IX

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Después de que ese carro llegara desde las montañas aquella tarde, los siguientes cuatro días llegaron los grupos restantes.
Todo había salido perfecto, tal cual ____ lo había planeado.

—Bueno, lord Blackwood... espero que sus herreros sepan sacar lo mejor de estos minerales.—

_____ miraba la enorme montaña de minerales frente a la herrería, donde algunos hombres cargan palas y las lanzaban a un horno de fundición.

—Mandaré a hacer algo para usted también, milady.—Samwell se acercó—. Por cierto, no me has dicho el precio... El pago por la materia.—

—¿Pago?... No le doy esto como comerciante, sino como aliada. Mi padre se volvería loco si se entera que le saqué siquiera una moneda de cobre a su buen amigo.—

—Aún así... es mucho. Tiene que haber algo que pueda ofrecerte, al menos como signo de agradecimiento.—

La chica lo meditó unos segundos.

—¿Qué le parece una promesa?—el hombre la miró con curiosidad—. Las armas que forjen aquí no serán usadas en una guerra sin sentido...—miró de reojo a Ben—. Eso incluye discusiones por rocas.—el chico resopló con gracia.

Después de toda una tarde de relajación en las tierras de los Blackwood, la noche finalmente llegó. Y a primera hora en la mañana, ____ ya estaba con el grupo de hombres totalmente alistados para partir rumbo a sus montañas nuevamente.

—Sé que las cosas están algo complicadas con la reina a la que le deben devoción y el supuesto usurpador, Ben...—la chica pensó bien cómo iba a decir aquello—. Pero quiero que sepan que pueden contar conmigo y con mi pueblo para lo que necesiten.—tomó sus manos y Ben se exaltó de inmediato por el tacto—. Por favor... tengan cuidado. No vivimos exactamente cerca. Tenemos dos días hasta que la lechuza envíe un mensaje y tres días a caballo hasta que yo pueda llegar aquí con ayuda.—

Ben sonrió apenas, presionando un poco las manos que tomaban las suyas.

—Esta bien... estaremos bien. Te escribiré cartas todos los días... o bueno, día por medio para no sobreexplotar a Hedwig.—la chica sonrió.

—Cada dos días entonces, Hedwig ya no es tan joven como antes.—

____ lo abrazó enseguida, y Ben no tardó en corresponderle.

—Que los dioses iluminen tu camino, Ben... Cual luciérnagas en la oscuridad.—

~•~

—Qué lees?—

Edward entró al pequeño cuarto que su hija usaba como sala de reuniones, notando que leía unos pequeños papeles.

—Noticias de King's Landing. El último día que estuve en Riverlands pagué los servicios de un mensajero... Le encargué informarme de toda noticia relacionada al trono de hierro.—

—¿Ahora te interesa?—____ le entregó el papel

—Me interesa que nuestros amigos no mueran, papá... Es todo.—

Al parecer los verdes y negros estaban comenzando a buscar aliados, dónde ubicarlos... la guerra estaba cada vez más cerca.

—¿tú qué opinas, papá?—____ miró a su padre preocupada.

—¿Pide mi consejo, señora de la montaña?—la chica relajó su semblante.

—Si, lord mano... ¿Cuál es tu opinión respecto a esto? ¿Crees que tu visión de abrirnos al mundo incluía una guerra?—

—Dije que quería abrirnos al mundo, no que sería sencillo.—Edward acunó el rostro de su hija con cariño—. Piensa... ¿Qué te preocupa?—

—Pues Ben... Que algo le pase.—

—¿Y tú podrías evitar que algo le pase?—

—No sé... ¿Tal vez?—

—¿Cómo?—

____ frunció el ceño, sabía a dónde su padre quería llegar.

—Dijiste que no me metiera en peleas que no me involucran.—

—¿Pero si involucran a un amigo?—el hombre pellizcó sus mejillas con cariño antes de soltarla.

—Eres una pésima mano.—

—¿Me estás echando de mi cargo?—

____ se sentó nuevamente, mirando las notas. Pero su mirada se desvió a los estantes, donde los regalos de Ben aún estaban.

—... No sé qué opinar de Rhaenyra... Pero los Blackwood tendrán nuestro apoyo.—

Edward miró con una sonrisa como su hija tomaba un papel y comenzaba escribir, probablemente una carta para Benjicot.

~•~

____ subió hasta la torre de lechuzas, en busca de Kili. Después de todo, Hedwig había quedado con Ben.

—Hola, pequeñin. Necesito que le envíes algo a lo Blackwood.—

La chica le extendió la mano a la lechuza, pero justo cuando Kili subió, notó que un cuervo descansaba en los nidos. Se lo veía demasiado quieto.

Se extrañó y preocupó con aquello, pues no era para nada un clima que él pudiera soportar.

Dejó a Kili de momento y tomó al ave en brazos. La prioridad era hacerlo entrar en calor.
Se dirigió a su casa y se acomodó frente a la chimenea, acurrucando al pequeño con unas mantas.

—¿Qué animal salvaje trajiste hoy?—su madre se arrimó con curiosidad, pues la última vez que vio a su hija asi, tuvo a un hurón dando vueltas por la casa una semana.

—Es un cuervo.—la sonrisa de la mujer se desvaneció un poco.

Recién cuando ____ notó que el animal comenzaba a moverse un poco más y que había entrado en calor, pudo quitarle la nota. Tenía el sello de la casa Blackwood. Asi que supo que era el mensajero pago.
La preocupación se instaló en su pecho.

¿Qué tan urgente era el asunto que tuvo que enviar a un pobre cuervo al medio de las montañas heladas en tan fría época del año?

Desplegó el papelito enseguida y lo leyó.

"Solo son rumores, pero de buena fuente. los Bracken planean atacar a los Blackwood por su lealtad a la princesa Rhaenyra"

—No puede ser... ¡Papá!—

Anna miró asustada como su hija salía corriendo de la casa, dejando a la apenas recuperada ave junto al calor del fuego.

Anna miró asustada como su hija salía corriendo de la casa, dejando a la apenas recuperada ave junto al calor del fuego

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~• El Cuervo En La Nieve (Benjicot Blackwood x lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora