18.

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La semana había pasado con rapidez, y me encontraba celebrando mentalmente que el viernes ya había llegado y que después del entrenamiento podría simplemente tenderme y descansar todo lo que quisiera. En mis cascos sonaba una muy animada canción que hacía que la comisura de mis labios se levantara discretamente. El clima era cálido, el día lucía brillante y colorido; todo parecía sacado de una película. Me posicioné frente al campo de fútbol para sacar mi teléfono y así tomarle una foto al cielo. Buscaba el ángulo de iluminación perfecto, jugaba con los efectos de cámara profesional que me daba el dispositivo y logré sacar una foto que sacara a relucir sus mejores colores. Observé la foto satisfecha durante unos segundos y cuando estaba a punto de apagarlo para irme de allí, unos brazos me rodearon por la espalda con delicadeza. Giré la cabeza para encontrarme con la mullida sonrisa de cierto pelirrosa y me quité uno de los auriculares para regalarle mi atención y sonreírle de la misma forma de vuelta.

Buenos días, Su.
—Buenos días, _____. ¿Lista para empezar el día?
—Mi día empezó con una paloma arrullando en la ventana media hora antes de que sonara el despertador...
—froté mi cabeza con algo de cansancio mientras asentía.
Cucú, cucú.—imitó el sonido para burlarse de mí.

Chasqueé la lengua y tironeé de sus mejillas, sacándole unos cuantos quejidos camuflados en una tierna risa. Un carraspeo se escuchó tras nosotros, haciendo que nos separáramos rápidamente. NiKi se encontraba detrás de nosotros con el rostro serio y una ceja alzada. En ese momento no sabía si se encontraba molesto o no, no podía leer su rostro, pero... Si estaba molesto, ¿con quién era? ¿Con Sunoo o conmigo? Sunoo ladeó su boca al ver a NiKi frente a él y fue el primero en hablar.

¿Qué te pasa? Buenos días a ti también.
—No deberíais poneros así de melosos aquí en medio...
—¿Por qué?

NiKi iba a responder de nuevo, pero prefirió rodar los ojos y seguir con su camino hacia el campo de fútbol. Sunoo y yo nos miramos fijamente por unos instantes, buscando una respuesta coherente el uno del otro, pero no había palabras para explicar la incomodidad del momento. ¿Acaso NiKi había sido incapaz de darle esta atención en público a Sunoo y ahora que veía que alguien más se la daba le molestaba? ¿O sería por aquel simple almuerzo que tuvimos juntos? Todo podía pasar por su cabeza, pero por la de nosotros paseaba una enorme confusión. Continuamos nuestro camino hacia la puerta de la facultad en un tenso silencio, aunque el problema que tuviera NiKi ni siquiera nos incumbía. Entonces Sunoo fue quien rompió el hielo.

¿Te apetece que hagamos algo esta tarde? Ya sabes... Podemos ir a tomar algo y...
—¿Quieres venir a casa?
—le interrumpí sonriendo.—Podemos preparar alguna merienda juntos y podemos pedir algo para cenar.
—¡¿Tu casa?!
—Sunoo abrió su boca notablemente sorprendido ante aquella proposición.
¿No te apetece? ¡Podemos salir si lo prefieres!

Sunoo comenzó a agitar sus manos rápidamente en señal de negación y llevó estas a su rostro para dejar escapar una carcajada nerviosa que se me contagió rápidamente junto con aquel gesto. Finalmente, asomó ambos ojos entre sus dedos y asintió un par de veces.

—Sí, me apetece pasar la tarde contigo en casa. 

Durante el entrenamiento las miradas y las sonrisas coquetas no faltaron

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Durante el entrenamiento las miradas y las sonrisas coquetas no faltaron. A pesar de que pasaban desapercibidas para el equipo masculino, definitivamente al curioso ojo de Giselle no. En el pequeño descanso que tomábamos para turnarnos la cancha completa entre femenino y masculino, fijé mis ojos en Sunoo mientras tomaba unos tragos de agua. Ya me era imposible apartarlos de por sí cuando simplemente le conocía por su estilo de juego, ahora que había algo surgiendo entre nosotros... Mi vista fue interrumpida por una risueña Giselle que se cruzó de brazos frente a mí mientras tenía sus labios fruncidos para no dejar escapar una sonrisita burlona.

¿Qué hay de ti? ¿Qué miras?
—¿Yo? Ah, el partido de los chicos... Juegan muy bien, sí.
—volví a darle un sorbo a la botella para escapar de sus preguntas.
Ajá... Los chicos.
—Que sí, de verdad.
—¿Los chicos que ves tienen el pelo rosa y son el líbero?
—Sí, sí, totalmente.
—contesté completamente dispersa.
_______, me estás mirando, pero estás viendo a través de mí.

Dejé escapar una carcajada, negando y le di un pequeño golpe en el hombro. Ella se unió a mi risa y se sentó junto a mí, observando al equipo masculino entrenar también. ¿Debería contárselo? ¿Era demasiado precipitado? ¿Qué debía hacer?

¿Qué pasa con Sunoo? Un día no lo reconocemos y al siguient-
—Me besé con Sunoo.
—interrumpí.
¡¿QUÉ?!—tapó su boca al ver que llamó la atención de todos, incluso del ya nombrado.—Lo siento, lo siento, es que... ¿Qué? ¿Cómo? ¿Eso es lo que le pasaba? ¿Quería un beso?
—No, idiota.
—reí abanicándome con la zurda para bajar los colores de mi rostro.—Pensó que imitando a los simios podía llamar mi atención...
—¡Dosie! ¡Dosie, ven!

La miré frunciendo el ceño al pensar que no le importaba lo que estaba contándole. Cuando Dosie llegó, Giselle le tendió la mano y comenzó a abrirla y cerrarla justo frente a su cara. Dosie abrió la boca y golpeó su mano.

¡No me lo puedo creer!—se repeinó la capitana.
¡Así es! ¡Lo han hecho! Yo lo dije.
—¿Qué está pasando?
—pregunté completamente confusa.
Me aposté con Dosie que os besaríais antes de que terminara el mes.
—¡Giselle!
—volví a golpear su hombro, sintiendo mi rostro arder notablemente de nuevo.

El silbato del entrenador sonó y era momento del cambio de equipo, ahora le tocaba a los chicos descansar. Me levanté, estirando las piernas y la espalda y caminé hacia la pista. Vi una cabellera rosa acercarse a mí tal y como esperaba, y rodeando mi cintura con uno de sus brazos, tomó mi botella con su mano libre para darle un gran trago y tomar casi todo el contenido de esta en un par de veces. Le observé fijamente, sintiendo como su mano en mi cintura quemaba más que nunca por culpa de la actividad de ambos cuerpos. Mordisqueé con una pequeña sonrisa mi labio inferior y él me dedicó una pequeña sonrisa antes de separarse lentamente de mí e ir a por otra botella de agua junto al banquillo.

No me gustaba el Sunoo masculino forzado, pero ese lado masculino de Sunoo... Definitivamente, tenía todo el encanto del mundo y me hizo sentir mariposas en todo el cuerpo. 

End Game.-Kim Sunoo y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora