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Los primeros indicios de invierno comenzaban a evidenciarse en el norte de Westeros. La suave y casi imperceptible nieve formaba colchones blandos que poco a poco comenzaban a transformarse en superficies duras al tacto. Los niños ya no jugaban a brincar en la nieve, y ____ lo confirmó cuando saltó de un árbol a un montículo justo debajo.

—¡Mierda! Papá creo que me partí la columna, no podré ir contigo.—

—Ya, deja eso.—

____ bufó frustrada apenas el hombre la tomó del brazo con tal facilidad que pareció tratarse de una muñeca. La dejó en el camino con cuidado, sacudiendo vagamente la nieve de su cabello

—De verdad, papá... No quiero ir ¿Por qué tengo que ser yo? ¿Por qué no Juliard?—____ aplastó su cabello desganada, cubriéndolo enseguida con una capucha tan pesada como sus propios pies.

—Tal vez sea mayor, pero tu hermano... Sabes que es muy débil, enfermará enseguida con el cambio de clima.—

—Pero es hombre, tu heredero por derecho.—

—Mi heredero será quien yo determine que lo sea... Y esa serás tú.—

____ sonrió al sentir que su padre le daba una palmadita en la espalda.

—Bien... Pero no intentes casarme con ningún viejo asqueroso. O mamá se enterará.—

La casa Andwin no poseia un título que resonara mucho en Westeros, pero los norteños sabían muy bien las historias sobre los moradores de las montañas.

Y por primera vez en años, la casa de las nieves había decidido participar en un evento social.

¿La razón?

Encontraron un nuevo mineral en el corazón de la montaña, uno que sería de gran valor en manos de herreros habilidosos... Herreros que no poseían en Howling Peaks.
Querían comercializar su materia prima y, como deseo más personal de Edward Andwin, quería que la casa se abriera un poco más. No quería que sus hijos vivieran apartados de todo.
Y esta era la oportunidad perfecta para ambas cosas.

~•~

—Hace tanto calor... Y el sol se ve tan... Despejado.—

____ miraba con cierta fascinación como el clima poco a poco comenzaba a cambiar.
Las imponentes montañas nevadas poco a poco fueron quedando atrás, y una llanura verde comenzaba a expandirse en el horizonte. Era bellísimo, algo nunca antes visto por los ojos de la joven doncella.

—Estamos a mediodía del lugar de encuentro, descansaremos aqui.—

Edward le indicó a la docena de hombres que viajaban con el que se detuvieran.
Llevaban muchos días andando, y por primera vez en todo ese tiempo, sintió que el clima y circunstancias eran perfectos para reorganizarse y tomarse un descanso.
Se cambiaron las ropas, se guardaron las pieles y los caballos fueron revisados.
Pero ____ estaba muy emocionada como para solo sentarse a mirarse las caras con sus guardias, así que pidió permiso para ir a explorar un poco. Edward fue claro y conciso.

—Hasta el arroyo y te vuelves. Cuidado. Ante la duda...—

—Golpe sin duda, si.—____ tomó las cantimploras, colgándolas de su hombro. Luego su espada, la cual acomodó en su cintura.

A paso ligero, se dirigió hacia el arroyo. Su mirada se paseaba ansiosa por todo lo que la rodeaba.

El pasto era tan verde...
La brisa tan cálida...
Los benditos insectos...

Su mente estaba tan saturada de sorpresas que apenas notó a una persona junto al arroyo, se detuvo de golpe con cierto temor.
Un muchacho de aspecto algo frustrado revisaba la orilla del agua, al parecer buscaba algo.

Un muchacho de aspecto algo frustrado revisaba la orilla del agua, al parecer buscaba algo

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~• El Cuervo En La Nieve (Benjicot Blackwood x lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora