## Capítulo 9: La Ira del Lobo
Me dejé caer en el sofá con un golpe sordo, el cuerpo cansado y la mente agitada. La imagen de Edgar, su sonrisa siniestra, sus palabras cargadas de desconfianza, me perseguían como un fantasma.
"¿Amigo o enemigo?", me pregunté, con la voz ronca y la mirada perdida.
¿Si se convertía en mi amigo, dejaba de sospechar de mí?
¿O sería una manera de acercarse a mí para descubrir mis secretos?
Eran muchas las interrogantes que me atormentaban.
Me miré en el espejo, observando los moretones de la pelea. Ignoré completamente las marcas de la batalla, concentrándome en jugar con mi cabello, tratando de calmar mi mente agitada. Luego opté por darme un baño.
Salí de la ducha con el vapor envolviendo el cuarto de baño, dejando una sensación reconfortante en mi piel. Mientras me secaba con una toalla suave, mi mente se perdía en mis pensamientos, en la tranquilidad que me brindaba aquel momento íntimo.
Después de secarme, se dirigí hacia el armario y seleccione cuidadosamente una camiseta negra de tela suave y unos pantalones cómodos a juego. Me deslizé en ellos con facilidad, sintiendo cómo la comodidad envolvía mi cuerpo.
Me acerqué al espejo y contemplé mi reflejo. Con delicadeza, peine mi cabello castaño oscuro, casi negro, dándome un aspecto pulido y elegante. Mis ojos, generalmente de un azul profundo, parecían más claros esa noche. Un tono azul claro y brillante que contrastaba con la oscuridad de el atuendo.
Terminé sentado en el sofá, dándole vueltas a la situación, sin encontrar respuesta.
¿Estaría Isabella pensando en mí?
¿Me llamaría alguna vez?
En ese instante, mi teléfono sonó.
Era ella.
Su voz, era alegre y dulce.
"Caleb, hola, perdón la hora, es un poco tarde, pero pensé que tal vez quisieras venir un rato a la biblioteca, ¿te vienes?Sin dudarlo acepté, rápidamente me encaminé al lugar, estaba entrando en la biblioteca, el mismo donde fue nuestro primer encuentro. Por alguna extraña razón me atraía demasiado. La idea de imaginarla con alguien que no fuera yo, me daban ganas de asesinar a quien se interpusiera. Aproveché la situación, quizás esta era la ocasión más cursi de mi vida, "expresar los sentimientos" es absurdo eso, no lo soporto, pero que más da, lo importante es que sea mía, me dije por dentro para luego entrar decidido en la biblioteca.
La biblioteca, con su olor a papel viejo y silencio sepulcral, era un escenario poco común para una declaración de amor. Sin embargo, Caleb la había elegido deliberadamente. La tranquilidad del lugar, la ausencia de miradas indiscretas, le permitía enfocarse en lo que realmente importaba: Isabella.
Ella estaba sentada frente a él, con la cabeza inclinada sobre un libro, su cabello castaño cayendo sobre sus mejillas rosadas. Caleb la observaba con una intensidad que le provocaba un escalofrío a ella. Era una intensidad gélida, casi inquietante, pero Isabella no podía negar que la atraía.
"¿Sabes?", comenzó Caleb, su voz grave y profunda, con un tono que nunca había usado con ella antes.
Isabella levantó la mirada, sus ojos azules encontrándose con los oscuros e impenetrables de Caleb.
"No me gustan las cosas complicadas", continuó él, "Las emociones son un lío. Pero... hay algo en ti que me intriga. Me fascinas."
Las palabras de Caleb no eran las que Isabella esperaba, pero había algo en su mirada, en el tono de su voz, que le decía que él hablaba en serio.
"No sé lo que sientes por mí", continuó Caleb, con una pequeña sonrisa que no llegaba a sus ojos. "Pero a mí me gusta verte, me gusta sentir tu piel contra la mía, me gusta sentir ese aroma tuyo... "
Caleb estaba hablando de una manera que no era romántica, pero que a ella le causaba un extraño placer.
"No te voy a prometer un cuento de hadas", dijo Caleb, con una sinceridad que la desarmaba. "Soy como soy. Un poco... complicado. Pero si me das la oportunidad, te prometo que no te aburrirás. Y te prometo que no dejaré que nadie te haga daño."
Caleb se inclinó hacia ella, su rostro a centímetros del suyo. Sus dedos, fuertes y ásperos, acariciaron su mejilla.
"Isabella", dijo, "quiero tenerte. No como una novia, no como una amiga... te quiero tener para mí, solo para mí. ¿Te atreves a jugar conmigo?"
Isabella, con el corazón latiéndole a mil por hora, se encontró con la mirada de Caleb. En sus ojos oscuros, vio una mezcla de deseo y peligro, de control y locura. Y, por alguna razón, eso la cautivó.
"Sí, Caleb", respondió ella, su voz apenas un susurro. "Me atrevo."
El aire se cargó de tensión, la biblioteca se convirtió en un campo de batalla, una lucha entre el bien y el mal. Isabella, atrapada en el hechizo de Caleb, sabía que se estaba adentrando en un territorio peligroso, pero no podía resistir la fuerza de su atracción.
Y Caleb, con una sonrisa triunfal, la atrajo hacia él, dispuesto a reclamarla como suya.
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¿Ángel o Pecador?
Mystery / ThrillerSoy Caleb Turner, un chico normal. Bueno, normal hasta donde la sociedad lo permite. Estudio, me gusta leer, escribir, pasar tiempo con mi hermano... No soy de los que se meten en problemas, de hecho, me considero un chico bastante agradable. Aunque...