me encontraba en un bosque distinto, un lugar fuera de la realidad como la conocemos. El Bosque de los Espíritus. Todo estaba impregnado por una niebla suave, y las almas de los árboles susurraban canciones olvidadas, mientras luces etéreas flotaban en el aire. La calma era abrumadora, pero a la vez, sentía una gran energía fluyendo a través de mí. Caminé por un sendero invisible, guiada por fuerzas más allá de mi comprensión.

Entre los troncos antiguos y retorcidos, una figura surgió de la niebla: una mujer de gran porte, con cabello oscuro como la noche y ojos que brillaban con un fuego tenue. No necesitaba que dijera nada, lo supe al instante. Ella era la madre de Michel. Sus rasgos eran un reflejo del hijo que había perdido y, al mismo tiempo, emanaba una paz que contrastaba con la oscura soledad que él proyectaba.

El resurgir del ultimo DrakoitarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora