Dieciocho

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— ¿Te gusto?

Preguntó Iván. Rodrigo se avergonzó por lo que dijo y rápidamente se separó de él, sentándose en la orilla de la cama.

— No, o sea, si, per-

— ¿Por qué te gusto?

Iván estaba entre confundido y nervioso, no esperaba gustarle a Rodrigo pero a la vez lo suponia, de alguna forma.

En cambio, Rodrigo, sintió que Iván lo interrogaba de más y se sintió incómodo. Seguro no le gusto, pensó.

— Perdóname, lo dije sin pensar. Quizás te estoy incomodando, mejor me voy.

— No me incómodas. Solo que es raro para mí.

Rodrigo suspiró pesadamente, se había vuelto incómodo. Pensaba en miles de cosas demasiado rápido y sentía ganas de llorar.

— Vos también me gustas, mucho.

Iván se le estaba declarando, quedó increíblemente sorprendido.

— ¿Que? Enserio?

— Es re obvio boludito. Si no, no te prestaría mi campera, no te defendería, no dejaría que me abraces, no te hablaría, prácticamente.

— P-pero vos sos lindo.

— Vos también.

— No, Iván, me refiero a que vos de verdad sos lindo. No veo posible que de verdad te guste.

— Vos sos más lindo que yo, encima desde que te conocí me pareces re tierno y bonito.

— ¿Sos conciente de que lo que me estás diciendo es muy romántico?

— Si, pero bue. Con vos puedo ser más cariñoso.

Rodrigo sonrió, y abrazó a Iván apretándolo bastante, demostrando el infinito afecto que le tenía y que estaba dispuesto a darle.

— Che, Ro, te quiero y todo, pero no me dejas respirar.

Ambos rieron y se abrazaron más suave, está vez más tranqui y sin presión.

Ambos se acurrucaron en la cama y se taparon con las sábanas, robándose pequeños besos en el proceso.

— Después podemos ir a comer a mi casa, seguro mi mamá hizo almuerzo.

— Si, después. Ahora quiero estar con vos.

Persiana Americana ! RodriVanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora