Quince

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—¿Por qué siempre tiene que hacer tanto frío?

Dice Rodrigo mientras acaricia sus brazos en forma de calentarse, aún con su chaqueta puesta el frío era muy notorio, y más en la escuela.

—No sé, igual no tengo frío.

Iván hablaba normal, con tranquilidad, el castaño al notar esto puso sus ojos como platos ¿Acaso no sentía frío? Imposible.

El castaño tiritó, tenía sus labios morados. Estaba demás decir que el era una persona friolenta, aunque caiga una gota del cielo el sentira que está en la nieve.

— Tomá, cálmate

El pelinegro le pasó su abrigada campera, sin importarle mucho, aunque obviamente un poco se frío tenía.

Rodrigo dudó bastante si ponerse esa campera, ya que Iván se cagaba de frio, pero al notar que el otro estaba de lo más bien, accedió a colocarsela.

— Te vez tierno.

— Vos sos más tierno

Se dieron un pico, el cual los dejó completamente sonrojados, estás minis muestras de afecto hacían sus corazones temblar.

— Aquí está la parejita feliz.

Dijo una tercera voz, era su compañero de clase que una vez los vio agarrados de la mano. Obviamente no lo dijo en un tono amable, y eso no provocó nada bueno en Iván.

A él podían molestarlo, sabía defenderse, pero Rodrigo no, y una de las cosas que más detestaba en este mundo era que el castaño estuviera mal.

— Cerrá el ojete, o te hago callar de una patada en los huevos

Dijo Iván bruscamente, con su mirada sería, mientras se colocaba más cerca de la persona que lo estaba molestando. Rodrigo quedó atrás de Iván, sintiéndose más protegido.

No, Iván no hablaba así, al menos con Rodrigo, o con su madre, no lo hacía, y eso hizo que el castaño se sorprendiera.

— Veo que defiendes muy bien a tu noviecito, sos un gay asqueroso.

Iván apretó la mandíbula

— Ya quisieras ser como yo, pelotudo, que te metes con lo que se te cruce.

La discusión que ahora se convertía en pelea, con leves empujones no ayudaba mucho a tranquilizarse. Era niños, no conocían nada de la vida y claro estaba que nadie se metía con nadie, al menos no de forma sexual.

A sus ochos años de edad, Iván, entendió que hacer esa clase de comentarios ofensivos no estaba bien, tampoco pelear, el nunca se metia en peleas.

Pero por Rodrigo haría cualquier cosa, nadie más que el podía molestarlo, nadie más que el podía tocarlo.

El pelinegro sabía que su compañero, el idiota de su compañero, sentía o quizás sintió cosas por Rodrigo, lo que le hacía hervir la sangre.

— Al menos yo no soy asqueroso como vos, que te metes con el gay de Rodrigo.

Iván hizo una mueca de asco, si el pequeño castaño no estuviera aquí estaría cagandose a las piñas, pero tampoco quería que él lo viera de esa forma.

— Al menos a mi el lindo de Rodrigo me hace caso, no como a vos que ni tu mamá te aguanta, ¿Tan desesperado por atención estás? Andate a ver salame, que a vos lo que te faltó fue mano dura, por eso sos así de estúpido.

— Claro, lo decís porque a vos Rodrigo te tiene cortito, o quizas porque a tu mamá le faltó poronga en la boca y preferia desquitarse con vos.

— A vos te falta poronga, gil de mierda, no vas a hablar de mi familia ni de Rodrigo, porque me tiraría horas hablando de como la zorra de tu mamá se mete con el director para que no te echen del colegio, o de como cada novia que tenes dice que sos asqueroso y que lo corto que tenes de mente también lo tenés en el pito.

Iván empujó a su compañero, Matías, hacía una pared cercana, lo agarro del cuello de su remera y lo estampó más fuerte contra la pared, haciendo que este no pudiera respirar bien.

— ¿Así te gusta que te traten, eh? ¡Contestame!

Matías no hablaba, le costaba hacerlo, pero siguió provocando al alto.

— Así te trata Rodrigo a vos, gay asqueroso.

Iván soltó levemente a Matías, le pegó una piña en medio de la cara, lo agarró del pelo para que lo mirara.

— Volves a hablar de Rodrigo y te mato a trompadas.

— Hacelo cagón, hacelo.

La pelea empezó, Matías le pegó en la nariz a Iván, ahora esta sangraba. Obviamente el pelinegro no se quedó atrás, dándole una patada en la entrepierna, lo tiró al suelo y empezó a pegarle patadas, seguido de unos golpes en la cara.

— ¡Iván, cortala!

Era Rodrigo, Iván lo miró un momento, estaba llorando. Mierda, si el puto de Matías no le hacía daño, él si.

— Que nunca más me volvas a hablar en tu vida, ¿me escuchaste?

Dijo Iván y se retiró como si nada hubiese pasado, Rodrigo estaba un poco más lejos, cerca de unas bancas, cuando Iván se acercó Rodrigo se sentó, un poco alejado de él.

— ¿Porque te alejas de mi?

— ¿Porque peleas por mi?

El pelinegro lo vió a los ojos, esos ojos verdosos que se cristalizan rápidamente, que lo volvían loco.

— Te estaba defendiendo nada más, lo que haría un amigo cualquiera.

Iván vió hacia otro lado, restándole importancia, ya sabía porque Rodrigo actuaba así, él nunca demostraba cariño y ver cómo lo defendia a muerte dejaba mucho para pensar.

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Persiana Americana ! RodriVanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora