OO9 | peligro

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Capítulo IX. Hay un asesino suelto en buenos aires.

 Hay un asesino suelto en buenos aires

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kiara's pov

—Si tuvieras la oportunidad de ser un animal, ¿cuál serías?

—No sé —Diego se encogió de hombros—. Alguno que vuele, así podría irme a donde se me cante.

—Tiene lógica —asentí—. Yo sería una ballena.

—¿Una ballena? —sonrió con burla.

—Sí, es el mamífero más grande del reino animal y además se la pasa viajando —escuché una risa de su parte.

—Sos muy creativa.

Continuamos hablando de cosas sin sentido mientras terminaba mi helado de vainilla. Hace un rato habíamos estado en una plaza boludeando y como ya se hizo tarde Diego se ofreció a acompañarme a mi casa.

Estos últimos días hemos estado hablando demasiado, me cae muy bien y es una de esas personas a las cuales podrías considerar "amigo" en tan poco tiempo.

Yo que pensé que nadie me iba a soportar.

—¿Qué es eso? —mis ojos siguieron el trayecto de su brazo observando lo que su dedo apuntaba.

Había una cantidad de gente enorme reunida afuera de una de las primeras casas que hay al entrar al condominio. Más exactamente la casa del señor Gómez.

—Vamos a ver —lo jalé del brazo y nos acercamos a la multitud.

Cuando estuvimos más cerca logré observar una ambulancia con personal médico y varios policías alrededor de la casa.

—¿Qué crees que pasó?

—Shh —lo callé.

El constante murmullo de las personas mas el ruido provocado por las sirenas de la ambulancia causaban que no pudieras escuchar nada.

Nos acercamos aún más esquivando el tumulto de gente y lo único que alcancé a escuchar fue la conversación que tuvo uno de los policías con la esposa del señor Gómez.

—¿Usted recuerda cómo era? —preguntó, sostenía una pequeña libreta en la mano y una lapicera—. ¿Alguna descripción que nos ayude a encontrar al asesino más rápido?

¿Asesino? O sea que...

Oh no.

—Sí —dijo mientras limpiaba su nariz con un pañuelo, sus ojos estaban rojos, se notaba que había llorado bastante—. Era muy alto, podía medir aproximadamente uno ochenta. Su cabello era marrón al igual que sus ojos y... llevaba una máscara negra que cubría desde la nariz hasta el mentón —mientras ella hablaba el oficial tomaba apuntes en su libreta—. Tenía también una cicatriz en su mano derecha.

—¿Es todo lo que recuerda? —ella asintió—. ¿No sabe si su esposo tenía... problemas con alguien?

—No —negó rápidamente con la cabeza—. Mi esposo era un buen hombre, no tenía conflictos con nadie.

Lies & Secrets ; spreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora