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El chico, en aquel entonces moreno, estaba entrenando con su equipo de voleibol en la cancha que había justo en el patio del instituto al que iba. Su equipo estaba compuesto por 7 chicas y 3 chicos. Solían jugar por gusto, no había nada serio en su forma de jugar, sólo eran chicos divirtiéndose en los recreos.

Un día como cualquier otro, Sunoo se encontraba jugando uno de esos recreos con sus amigos cuando su vida dio un cambio radical: el día que le conoció a él. La pelota se había salido del campo y fue él mismo quien se acercó a buscarla. Antes de poder echarle mano a la pelota, ya se encontraba rebotando en los pies de alguien más, que hacía trucos con esta de forma desinteresada.

—¡Disculpa! Esa pelota no es para darle patadas.
—Es redonda y rebota, sirve.—Se encogió de hombros el alto chico.
—¡Pero es una pelota de voleibol! Para dar patadas ya está la de fútbol.
—Toma, guapo.

El chico alto levantó el balón con la puntera de su botín y lo tomó entre sus manos, tendiéndoselo a un tímido Sunoo. Sentía que se estaba burlando de él y eso le enfadaba, pero a la vez no estaba acostumbrado a recibir halagos de chicos. El futbolista le miró fijamente y le tendió la mano amigablemente.

—Yo soy Nishimura Riki, un placer. Acabo de llegar nuevo de Japón.
—Sunoo, soy Kim Sunoo.—tomó su mano, sacudiendo ambas manos.— Un placer, Riki.

Las manos de ambos se habían quedado pegadas como si tuvieran pegamento entre ellas. Riki miraba fijamente a Sunoo mientras Sunoo se preguntaba qué pasaba por la mente del japonés. Riki acabó soltando su mano y se rascó la nuca con nerviosismo.

—¿Puedo jugar con vosotros?
—¡Claro! Ven, te presento a mis amigos.

Sunoo se atrevió a tomar de nuevo la mano del chico para guiarle junto con sus amigos. Le presentó a todos y cada uno de los chicos que estaban jugando con él y le explicó brevemente el reglamento del voleibol. Riki parecía no entenderlo muy bien a pesar de que lo intentaba y aquello le parecía muy tierno al pequeño bollito de pan llamado Sunoo. Los ojitos de Sunoo miraban a Riki fijamente con una dulzura bastante notable, y aquello no había pasado desapercibido para sus amigas.

—¡Sunito, que se te van los ojos!

Las orejitas de Su se tornaron completamente rojas ante aquel comentario en alto. Por supuesto que Riki lo había escuchado; su reacción había sido dedicarle una sonrisa a Sunoo acompañada de una risita tímida. Aquello fue un flechazo a primera vista.

Los años habían pasado volando y tanto Riki como Sunoo habían caído el uno por el otro

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Los años habían pasado volando y tanto Riki como Sunoo habían caído el uno por el otro. Sunoo era popular entre las chicas por ser amable con ellas y por su delicado aspecto, pero era el centro de burlas de los chicos; Riki era famoso entre las chicas por su gran atractivo, su voz y su altura, y por si fuera poco también lo era entre los chicos por su gran habilidad jugando al fútbol.

Tendían a burlarse de Sunoo o a hacer bromas innecesarias con Riki delante, y Riki tenía que hacer todo lo posible por no responder ante aquellas ofensas y burlas a su novio. El problema era que su amorío era secreto. Nadie sabía lo que pasaba entre ellos a pesar de intuirlo; sin embargo, antes de que todo se descubriera, Riki siempre inventaba un rumor nuevo con alguna chica para que nadie se fijara en su novio y en él.

El año de antes de entrar a la universidad fue un año clave en su relación. Sunoo se encontraba más enamorado que nunca y le encantaba demostrarlo, al contrario que Riki. El problema era que estaba completamente asustado de ser señalado o juzgado por sentirse tan enamorado de aquel chico, y sabía que el día que aquello saliera a la luz, eso iba a afectar a su reputación. Riki adoraba a Sunoo con toda su alma, era su niño adorado, pero si quería dedicarse al fútbol profesional... Durante un año entero, Riki trató de ir tomando distancia con su pequeño Sunoo, pero era tan adicto a él que le era imposible. Lo alargó todo el tiempo que pudo alargarlo hasta que se encontró con el año universitario en su espalda.

Al terminar uno de los partidos más importantes del equipo local al que pertenecía Riki, se acercó sin pensarlo dos veces a la parte de la grada en la que estaba sentado su gran amor junto a sus hermanas. Sus ojos se posaban con tanto amor en Sunoo que era complicado no darse cuenta de que estaba profundamente enamorado de él. Sunoo bajó los escalones que los separaban y cuando estuvo a punto de posar sus labios en los de su novio, Riki se apartó con rapidez, dejando en shock a sus hermanas y a Sunoo. Un par de chicos del equipo se estaban acercando a Riki y él reaccionó con rapidez para ocultar todo una vez más.

Las hermanas de Riki acunaron al pequeño y avergonzado Sunoo. Le reñían diciendo que no debía dejarse tratar así, que no había nada de malo en quererse como ellos lo hacían; sin embargo, Sunoo entendía que Riki se sintiera avergonzado de él. No era la chica perfecta que todos esperaban ver, ni siquiera era chica. Esa misma noche Sunoo le esperó en su casa, cenando junto a sus hermanas. La alegría en el rostro de Sunoo al ver que su novio había vuelto hizo que sus ojitos le brillaran. ¿Cómo iba a ser capaz de dejar a esa bolita de arroz con ojos? Ni siquiera él se lo imaginaba.

Sabía que había llegado el momento. Le tendió su mano para acercarlo a él mientras sus hermanas observaban a la pareja con ternura. Decidieron aprovechar para recoger la mesa mientras ambos chicos hablaban o se iban a la habitación de su hermano como solían hacer. La diferencia de aquel día es que en lugar de risas se oyeron sollozos. Ambas se miraron fijamente y corrieron de vuelta al salón para ver qué ocurría.

—Lo siento de verdad, Sunoo... Sabes que te amo con toda mi alma.
—¡Y aun así nunca fuiste capaz de gritarlo a los cuatro vientos como hice yo!—frotó sus ojitos con frustración.— Siempre fui un secreto, como si yo fuera algo malo...—sollozó el chico de rostro regordito.
—¡Claro que no, Su, no eres algo malo! Sabes que eso no puedo hacerlo... ¡Eso puede recaer en mi reputación como futbolista!
—¡Tu reputación como futbolista la creas a base de partidos y mostrando tu potencial, no porque tu pareja sea un chico!

Aquel mensaje le había llegado tarde a Riki. Sunoo ya había salido por la puerta de casa para no volver nunca más y la hermana mayor de Riki fue detrás de él para llevarle en coche a casa. Su hermana menor le miraba con cierta decepción. No podía culpar a Riki, pero tampoco él podía culpar a Sunoo de "arruinar" su reputación. Le dio un par de palmadas en su hombro y se dirigió a su habitación. No tenía ganas de hablar con él en ese momento.

Quería dejarlo, necesitaba una razón, una marca de "X" en el lugar donde nos desmoronamos.


End Game.-Kim Sunoo y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora