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Al terminar el entrenamiento, nos fuimos todas juntas al vestuario, donde por supuesto el tema de conversación fueron KeonHee y Sunoo. Me abstenía de comentar cualquier cosa, puesto que estaba a minutos de volver a encontrarme con Sunoo y hablar con él todo lo que pasaba por su cabeza. Fui de las primeras en salir del vestuario y me dirigí a las puertas del pabellón. Justo fuera me estaba esperando Sunoo, que jugueteaba mordiendo su uña mientras se distraía con el teléfono. Me acerqué a él, manteniendo unos cuantos pasos de distancia y le señalé con la cabeza la dirección hacia la que íbamos a caminar.

Ambos íbamos en un pulcro silencio. Ni siquiera sabía dónde iba a llevarle para hablar, pero en aquel momento lo que menos quería era quedarme quieta. ¿Deberíamos volver a tomar algo? No, no quería estar "encerrada" en una cafetería. Opté por tomar el mismo camino que tomamos la última vez hacia aquella tranquila plaza en la que habíamos visto el atardecer, y caminé a paso lento para que ambos pudiéramos llevar el mismo.

La plaza estaba completamente vacía. ¿Quién iba a estar entre semana a esas horas de la tarde en la calle, excepto un par de ancianitas que disfrutaban del atardecer? Nos sentamos en el mismo banco en el que nos sentamos la última vez y observamos el sol ponerse lentamente frente a nuestros ojos. Miré a Sunoo, quien me devolvió la mirada con urgencia, esperando que las palabras salieran de mi boca, sin embargo... Mis ojos se habían pegado a los suyos, que parecían reflejar de forma adorable el atardecer que había a nuestro costado. La luz del atardecer era la combinación perfecta con Sunoo, pero no podía dejarme caer tan fácilmente ante sus delicados encantos. 

Opté por pasar a la acción en lugar de palabras, así como una prueba de fuego

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Opté por pasar a la acción en lugar de palabras, así como una prueba de fuego. Saqué el pintalabios de mi mochila y apliqué una capa sobre mis labios. Él miraba cada movimiento atentamente, sin quitar sus ojos de encima de mí. Le ofrecí el pintalabios en un gesto firme, con notables intenciones de observar su reacción. Él negó, sacudiendo su cabeza con fuerza.

—¡No voy a ponerme eso! Es... Es algo de maricones.

Alcé ambas cejas: ahí estaba lo que yo quería comprobar. Guardé mi pintalabios donde pertenecía y me levanté, caminando a paso firme en dirección a mi casa. No escuchaba pasos detrás de mí, por lo que supuse que ni siquiera estaba siguiéndome. Me sentí algo decepcionada, algo dolida. Ya ni siquiera por sentirme "ligeramente" atraída por él, sino porque todo interés en conocerle se había desvanecido si de verdad creía que convirtiéndose en uno de los monos de su equipo podía llamar mi atención. Me acerqué a Sunoo por lo que era, no por lo que ahora es.

Sentí una mano agarrar mi muñeca fuertemente, frenando mis movimientos en seco y entonces me giré para observarle fijamente. Las palabras parecían no salir de sus labios, pero estaba nervioso, respiraba agitado y su mano sudaba contra mi muñeca a pesar de que las yemas de sus dedos se sentían frías contra mi piel.

—Explícate ahora mismo, Kim Sunoo. ¿Qué está pasando por tu cabeza? ¿Dónde está el Sunoo que se maquilló conmigo? ¿Dónde está el adorable Sunoo que se puso feliz por haber pedido una bebida de chocolate y menta? ¿Dónde está el Sunoo que me confesó que había amado a un chico sin miedo? ¿Dónde está el Sunoo que llamó mi atención?

Las mejillas del chico habían tomado color rápidamente, pero debía ser honesta y directa: no me gustaba ese Sunoo en el que se estaba convirtiendo y debía confirmar si él de verdad estaba bien siendo así y quería ese cambio o si sólo lo hacía por una chica como yo. Entonces se decidió a hablar.

Pero es que... ¡Todos piensan que soy gay! ¡Y quiero llamar tu atención sin que pienses que en cualquier momento voy a irme con un chico! Si me acerco a ti se van a burlar de ti, y de mí por intentar acercarme a una chica... ¡Van a creer que eres una tapadera! Y que sólo te estoy usando... Incluso si se trata de ti van a pensar que soy el de abajo...

Aquello último lo susurró con toda la vergüenza del mundo, pero podía llegar a entender el mensaje que quería darme y todas las estigmatizaciones que quería evitar. Solté finalmente el agarre que tenía en mi muñeca y lo tomé por los hombros, sacudiéndolo un par de veces.

¡Pero es que yo no creo en esos estereotipos, Sunoo! ¡A la mierda con eso de que soy una tapadera! ¿Acaso tú sí crees que los gays son unos viciosos? ¿Crees que me importa si se burlan de mí por acercarme a un chico como tú? ¡Debes estar vacilándome, Kim Sunoo! ¿No entiendes que me gustas tal y como eres?
—¿Eh? ¿Gus...tar?
—abrió su boca, sorprendido ante aquellas fuertes palabras.—Pero los amigos...
—¡No, Sunoo! ¡No me gustas como amigo! Te estoy diciendo la verdad cuando digo que me atraes, y no me importa una mierda si no eres como ellos. Quiero a mi Sun-

En aquel momento mi corazón dio un enorme vuelco en el momento en el que sentí sus labios posarse sobre los míos. Podía sentir el calor que desprendía su rostro lleno de vergüenza y eso hizo que una pequeña sonrisa llena de ternura se instalara en mis labios en mitad del beso. Sunoo se separó rápidamente avergonzado, pensando que quizá me estaba riendo de él.

—Yo... Lo siento si fui muy rápido, yo...

Le callé sus carnosos labios con otro beso, tomándolo por el mentón y acunando su blando rostro entre mis manos. Sus ojos estaban cerrados, los míos también. El dulce sabor del rojizo pintalabios con sabor a fresa inundó las papilas de ambos y se extendió con más rapidez cuando succioné su labio de forma sorpresiva para él, robándole un suspiro lleno de amor. Al separarme unos centímetros de sus labios pude observar que esta vez su boca sí estaba maquillada.

Hmmmm... El rojo no te queda nada mal.
—¿Están bien pintados?
—tímidamente se atrevió a pasar sus manos por mi cintura hasta rodearla.
La verdad es que no.—sonreí de forma traviesa.
Entonces, deberías pintarlos bien.

Y con más cercanía entre ambos, volvió a unir ambos labios. Pude sentir cómo la timidez abandonaba su cuerpo a medida que me acomodaba entre sus brazos. Aquella escena se repetía en mi mente de forma irreal.

Oh, tú y yo, seríamos una gran conversación.

End Game.-Kim Sunoo y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora