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Miraba el reloj de mi muñeca para revisar que iba con tiempo de sobra al entrenamiento. Ese día la clase había acabado más tarde y me asustaba que Dosie me riñera por llegar tarde. Al cruzar el umbral del pabellón donde se encontraba la pista de voley, el ambiente era completamente distinto al que solía ser. Las chicas parecían esperar a su turno para usar la cancha y calentar mientras observaban a los chicos fijamente... O bueno, mejor dicho, a un chico. Me acerqué a Giselle para preguntar qué estaba pasando, aunque algo podía verme venir cuando Sunoo no agitó su mano alegremente en mi dirección para saludarme, sino que me guiñó un ojo. 

Pestañeé un par de veces para digerir aquel gesto y fruncí levemente mi ceño por la reacción que tuvo cuando golpeó la pelota para que cayera entre las líneas del campo contrario y esta cayó fuera. La forma tan agresiva que tuvo de quejarse me hizo sentir incómoda, y sentía que no era la única. KeonHee también lo miraba ciertamente extrañado por su notable cambio de la noche a la mañana. Rodé los ojos y avisé a Giselle de que iría a cambiarme para unirme a ellas en el calentamiento. 

Una vez en el vestuario, escaneé con mi mirada el lugar y no había ni rastro del macuto de Sunoo. Eso sólo podía significar una cosa, y era que se había cambiado en el vestuario de los chicos. Mi cabeza daba vueltas de un lado a otro, por lo que me senté en uno de los bancos para aclarar un poco lo que estaba pasando. Quizá sólo habían sido una serie de coincidencias, sería eso... Me cambié al uniforme del equipo y salí del vestuario recogiéndome el pelo con las manos. La mirada de Sunoo se clavó en mí rápidamente y con su mano hizo un gesto que me dejó completamente perpleja: su pulgar y su índice se juntaban hasta hacer un círculo y sus tres dedos restantes estaban elevados. No podía estar diciéndolo en ese sentido... O eso creí hasta que observé como asentía con la cabeza y fruncía sus labios hacia abajo en una mueca llena de satisfacción. 

Giselle y Dosie se giraron para seguir la mirada de Sunoo y se sorprendieron de la misma forma que yo cuando vieron que el gesto era nada y menos que para mí. Yo miré a mis compañeras de equipo sin poder creerlo. ¿En qué momento se había vuelto tan desagradable? Quizá había descubierto qué personalidad debía adoptar para que los chicos no le molestaran, pero... ¿No era algo asquerosa?

En cuanto el entrenamiento terminó para el equipo masculino y las chicas por fin podíamos usar los dos lados de la cancha, pude ver por el rabillo del ojo como Sunoo se adentraba en el vestuario de chicos, dando un leve golpe en la pared antes de ...

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En cuanto el entrenamiento terminó para el equipo masculino y las chicas por fin podíamos usar los dos lados de la cancha, pude ver por el rabillo del ojo como Sunoo se adentraba en el vestuario de chicos, dando un leve golpe en la pared antes de entrar. Dosie se acercó a mí para preguntarme en calidad de líbero y amiga. 

—¿Ha pasado algo con él?
—No tengo ni idea, Dosie. Ayer por la tarde estuvimos bien, incluso me acompañó a casa. 
—Entonces, ¿qué diablos le pasa a ese mocoso?

Me encogí de hombros ante su pregunta, que asumí retórica, y volví a centrarme en el entrenamiento, no quedaba mucho para irnos a casa. El balón pasaba la red entre Giselle y yo, de unas manos a otras, mientras mis pensamientos en mi cerebro se movían tal y como aquella pelota lo hacía. Había tantas cosas que no me cuadraban que era incapaz de limpiar mis pensamientos. Por eso Sunoo no salía de mi cabeza, porque no entendía que estaba pasando por su mente al creer que aquella era la forma perfecta de comportarse. Giselle remató la pelota con intención de que la golpeara con el antebrazo para salvarla o para que saltara a bloquearla, sin embargo... Estaba demasiado distraída como para darme cuenta de eso y la pelota golpeó mi rostro con fuerza. 

El gimnasio se quedó en silencio y mi rostro enrojeció a unos niveles indescriptibles por la vergüenza que me recorría de pies a cabeza. Miré a Giselle a través de la red con la mirada más apenada que mis ojos pudieran mostrar y ella me devolvió la mirada con un gesto parecido a... ¿Secarse la nariz? Llevé mi mano a mi nariz para encontrarme con las yemas de los dedos manchadas un poco de sangre. Me taponé la nariz con el dorso de mi mano y caminé a paso torpe hacia el vestuario. Detrás de mí escuché unos acelerados pasos acercándose y pensaba que serían Dosie, o Giselle, por ser la autora del golpe... Sin embargo, Sunoo era el que había entrado justo después que yo al vestuario. 

Tomé algo de papel de una de las letrinas y lo usé para limpiar mi nariz mientras observaba a Sunoo en silencio. Él tomó asiento en el banco, haciéndome compañía mientras me recuperaba. Sus piernas fueron a hacer el amago de cruzarse como solían hacerlo, pero su respuesta a aquel impulso fue sentarse abriendo sus piernas de par en par y apoyar los codos en sus rodillas. 

Te vas a poner bien.
—Eso lo sé, Sunoo. ¿Y tú? ¿Te vas a poner bien?

Tras aquella breve interacción, salí del vestuario lista para volver al entrenamiento por mucho que la entrenadora me lo negara. El trozo de papel en mi nariz no debía ser un estorbo para jugar y apenas quedaban 10 minutos de entrenamiento. ¿Qué importaba si estorbaba o no? Sólo necesitaba desahogarme. 

End Game.-Kim Sunoo y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora