LI. ( do not let her win )

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NO LA DEJES GANAR
chapter number fifty one

No se vivía de amor, pero tampoco con una cadena de perro que Walburga Black le estaba poniendo. No podía decírselo a su madre, pues era obvio que ella no sabía de Alecto, probablemente ni siquiera la reconocía. No había hablado con ella en años y siempre había sido ajena, jamás había pensado que en su poder tenía destruirla y probablemente tampoco ella pues no dudaba que ya lo hubiera hecho. Un patrimonio como el suyo no era negociable o desperdiciable, Alecto no lo sabía, nadie más que ella, Walburga y Aludra. Su querida y falsa Aludra.

Sabía que no era normal que una persona fuera así de rara con naturaleza, porque básicamente no lo era, había estado actuando y ahora no podía decir que tanto conocía, pues parecía que todo había sido falso. Demasiado bueno para ser verdad. Sin embargo Aludra ya no era su prioridad ni lo traicionada que se sentía, si no que su mente estaba en que hacer. Si perder su dinero o vivir aprisionada, porque Walburga jamás lo dejaría ir, la movería a su placer con ese chantaje y no dudaba en creer que ese había sido su plan desde el comienzo, tenerla entre sus manos. Y no quería vivir con una cuerda en el cuello durante toda su vida, así que esperó a que los días pasaran, intentando encontrar una solución a sus problemas incluso con Sirius, pero ninguno de los dos encontró una forma de irse victoriosos.

—Tu padre te dejó gran parte de su dinero, aún con la fortuna dividida para Corban y Alecto.

—Eso fue antes de que Corban me insultara y desheredara a todo aquel que no fuera su primogénita, es decir Alecto... —dio una pequeña pausa para intentar calmar aquel nudo en su garganta y no romper en llanto—me pregunto si, cuando hizo eso, en realidad lo hacía para darle todo a Alecto, o si de verdad me tomaba a mi como su heredera, si de verdad me tomó a mi en cuenta... o por qué no puso "Mallory Yaxley" y solo puso... primogénita.

Él solo acarició su cabello y dejo un beso en este.

—¿Que harás ahora, Mal? —preguntó el pelinegro y ella solo se encogió de hombros.

—Resignarme y escoger la libertad.

Sirius volteó a verla rápidamente y Mallory solo le dio un corto beso en los labios, esperando terminar de convencerse de que era una buena idea.

Una noche después se colgó en el brazo una gran mochila. Miró por la ventana, esperando a ver a Sirius con su moto de la cuál había estado alardeando las últimas semanas. Volvió a mirar a su reloj y luego observó toda su habitación, era complicado empacar diecisiete años de su vida en una maleta, saber que todo eso ya no sería suyo y que nada volvería a ser igual, pero no lo hacía solo por amor, lo hacía por la libertad, porque sabía que jamás sería libre si se casaba con Regulus, no hasta la muerte de Alecto y Walburga.

Bajó las escaleras y sintió que lloraría, mirando todo el lugar como la última vez que lo vería. Su madre estaba durmiendo, se había despedido de ella y en su mente le había pedido disculpas por haberse desviado del que en algún momento había sido su camino y volverse una humana con sentimientos los cuales la habían dominado, y ya no se sentía fuerte. Porque el amor a veces te hacía sentir fuerte y otras veces débil.

Caminó a la puerta y titubeó, las grandes puertas de su casa que llegaban hasta el techo. Cuando era pequeña se lamentaba no pasar tanto tiempo en su casa entre los viajes porque amaba su casa, su hogar y lo bien que se sentía cuando estaba en este. Besó la carta que le había hecho a su madre pidiéndole perdón y la dejó en la pequeña mesa cuando de pronto escuchó a alguin carraspear.

—La dejarás ganar —dijo su madre sentada en un sofá mientras lanzaba fotografías a la chimenea—. ¿Lo harás?

—¿A que te refieres...?

—Que todos sabía que Anne no era hija de tu padre, eran Amycus o Alecto. Entonces en el contrato dice una cosa; el hijo de Black con primogénito de Yaxley. Alecto se casaría con Regulus a cambio de protección o apoyo de mujer tan influyente como Walburga y tu te quitas del camino sola. Los dejas ganar —se levantó del sofá y lanzó la última fotografía, se acercó a ella y tomó su rostro—. Veo que tus genes Yaxley te están dominando, no los dejes hacerlo. Eres una Ollivanders tanto como una Yaxley, y los Ollivanders no nos vamos sin luchas, no dejamos ganar. Del amor no se vive, Mallory, creí que lo sabrías, ¿crees que serás feliz sin ni un solo galeón más que la pequeña fortuna que Alphard le dejará a Sirius? No, no lo serás. ¡Mira este lugar! Te di lo mejor para que ningún hombre te lograra impresionar, pero al primer amor caes, no me decepciones con esto. 

—No es por amor, es por libertad. Walburga me tendrá entre sus manos durante toda mi vida hasta su muerte, seré como su perro, me niego a ser la mascota de alguien, de vivir amenazada y asustada. Del amor no se vive, pero tampoco se vive si la libertad falta.

—Una vez que te cases con Regulus a Walburga no le convendrá que Alecto sepa que es la primogenita, Mallory. Piensa y quita ese estúpido amor de tu cerebro —escuchó el sonido de la moto afuera—. Cuando se casen, si Alecto se lleva el dinero, tu solo serás un estorbo para su hijo. ¿No te das cuenta que esta fiebre por el amor te está cegando? Esto no es lo que eres Mallory. ¿Renuncias a tu dinero, a tu vida? Por un chico con el que has salido ¿cuanto...? —tomó un sorbo de su vino— Cuatro meses. Dios mio. Estas idealizando una relación probablemente desastrosa en contra de lo que tienes ya en las manos; poder. Regulus puede no ser el mejor, pero si es alguien manejable, manipulable, Mallory ¡piensa! No se que es peor, si tu no pensando en tu futuro o yo extrañando la hija que había hecho, porque esto no eres tu. Dejaras a Walburga ganar... por amor, oh dulce amor. Mata a Alecto o toma de las manos que Walburga tiene en tu cuello, pero no te rindas, no lo hagas por un chico.

A Mallory le falto el aire ante aquella cachetada tan ruda y cruel a la realidad. Sollozo ligeramente y escucho el sonido de la moto nuevamente, estaba afuera, a metros de ella, podía salir y sabría que no había vuelta atrás.

Su madre sólo abrió los brazos y la llamó con una sonrisa. Estaba entre la espada y la pared, con una piedra en el abdomen y un corazón totalmente roto, queriendo escapar del mundo o caer al suelo.

Se había estado mintiendo todo ese tiempo sin siquiera darse cuenta.

—Pero yo lo amo...

—Todas amamos una vez a un chico con chaqueta de cuero y motocicleta que nos convence a hacer todo lo que nunca haríamos, mi vida. A eso me gusta llamarlo una probada a la naturaleza de los hombres; destrucción. Los hombres se van, cambian... mienten. El dinero y el poder no lo hace. Apuesto a que crees que Sirius te ama y probablemente lo haga pero este tipo de amor es igual que la juventud; efímera. No se trata de tener un hombre protegiendote, se trata de mover a los hombres para protegerte. Como un juego de ajedrez al que tu misma invitas para que te hagan jaque. ¿Perderás, mi vida?

Ella titubeo nuevamente, volteo a ver a la puerta y la volteo a ver a ella nuevamente, aún con sus brazos abiertos. Miro su casa, pensó en el futuro y luego entendió que no sabía nada más que las mejores decisiones siempre habían sido escuchar a su madre.

Dejó caer la bolsa junto a su corazón y lágrimas, ignoro el sonido de la moto y se abrazo a su madre, sintiendo que moriría cuando escucho a la motocicleta irse, porque con Sirius se iba de las pocas cosas que le hacía sentir como una adolescente; la imprudencia y curseleria que tanto él significaba, le daba un significado a su vida diferente a que cualquier otra persona le daba, y como el sueño que se sentía, ella había despertado.

No la trataban como a una niña, entonces no lo seria. Su madre tenía razón al decirle que podía tomar por las manos que Walburga tenía al rededor de su cuello y así hacerle pagar por haberle robado su vida.

Cueste lo que cueste.

¹SEMPITERNAL # sirius blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora