20.

143 24 3
                                    

Una vez que tuvimos hechas las tortitas, preparamos un par de cafés y lo llevamos todo a la mesita que había frente al sofá para comerlas mientras veíamos algo en la televisión. Dejé que decidiera lo que quería ver y sorprendentemente (nótese la ironía) escogió Haikyuu. Siempre me había causado muchísima curiosidad saber el porqué Sunoo jugaba al voleibol y no a cualquier otro deporte que requiriera la habilidad y la flexibilidad que tenía. Notaba el movimiento de sus pies inquietos, llenos de felicidad por el traqueteo que sufrían sus hombros mientras miraba la pantalla ensimismado.

¿Quién es tu personaje favorito, Su?
—¡Hinata!
—asintió repetidas veces.
Puedo entender el porqué...
—¿Por qué?

¿De verdad me lo preguntaba? Levanté una de mis cejas sin poder creer que no hubiera quedado lo suficientemente claro que se debía a la personalidad tan brillante que ambos chicos tenían, además de que ambos jugaban bastante parecido. Negué un par de veces con la cabeza para restarle importancia al asunto, pero él insistió.

No, dímelo. ¿Por qué soy cómo Hinata?
—Ambos jugáis muy bien y además... Ya sabes, ambos tenéis una personalidad muy cálida.
—¿Y no es porque nos apasiona el vóley?
—Por supuesto que sí.

Sunoo asintió satisfecho tras aquella simple comparación y continuó comiendo tortitas durante unos segundos más antes de pausar la serie. Le miré confundida, pensando que quizá debía ir al baño o se encontraba mal; sin embargo, noté una incomodidad clavada en la forma en la que jugueteaba con sus manos. Giré mi torso todo lo que pude para prestarle toda mi atención ante lo que quería contarme y eso pareció acongojarle más.

Oye, _____, verás, es que yo... Bueno, no hace mucho me enteré porque no me lo habían dicho; pero el entrenador... La cosa es...
—Dime, Su, cuéntame.

Por la forma en la que titubeaba para contarme lo que fuera que pasaba por su mente, me esperaba algo como en las películas dramáticas: ¿una lesión que le impide jugar y quiere que le "vengue" contra su cruel destino? ¿Va a dejar el club y el voleibol para siempre? ¿Se va a mudar y va a cambiar de club? Le miraba tensa y se me había comenzado a notar por la rigidez de mis facciones.

Es que en un par de semanas... El equipo masculino tiene un campeonato en Japón y...
—¡Eso es genial, Sunoo! ¡Vas a jugar un campeonato fuera de aquí!
—¡Sí! Lo sé, eso lo sé, pero... El punto es... ¿Vas a...?
—¿A...? ¿A ayudarte a entrenar?
—él negó.— ¿A apoyarte?—movió su cabeza de lado a lado.
—¿Vas a acompañarme, ______?

Abrí mi boca congelada ante aquella inesperada petición. Su rostro comenzó a enrojecer más y más a medida que esperaba una respuesta y no la obtenía. Se tapó la cara, escondiéndose en una risita nerviosa y negó con la cabeza.

¡Olvídalo! Ha sido una tonter-
—Sí, quiero ir, Sunoo. ¡Quiero ir a verte jugar y animarte! ¡Claro que sí!
—¡¿De verdad?! ¡¿Lo dices en serio?! O sólo quieres un viaje a Japón...
—¡Hey!
—una de mis manos impactó suavemente contra su cabeza.—¡Claro que no!

Ambos comenzamos a reír a carcajada limpia, llenando el espacio de un aura completamente distinto al que había antes de su petición. Le miré fijamente mientras dejaba de reír, pero mi mirada sobre él le hacía reír de nuevo.

Sunoo, ¿qué te inspira a jugar voleibol?
—Mmmm... Pues, si me lo preguntas así... El sentimiento de pertenecer a algo.
—¿Pertenecer a algo? Pero... no eres cercano a los chicos del equipo.
—Nada de eso, no es pertenecer a un equipo, es mucho más.
—asintió cruzándose de brazos.—Perteneces a un mundo, a una pasión. Descubres que no estás solo en la vida... Déjame explicarte.

Supe que el asunto era serio cuando apagó la televisión y subió los pies al sofá para girar todo su cuerpo hacia mí. Imité su acción, acariciando la longitud de mis piernas encogidas con algo de nerviosismo.

—Llevo jugando al voleibol desde que tenía 10 años, desde el colegio, vaya. Nunca he tenido amigos porque en el colegio se corría el rumor de que en realidad yo era una chica. —rodó sus ojos y abrazó sus piernas sólo para pegarlas más a él ante la incomodidad del tema.—No quiero entrar en muchos detalles, pero me perseguían en los recreos para llevarme al baño y verme...
—No hace falta que lo cuentes, Su... Me puedo hacer una idea...

Estiré una de mis manos hasta alcanzar su rodilla y la posé sobre esta, dando caricias con el pulgar para motivarle a seguir o que parara si no quería hablar de ese tema.

Cuando empecé a jugar al voleibol, comencé a ser popular en el colegio. Los chicos se burlaban porque para ellos era un deporte de chicas; el de chicos era el fútbol... Algo completamente irónico, porque mi futuro novio sería futbolista.
—Conque por eso te peleaste con Riki cuando le dio patadas al balón de voleibol.
—¡Efectivamente! ¡Odiaba el fútbol!
—rió asintiendo y llevó una de sus manos a la mía.—Desde entonces empecé a sentirme más incluido en los recreos. Me ganaba la atención de todos rápidamente por lo bien que se me daba y eso hizo florecer un sentimiento por el voleibol dentro de mí, una pasión. —sonrió, haciendo que sus ojitos quedaran en dos rayitas brillantes.—Aunque ahora vuelva a sentirme como en el colegio por culpa de los chicos del equipo... El voleibol me ha traído cosas bonitas, entre ellas a Riki y a ti.
—¿Quieres mucho a Riki?
—entrelacé mis dedos con los suyos mientras esperaba su respuesta.
—Por mucho que rompiera mi corazón en mil pedazos, lo quise con mi alma, y siempre será así.

Dejé escapar una pequeña risita mientras mordisqueaba mi labio. Él me miró con curiosidad y tironeó de mi mano, aprovechando que estaba entrelazada con la suya. Hizo un gesto con su cabeza para llamar mi atención y alzó sus cejas.

¡Yah! ¿De qué te ríes? ¿Qué es tan gracioso?
—¡Si me dices que sigues enamorado de Riki te creería!
—¡Eso no es así!
—sacudió las manos, haciendo que todo mi brazo se moviera.—Sabes que eso no es así...

Entonces esbozó un puchero con sus labios mientras evitaba mirarme a toda costa. Rodé los ojos sin creer que él pidiera a gritos ese 'princess treatment' con aquellos gestos tan sarcásticos... ¿Quién se podría resistir a él? Como no era el único que tenía la ventaja de las manos unidas, estiré las piernas para tener el sofá de apoyo, dejándolo entre estas, y tiré de su brazo con fuerza, obligándole a perder el equilibrio hacia delante. Podía sentir sus carcajadas chocar con mi cuello, sintiéndose el pelirrosa demasiado avergonzado como para poder mirarme a la cara. No pude evitar sonreír al escucharle y mientras él trataba de hacer desaparecer aquel tierno sonrojo de sus mejillas, comencé a acariciar su espalda suavemente con ambas manos.

Sabes que me gustas tú...—murmuró contra mi cuello.
¿Hm? No te he escuchado, Su. —mentí.

Lo que siguió fue un silencio. No porque él no hubiera contestado, no porque yo hubiera decidido quedarme callada. El silencio se debía a que ambas bocas estaban demasiado ocupadas murmurando palabras de amor entre beso y beso.

Este final es el indicado. 

End Game.-Kim Sunoo y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora