23.

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Empujé suavemente el hombro de Sunoo para apartarlo de mí y aparté la mirada frustrada. No entendía cómo tenía el valor de preguntarme algo así cuando precisamente había sido él quien se había aislado en su propia burbuja con NiKi. Intenté pasar por debajo de su brazo, pero él sostuvo mi mentón con su otra mano antes de que pudiera irme y me hizo mirarle fijamente de nuevo. Si seguía mirándome así, mis ojos iban a acabar explotando en un mar de lágrimas.

Dímelo. ¿Qué es lo que pasa?
—Sunoo, ¿de verdad me lo estás preguntando?
—Genuinamente, sí.
—¿Por qué no te paras a pensar en frío en el almuerzo que hemos tenido?
—______... ¿Estás celosa de NiKi?
—¿Celosa?—
alcé una ceja cuestionándole.— ¡Os faltaba besaros ahí mismo, Kim Sunoo! ¡Tenías que ver con los ojos con los que te miraba!
—¿Con los mismos ojos con los que yo te miro a ti?

Ladeó su cabeza esperando mi respuesta, respuesta que nunca llegó, puesto que me pilló completamente desprevenida e incluso me hizo sentir tímida. Bajé la mirada para evitar darle el placer de verme así de sensible, pero él volvió a levantar mi cabeza. No quería que apartara mi vista de él y eso me frustraba. Sentía que sólo quería ver cuán sensible o receptiva podía ser cuando se trataba de él.

NiKi es sólo mi amigo... Ya lo sabes.
—Eso no justifica todo, Sunoo. JungWon y yo también lo somos y-
—Yo también pude haberme puesto celoso con la bromita de darle a la lengua y no lo hice...
—¡Ni siquiera es lo mismo, Sunoo! ¡Es tu ex-nov-!

Antes de que pudiera seguir reclamando, sus labios estaban posados sobre los míos. Sabía de sobra que me estaba silenciando, pero no pude evitar querer seguirlo. Sus labios siempre estaban suaves y esponjosos y era algo que lograba derretirme con su tacto. Un suspiro salió de mi cuerpo, delatando la forma tan rápida en la que latía mi corazón. La diestra de Sunoo acunó mi mejilla en su palma, usando su pulgar para acariciar la piel de mi rostro que tenía a su alcance, mientras que la otra seguía apoyada en la pared, evitando así que el cuerpo de Sunoo cayera directamente sobre mí.

Un agudo grito hizo que nos separáramos rápidamente. Con mis ojos abiertos como platos, miré hacia donde había provenido aquel estrepitoso sonido y divisé a Giselle tapando su boca con sus manos mientras se quedaba estática en su lugar. Sunoo observó a la chica unos segundos antes de entrar para ir al vestuario; se sentía demasiado avergonzado... Sin embargo, no era el único. Me quedé de piedra al igual que Giselle cuando nos quedamos a solas. El color de mi rostro delataba todo lo que sentía en aquel momento, pero Giselle no hizo ningún comentario, sólo se acercó a mí dando saltos y me llevó tomando mi mano al vestuario para comenzar con el entrenamiento. 

Giselle se quedó pegada a mí como una lapa durante todo el entrenamiento

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Giselle se quedó pegada a mí como una lapa durante todo el entrenamiento. Si de normal lo era, ese día lo fue incluso más. Yo estaba desconcentrada; aún no había terminado de solucionar las cosas con Sunoo, pero ella estaba más distraída, intentando tenernos a Sunoo y a mí en el mismo campo de visión, por si de casualidad intercambiábamos miradas, sonrisas o incluso si le pasaba alguna pelota. Parecía estar más obsesionada con nosotros que nosotros mismos.

Podía ver la picardía en su mirada y poco a poco en sus acciones. Lanzaba el balón con más fuerza, más lejos, desviado... Sabía lo que estaba tratando de hacer, y aunque lo intenté evitar con todas mis ganas, nuestro balón acabó llegando a las manos de Sunoo. El pelirrosa miraba de lado a lado, confuso, buscando al dueño o dueña del balón hasta que le levanté la mano, muy a mi pesar.

Sunoo sonrió asintiendo y en lugar de pasarme la pelota tal y como le había llegado, decidió acercarse a paso rápido y darme la pelota en mano, posando durante unos segundos su mano en mi espalda y luego desapareciendo de vuelta a su cancha. Giselle comenzó a dar saltos de lado a lado, mientras que Dosie la miraba con el ceño fruncido sin entender qué pasaba con ella.

—¡Dosie, los he visto besarse!

Giselle habló demasiado alto, ganándose la atención de las demás chicas llenas de curiosidad. Me acerqué con rapidez a Giselle y le tapé la boca, evitando que pudiera soltar ni una sola palabra más por esa boca, riendo nerviosa. Al ver que el equipo femenino había frenado su entrenamiento, el masculino paró para observar a las chicas por si había pasado algo preocupante. Miré a Dosie con la cara completamente roja, tensa, mientras suplicaba con los ojos que no lo repitiera, que no dijera nada, que simplemente lo dejara estar. Ella pareció entender su deber y chocó sus palmas un par de veces para ganarse la atención de los demás.

—¡Vamos! ¿A qué estáis esperando? ¡A entrenar, venga, a entrenar!

Destapé la boca de Giselle sintiéndome más tranquila y con el balón que tenía entre mis manos le golpeé la cabeza a la ruidosa chica.

Giselle, voy a matarte.—negué con la cabeza frunciendo los labios.
Adelante, entonces.—rió, sacándome la lengua. 

End Game.-Kim Sunoo y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora