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Al día siguiente llegué a clase con motivación. A decir verdad, había optado por ropa más cómoda para ver el primer partido del club de voley. Al llegar al aula tomé asiento junto a JungWon, quien parecía estar profundamente concentrado en disfrutar el sabor de aquellas fresas con chocolate que tenía en un pequeño envase entre sus manos. Con sus mejillas llenas, JungWon me saludó efusivamente con la mano, sacando a relucir sus enormes hoyuelos. Su sonrisa me contagió y le sonreí de igual forma.

Buenos días, _____, ¿quieres?—Me ofreció de sus fresas con chocolate.
No sé hasta que punto es bueno tomar una fruta tan ácida por la mañana pero... Por una no pasará nada.

JungWon dejó escapar una risita divertido al ver que aún así tras ese razonamiento cogí una y la llevé a mi boca para saborearla. Di un último vistazo al reloj y me apresuré a comentarle mi situación a JungWon.

Oye... ¿Puedo hablar contigo una cosa? Me gustaría saber qué opinas.
—No tenías que preguntar, ¿qué pasa?

Verás... Estoy pensando unirme al equipo de voleibol pero no estoy segura de si daré la talla. Hace muchos años que no practico un deporte así y me da miedo llegar a ser un lastre para el equipo. 
—¿No se trata de aprender a jugar y mejorar cada día? Si estás en el equipo por supuesto que entre práctica y práctica mejorarás y te harás a la forma de jugar de las demás y así hasta ser la mejor.

JungWon tenía toda la razón. Me estaba etiquetando de estorbo sin ni siquiera haberlo intentado. Primero tendría que darle una oportunidad y si no me veía capaz... Entonces ya otro gallo cantaría. Me crucé de brazos acomodándome en la mesa con una pequeña sonrisa en lo que aparecía el profesor por la puerta de la clase.

Al terminar las clases mis piernas comenzaron a temblar con algo de nerviosismo al saber lo que se me venía encima al pasar las puertas del polideportivo

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Al terminar las clases mis piernas comenzaron a temblar con algo de nerviosismo al saber lo que se me venía encima al pasar las puertas del polideportivo. Buscaba con la mirada en los marcos de las puertas el letrero que me condujera a la pista en la que se practicaba el voleibol. Tomé aire un par de veces profundamente y sequé mis manos, sudorosas por los nervios, en mis pantalones.

Me adentré en aquel pabellón, observando como las gradas se llenaban de gente que acababa de llegar. En primera fila se encontraba lo que supuse que era el club de periodismo o de fotografía puesto que llevaban con ellos unas cámaras profesionales. Yo me senté en una de las gradas de arriba desde la que se veía con claridad la pista entera. Al parecer había llegado justo a tiempo, pues el equipo había comenzado a salir para calentar antes del partido. KeonHee alcanzó a verme y me saludó moviendo su mano efusivamente de lado a lado, haciéndome devolverle el saludo de la misma forma. 

Una vez que su alta figura desapareció, justo detrás de él salió una cabellera rosa que podría reconocer en cualquier parte. Abrí mi boca con sorpresa, jamás pensé que podría encontrarle aquí y no solamente eso... Su uniforme era distinto al de los demás jugadores y si algo recordaba de mis tiempos en el instituto eso significaba que era nada más y nada menos que el líbero. Al entrar en la pista Sunoo tropezó pero no por torpeza, sino porque uno de sus "compañeros" de equipo le había empujado con maldad. Sunoo se veía avergonzado y quiso plantarles cara pero sabía que eso no llevaría a buen puerto. 

El partido comenzó de lo más intenso, se me había olvidado por completo la rapidez con la que ambos equipos podían llegar a anotar puntos. Ni siquiera estaba verdaderamente pendiente a eso, mis ojos estaban fijos en la agilidad de Sunoo para alcanzar el balón en los momentos más oportunos. Tenía pinta de que tirarse al suelo cada vez que el balón estaba a punto de salir fuera era doloroso, lo podía ver en su rostro y en la forma de ajustarse las protecciones de los codos y las rodillas cada vez que lo hacía. KeonHee siempre estaba ahí animándole cada vez que lo hacía... El único que lo hacía, los demás ni se giraban a mirarle. Aquello me tenía con la boca fruncida a un lado llena de inconformismo. Entonces una chica se sentó a mi lado y me miró con una pequeña sonrisa.

Tampoco te parece bien que lo traten así, ¿verdad?
—Claro que no... Es injusto, él y KeonHee están haciendo todo el trabajo.
—Los partidos del equipo masculino suelen ser así por desgracia...
—Ella extendió su mano.— Soy Giselle, juego en el equipo femenino. 
Yo ______. Estaba pensando en unirme al club de hecho, KeonHee me propuso venir a ver un par de partidos para convencerme.
—KeonHee siempre tan optimista... El club femenino es completamente distinto al masculino, hay mucho mejor ambiente y compañerismo. Esos... Niñatos sólo buscan ganar de la forma más fácil que es dejándole todo a Sunoo. 
—¿Siempre es así?


Ella asintió un par de veces y miró a los chicos con una pequeña sonrisita, se notaba que les tenía aprecio a los únicos que jugaban limpiamente. 

Te animo a unirte. Las chicas lo pasamos genial, hay mucho vínculo entre nosotras y... Sunoo es como una más. 
—¿Una más?
—A veces los del equipo masculino no le dejan entrenar con ellos y lo echan a entrenar con nosotras... Al principio se sentía demasiado cohibido y avergonzado pero... Está claro que el nivel que tenemos es mucho mejor que el masculino. ¿Ves toda esa habilidad? ¡Ha salido a flote gracias a nosotras!

Sonreí ampliamente, con más sentimientos encontrados hacia ese deporte y asentí un par de veces. Definitivamente me estaba dando la confianza que me faltaba para unirme al club. 

End Game.-Kim Sunoo y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora