XXXIV

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Escribir chanchadas siempre me deja dudas. Nunca sé si quedan bien.
Espero su feedback eh 🤨.
Al final, díganme qué les pareció

—Perdimos mil hombres, ganamos la lealtad de otros cinco mil

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—Perdimos mil hombres, ganamos la lealtad de otros cinco mil... Son buenos números.—

—Hubo pérdidas, eso no es bueno.—Cregan miró a la mujer, que miraba algo distraída como cargaban a sus muertos en carretas.

—Pues asi es la guerra, compañera... Acostúmbrate.—____ asintió vagamente.

En cierto punto, Ben se acercó acompañado de Thomas. Diciendo que volverían a Raventree. Solos.

—¿Por qué?—

—El nuevo lord Bracken promete paz... Se hará una asamblea con todos los señores de los ríos... asi que tengo que ir.—Ben miró a la chica—. Te diría que me acompañes, pero debes ir con Cregan para acomodar a los nuevos hombres... No podemos perder tanto tiempo.—

—... Aún así...—

Ben tomó su rostro, aún algo sucio de sangre y lodo. Lo acunó con cariño.

—Es difícil para mi decir "vete sin mi", así que no lo hagas peor...—se acercó más a ella, y su nariz rozaba la ajena—. Voy a apurar el asunto, así volveré contigo cuanto antes... ¿Bien?—

Ese Ben, justo el de ese momento, era el Ben de siempre.
Pero ____ no podía dejar de pensar en el de la batalla.
Y sentir esas manos tocándola de nuevo...

—Te estaré esperando entonces, Ben.—lo vio sonreír.

~•~

Cuando llegaron a Harrenhal, ____ pidió darse un baño. Fue lo primero que hizo. Luego trató su mano.
Al principio la joven estaba algo ida, en las nubes. Pero cuando sus hombres comenzaron a acercarse, a hablar e interactuar, fue bajando a tierra.
Ayudó a tratar a los heridos, charló con los Bracken recién aliados y comió con todos a gusto, intentando mostrar su lado más amable.

—¿Segura de que no quieres ir a dormir? Ya es tarde.—Cregan miró a su amiga, quien se hacía bolita en la silla.

—Tal vez... Ben llegue más tarde.—bostezó—. Quiero esperarlo.—

—Vaya a descansar, señorita. Mañana tenemos mucho que hacer.—

____ no volvió a negarse. Se levantó con pesadez, y tras despedirse vagamente, se retiró a su cuarto. No sin antes revisar que la chimenea de Ben estuviera encendida.

Si venía tarde, tenía que estar calentito.

Encendió el fuego, acomodó un poco el desorden que tenía y se marchó a su cuarto.
La joven se despojó de sus vestimentas, cambiándola por un simple camisolin de delicada tela. Dejó su ropa sobre una silla y se deslizó bajo las sábanas.
El cansancio que la había tenido tan cabizbaja se evaporó al apoyar la cabeza en la almohada. Se sintió frustrada.

~• El Cuervo En La Nieve (Benjicot Blackwood x lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora