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Al llegar a casa me tendí sobre la cama completamente destrozada. Había sido un día intenso y novedoso cuanto menos, pero si había algo que había llamado mi atención por encima de todo era Sunoo y su relación con las chicas y con los chicos. Me frustraba pensar que viviría con miedo por siempre por no ser capaz de plantarles cara él mismo, pero también me causaba mucha curiosidad ver cómo jugaba con nosotras. No trataba de hacer un juego fuerte y forzado como lo hacían en la cancha junto a nosotras, sino que sus movimientos eran ágiles y rápidos, sin necesidad de hacer el juego brusco. Ahora entendía cuando Giselle me dijo que las chicas habían sacado todo su potencial a flote.

Por un momento, sentí que le había echado poca cuenta al momento en el que Sunoo se había posicionado detrás de mí y había colocado correctamente mis manos. Había pasado desapercibido completamente, en ese momento lo vi como una ayuda, pero pensándolo en frío... Eso había sido muy atractivo y detallista por su parte. Recordé sus manos con detalle: eran suaves, muy pálidas. A pesar de parecer delicadas por la forma de sus dedos y sus uñas pintadas con una leve y apenas visible capa de rosa pastel, las venas se marcaban con firmeza, dándole un aspecto de lo más único.

Abracé un pequeño peluche de un zorrito rojo que tenía sobre la cama y lo abracé escondiendo la cara en él. Cualquiera que pudiera leer mi mente pensaría que era una psicópata por analizar tanto las manos del chico, pero... ¡Cómo no hacerlo! Sunoo era un chico con una vibra muy especial y diferente, causaba una gran curiosidad en mi pecho. Todos hablaban sobre una reputación llena de chicos que le precedía y era verdaderamente popular entre las chicas... ¿Es porque era gay de verdad? No tenía ningún problema con eso, para nada... Pero él lo negaba constantemente... ¿Seguía en el armario? ¿O es que de verdad no lo era? ¿Y si era popular entre las chicas precisamente por saber cómo complacerlas? Tenía demasiadas preguntas y muy pocas respuestas, respuestas que sólo podía responderme él, pero... ¿Cómo iba a acercarme de esa forma a él? Ni siquiera fui capaz de hacerlo en el entrenamiento después de haberle tirado el balón a ese molesto chico... ¿Qué iba a hacer?

A la mañana siguiente, yendo a clase como un día cualquiera, caminaba dispersa en mis pensamientos mientras escuchaba música

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A la mañana siguiente, yendo a clase como un día cualquiera, caminaba dispersa en mis pensamientos mientras escuchaba música. Mi plan del día era ir a clases, comer, descansar y de vuelta al entrenamiento. ¿Qué haríamos hoy en el entrenamiento? ¿Tendría la oportunidad de ver a Sunoo entrenando con los chicos?

De repente, de la nada apareció un balón que me golpeó directamente en la cabeza. Juré que en ese mismo momento iba a caerme delante de todo el mundo por la fuerza y la dureza del balón, sin embargo, unos brazos me tomaron por detrás, evitando así que mi cuerpo tocara el suelo. Me sobé allí donde había dado el balón y pestañeé un par de veces para poder fijar bien la vista. Vi a un chico muy alto correr en mi dirección.

¡NiKi! ¡Cuántas veces te he dicho que no juegues al fútbol fuera del campo! ¡Te dije que en cualquier momento ibas a tener un accidente!—Gritó el chico que me sostenía con una muy familiar voz.
—¡Lo siento, Sunoo! ¡No pensé que fuera a haber gente tan temprano!

¿Sunoo? Alcé mi vista y logré ver al chico con el ceño levemente fruncido mientras reñía a ese tal NiKi. Me separé de sus brazos y negué un par de veces para que no fuera tan duro con el futbolista, al fin y al cabo sólo estaba entrenando.

—No te preocupes, Sunoo, estoy bien. Ha sido sólo un accidente, no iba con malas intenciones.
—¡Pero ya le advertí que tuviera cuidado una vez y al final le ha dado a alguien!
—Nada, nada, no te preocupes.

Sunoo no parecía muy satisfecho con mi indiferencia, sin embargo, NiKi parecía verdaderamente arrepentido. Sus mejillas se habían coloreado notablemente, sintiendo una enorme vergüenza por casi tirarme al suelo de un balonazo.

—De verdad lo siento mucho... ¡Déjame compensártelo! ¿Me das tu número? Te invito al almuerzo.

Algo en el rostro de Sunoo cambió ante aquella repentina petición y entonces fui yo la que enrojeció llena de vergüenza. Había sido sólo un balonazo, no tenía tal importancia realmente, pero era una gran oportunidad de conseguir hacer más migas con gente de la universidad. Asentí un par de veces y cuando me tendió su teléfono, escribí mi número en este.

Bien, te llamaré a la hora de comer e iremos donde quieras, al comedor o a cualquier otro sitio...—Miró mi nombre en su teléfono.— ______.
—Me parece bien, NiKi, nos veremos luego.

Con una sonrisa victoriosa se despidió de nosotros, mirando fijamente a Sunoo antes de seguir con su camino. Miré de igual forma a Sunoo, su rostro estaba completamente serio, no asomaba ni un ápice de emoción en sus facciones y eso me hizo sospechar que quizá pasaba algo con ese tal NiKi. Claramente, no me atrevía a preguntar, puesto que no era ni el momento ni la persona más adecuada para entrometerme, pero él siguió adelante, dejándome atrás con un mal sabor de boca.

—¿Vamos a clase, no? Venga, que te quedas atrás.

Con algo de esperanza de poder hacerme más cercana, le seguí, caminando a su lado en dirección a la entrada de la universidad. Abrió la puerta para que yo pasara primero y luego, al entrar, él la cerró. Jugueteó con sus manos nervioso y, antes de separarnos por los distintos pasillos, tomó mi muñeca para frenarme.

Amm... Bueno, yo... Quería agradecerte lo que hiciste ayer por mí.
—¡Ah! No agradezcas nada, Sunoo, me tenían harta a mí también.

Ambos dejamos escapar una risita cómplice y nos quedamos en silencio. Sunoo no soltaba mi brazo, parecía que quería decirme algo más, pero no sabía cómo. Antes de soltar cualquier frase, su rostro ya estaba rojo y yo había comenzado a preocuparme por su agarre y su color, ¿y si se encontraba mal? ¿Y si tenía asma? Llevé mi mano libre a la suya que sostenía mi muñeca y le miré con preocupación.

¿Estás bien?
—¡Sí, sí! Yo... Bueno, yo...

Mi teléfono vibró, recibiendo un mensaje de JungWon preguntando dónde estaba, el profesor había llegado unos minutos antes. Miré a Sunoo de nuevo y solté suavemente y sin problema mi muñeca.

—¡Llego tarde a clase! Si quieres puedes escribirm-
—¡Sal conmigo después del entrenamiento!

Su tono sonó un poco más alto de lo normal y varias miradas se giraron hacia nosotros. Una pequeña sonrisita apreció en mis labios y asentí un par de veces mientras caminaba de espaldas hacia mi aula.

—¡Está bien! ¡Nos vemos en el entrenamiento, Su!

No quiero lastimarte, sólo quiero estar bebiendo en una cafetería contigo.

End Game.-Kim Sunoo y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora