capítulo 2

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## Capítulo 2: La Caída en la Oscuridad

La noche cayó sobre la ciudad como un manto de sombras, envolviendo cada rincón en un silencio ominoso. Caleb, en su apartamento oscuro y silencioso, se debatía entre la cordura y la oscuridad que bullía en su interior. Las imágenes de sus acciones pasadas, los gritos de sus víctimas, resonaban en su mente como un eco retorcido.

La culpa, ese veneno que lo consumía, parecía desvanecerse en la penumbra de la habitación. Una sensación de euforia se apoderaba de él, haciéndolo sentir vivo de una manera que nunca antes había experimentado. El monstruo en su interior, alimentado por la oscuridad, comenzaba a despertar de su letargo.

Caleb salió a la calle, con pasos sigilosos y la mirada fija en la oscuridad que lo rodeaba. Las luces de la ciudad parpadeaban como estrellas distantes, distorsionando la realidad a su paso. Una risa fría y siniestra se escapó de sus labios, un sonido que le resultaba extrañamente reconfortante en medio de su tumulto emocional.

En un callejón solitario, su mirada se posó en un hombre desconocido, de espalda a él, ajeno al peligro que se cernía sobre él. Sin pensar, sin dudar, Caleb se abalanzó sobre su presa, el cuchillo frío y letal en su mano como una extensión de su voluntad retorcida.

La víctima, congelada por el miedo y la sorpresa, apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que la hoja afilada encontrara su carne. Un gemido ahogado, un último destello de horror en sus ojos, y la vida se escapó de su cuerpo como un suspiro final.

La sangre manchó las manos de Caleb, el líquido carmesí que le recordaba su humanidad perdida. Pero en ese momento, bajo el manto de la noche eterna, en medio del callejón oscuro y silencioso, esa humanidad parecía un precio barato a pagar por la libertad que sentía en ese instante.

El Hombre Sombrío, con su voz seductora y perversa, le susurraba al oído: "¿Ves, Caleb? El poder supremo de decidir sobre la vida y la muerte. El control absoluto sobre tus instintos más oscuros. Esto es lo que verdaderamente anhelas, lo que te define como un ser superior en este mundo de ovejas".

Caleb se sintió embriagado por la adrenalina, por la sensación de poder que lo envolvía como un manto siniestro. Una risa desquiciada escapó de su garganta, un sonido que se mezclaba con el eco de los gritos de las víctimas que lo habían precedido.

La oscuridad que lo envolvía ahora era completa, un abismo sin fondo del que ya no quería escapar. Cada asesinato, cada acto de barbarie, parecía alimentar la bestia que había latido en su interior desde tiempos inmemoriales. Esa bestia que ahora se deleitaba en la crueldad y el caos que desataba a su paso.

Con pasos vacilantes, Caleb abandonó el callejón, su mente turbada por una mezcla de emociones indescriptibles. La satisfacción macabra, el vacío emocional, la sed de sangre... todo se amalgamaba en un torbellino de sensaciones que lo envolvía como un vendaval.

De vuelta a su apartamento, se despojó de la ropa manchada de sangre, observando el reflejo de su rostro demacrado en el espejo. Ya no reconocía al hombre que lo miraba desde el otro lado, con los ojos brillantes de un depredador en su mirada.

La noche se deslizaba lentamente hacia el amanecer, pero Caleb sabía que la oscuridad dentro de él nunca cedería. Se había convertido en aquello que tanto temía, en aquello que había jurado destruir. Ahora, su destino estaba sellado en sangre y sombras, en un abismo del que no había vuelta atrás.

¿Ángel o Pecador?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora