Treintaiuno

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— Todo fue una apuesta.

Rodrigo frunció el ceño, sin entender lo que le decía su compañera de clase, en el recreo. Iván estaba en el baño.

— ¿Que decís?

— Iván no te quiere, estuvimos apostando a ver si te la creias.

Sintió como su garganta se cerraba, siendo incapaz de decir nada más ¿Iván haría eso?

Iván salió del baño, su compañera lo vió a lo lejos, en un movimiento rápido, tomó a Rodrigo de la cara y lo besó.

El pelinegro vio esto a lo lejos y fue hasta donde Rodrigo, gritándole, enojado.

Rodrigo empezó a llorar, no podía moverse, se sentía horrible.

Hasta que sintió como lo abrazaban fuertemente, abrió los ojos y suspiró desesperado.

Estaba en la casa de Iván, el cual lo abrazaba con fuerza al no saber cómo calmarlo. Rodrigo se sentó en la cama, y se puso a llorar más fuerte, tirando mechones de su pelo nervioso.

Iván al ver esto, le agarró los brazos y lo miró, luego prendió la luz cálida de la habitación y se sentó al lado de Rodrigo.

— Quédate tranquilo.

Le pidió, con la voz más suave que encontro, tenia un montón de sueño, pero se despertó al sentir como Rodrigo lloraba.

— Me estabas gritando, me dijieron que vos no me querías.

Rodrigo hablaba entre sollozos, respirando agitado, mientras pasaba sus uñas por sus brazos, haciéndose daño, Iván le agarró los brazos de nuevo, y dejó un beso en su cabeza. 

— Fue un sueño, amor, yo te amo.

Su voz sonó muy suave y cariñosa, quizás fue por el apodo que le dijo. Nunca pensó decir algo así, pero Rodrigo de verdad merecía su amor y comprensión, más en estos momentos.

El castaño levantó su cabeza, y lo miró, con los ojos llenos de lágrimas. Lo quedó mirando, tratando de creer que todo fue un sueño, Iván se veía muy calmado, no como en su sueño, dónde le estaba gritando cosas horribles.

Se abrazaron, por mucho rato, Rodrigo ya estaba respirando más calmado, Iván acariciaba su cabello suavemente, tratando de tranquilizarlo. Rodrigo después habló, suavemente.

— ¿Me amas?

— Más que a todas las cosas.

— ¿Más que a las galletas?

— Más que a las galletas.

— Está bien.

No parecía muy convencido.

— Te amo.

— Yo también.

— No, de verdad te amo, Ro, más que a todas las cosas del mundo, vos sos mi mundo.

Rodrigo sonrió, y suspiró, creyéndolo. Iván se levantó de la cama y dió un par de vueltas buscando algo en su habitación que calmada a Rodrigo, tomó un libro de poemas y luego se sentó en la cama, acunando al castaño en sus brazos.

Está bien, si quieres que te sea sincero, te diré la verdad

Si pasaria noches acariciando tu pelo, te cuidaría como nadie lo ha hecho ni lo hará

Yo si te contaría mi vida, cada secreto y verdad, cada lío en el que me he metido y me ha costado salir. Yo si te incluiria en mi desastrosa vida

Persiana Americana ! RodriVanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora