LXXXI. ( delphinus daughter of mallory )

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—El hijo de Regulus ya nació —le dijo James mientras leía la columna de un periódico que daba la información—. La hija, en realidad. Es una niña.

Carcomido por la curiosidad, Sirius solo se limitó a asentir con la cabeza, como si no fuera eso en lo que estaba pensando, preguntándose como la había pasado Mallory y si estaba bien. Temeroso de la verdad o de las mentiras.

—¿Sigues pensando que es tuya?

—Solo digo que según las fechas, hay una posibilidad.

James lo miró, sentándose al lado del sofá en el que su amigo estaba recostado y puso su mano en su cabeza en un signo de calma.

—¿Crees que deba ir? —le preguntó mordiéndose las uñas— A hablar con Mallory.

—Creo que deberías hacer lo que sientas mejor.

¿Pero que era mejor? ¿Quedarse con la idea sin poder confirmarla, o hacerlo pero no poder hacer nada por ello? Mallory no quería irse, quería y debía mantenerse con Regulus, e incluso él mismo se lo había dicho, para Sirius solo quedaba un papel de amante, ¿pero que tan denigrante eso?  

Esperó toda la tarde pensando en lo mismo, todo era un bucle que iba a lo mismo; la niña de Regulus, o su propia niña. Cuando se decidió por ir, vió las calles atardecer por lo que se apresuró, se arregló apresuradamente y entonces se apareció en la puerta de su casa. Debía irse, o debía quedarse. ¿Si estaba Regulus? ¿Si no lo estaba?

Titubeó y entonces tocó tres veces la puerta, abriendole así nuevamente Kreacher.

—Hola Kreacher.

—Buenas tardes, joven Black. ¿A que se debe su visita?

—Vine a felicitar a mi hermano y cuñada por su nuevo hijo, hija escuché.

—En efecto. El amo Black no está en casa y la ama Black está tomando su descanso post parto. No pueden recibirlo por ahora, regrese luego...

El elfo casi cerraba la puerta en su cara cuando él la detuvo para vovlerla a abrir.

—Lamento haberte hablado así la otra vez, Kreacher.

—No me importa, joven Black.

Él lo fulminó con la mirada pero antes de poder decir algo, Jim se asomó por la puerta, brillandole los ojos apenas vió a su padre.

—¡Pa! —exclamó alzando los brazos.

—¡Campeón! —lo abrazó para levantarlo en sus brazos—. Hace demasiado frío, vamo a dentro.

Sin dejarle a Kreacher poner excepción, Sirius se adentro en su casa para ver que se sentía un cambió desde la última vez que había estado ahí. Muchos cuadros ya no estaban, en especial en los que estaba él, cosa que solo le hizo sentir un vacío en el estomago.

—¿Quien era Kreacher? —preguntó una voz desde el segundo piso.

—Soy yo —respondió Sirius sabiendo de quien era esa voz—. ¿Si-Sirius?

—Ya sé que eres Sirius, ¿que quieres? —le cuestionó Mallory con fastidio.

—Hablar contigo... y felicitarte por tu hija.

—Gracias, ya puedes irte.

El pelinegro titubeó, dejando un beso en el rostro de su hijo para dejarlo en el suelo, comenzando a subir las escleras. Era obvio que Jim lo seguiría, pero tomaría su tiempo y eso era suficiente para que él pudiera tener un tiempo a solas con ella.

Cuando se encontró cara a cara con ella, la vió en un mejor estado del que pensó que estaría, a diferencia de las veces que la había visto tras su matrimonio con Regulus, ya no vestía de negro, ahora mantenía sus vestidos hazzel y sus perlas blancas, era como verla de nuevo en aquel baile en el que su matrimonio había sido concretado. Quería besarla, cada parte de su cuerpo, consolarla por el parto y amarla para siempre, en ese momento estuvo muy cerca de hacerlo pero no lo hizo, solo la miró con amor hasta que pudo formular palabras.

¹SEMPITERNAL # sirius blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora