O39 | parálisis

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Capítulo XXXIX. Pesadillas, recuerdos rotos y la última oportunidad.

 Pesadillas, recuerdos rotos y la última oportunidad

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víctor's pov

[Año 2003]

Tenía cinco años cuando el mundo que conocía se desmoronó. Mis recuerdos del accidente son fragmentos borrosos, como un mal sueño que nunca termina. Recuerdo el calor sofocante, los gritos ahogados por el ruido de las llamas, y el miedo... un miedo que aún me persigue, incluso en la oscuridad de la noche.

Cuando desperté, no estaba en casa. Estaba en una habitación desconocida, rodeado de dos extraños. Un hombre de ojos fríos me miraba mientras yo trataba de entender qué estaba pasando.

—Tus padres... —dijo sin preámbulos—. Ellos no volverán por vos.

Era la primera vez que escuchaba la palabra "abandono". No podía comprender por qué mi madre no estaba ahí para consolarme, ni por qué mi hermano Iván no estaba a mi lado. Mis noches comenzaron a llenarse de pesadillas.

Era aterrador.

Estaba consciente, pero mi cuerpo no respondía. Sentía que algo oscuro estaba cerca de mí, susurrándome cosas al oído. Intentaba gritar, pero mi voz se ahogaba en la nada. No entendía lo que me estaba pasando, pero sabía que cada vez que cerraba los ojos, ese demonio silencioso volvía.

[Año 2004]

Las semanas pasaron en esa nueva casa. Una mujer a la que sin darme cuenta comencé a llamar "mamá" me cuidaba, aunque realmente no se sentía como en casa. Todo lo que hacía me recordaba que no pertenecía a ese lugar, y la niña con la que me obligaban a convivir, solo incrementaba ese sentimiento de resentimiento.

Me sentía como un extraño, un intruso. Los días eran largos, y las noches aún más. Las pesadillas se volvieron algo cotidiano.

Todas las noches veía sombras en la esquina de la habitación, observándome. Sabía que no eran reales, pero el miedo siempre estaba ahí.

Ese mismo año mis padres "adoptivos" por llamarlos de alguna manera comenzaron a discutir constantemente. No estaba acostumbrado a ésto, siempre estaba en medio de todo, cada vez me sumía más y más en mi propia oscuridad.

Mi madre adoptiva me protegía de las discusiones, pero cada vez que hablaban de Carlos, mi padre biológico, sentía que su odio se transfería a mí.

—Tu verdadero padre es el culpable de todo —solía decirme—. Él fue quien te dejó atrás. Pero no te preocupes, algún día todo se arreglará.

Esas palabras se quedaron grabadas en mi mente. Mi verdadero padre, me había abandonado. ¿Por qué? Esa pregunta rondaba en mi cabeza todo el tiempo, alimentando mi resentimiento.

Pasado un tiempo las peleas entre ambos no se intensificaron, pero si se separaron por completo.

Mi "madre" me explicó que ellos ya no podían estar juntos, y que era mejor que cada uno siguiera su camino. Ella se quedó conmigo, mientras mi "padre" se marchó con la bebé de tan solo dos años.

Lies & Secrets ; spreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora