capítulo 25

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Son meses los que he pasado desde que comencé mi cambio, evolución, al diablo con el término, lo importante es que he mejorado. De por sí, nunca fui muy inteligente. A su manera, le agradezco a aquellos ladrones que mataron a mis padres. Bueno, me dolió que se murieran, no eran malos. Pero eso, de alguna forma, forjó mi personalidad.

—Oye, —le dije a Brooke, que se estaba preparando para lo que podría ser otra noche emocionante.

—¿Qué quieres, tonto? —me respondió con una sonrisa pícara, una expresión que había aprendido a descifrar.

—¿Así me llamas ahora? ¿Prefieres asesino? —dijo Brooke, arqueando una ceja, y yo solo sonreí.

—Mmm, no me importa, así soy —contesté, sin darle mayor importancia, mientras observaba cómo se preparaba para lo que estábamos a punto de hacer.

—Brooke, te vas a manchar la ropa, —le dije, recordando la mancha de sangre que quedaría.

—Dejé mi sudadera negra, —dijo ella.

—Bueno, coge, —le dije, dándole mi chaqueta oscura.

—Gracias, —me sonrió torcida mientras preparaba el cuchillo.

Volviendo a apuñalar a ese pedófilo que llevaba días cazando, sentí una extraña satisfacción. La adrenalina burbujeante por mis venas siempre había sido un buen sustituto de la felicidad.

—Mmm, creo que voy a practicar fotografía, —dijo Brooke, como si todo esto fuera una broma.

—¿Y eso? —le pregunté, haciendo una pausa. —Esto es una obra de arte, el rojo de la sangre es precioso.

—Bueno, ¿me dejas? —le pregunté, pidiéndole el cuchillo.

—Vale, me lo entregó, —me dijo y me aparté unos pasos del hombre casi fallecido. Desde esa distancia, lancé el cuchillo y le di en el ojo.

—Gracias —dije feliz.

—¿Fuiste arquero en tu vida pasada? —me preguntó, riendo.

—Jaja, buena esa.

La puerta de metal del almacén abandonado donde estábamos se abrió de repente.

—Gray, —dijo Brooke sin mirar.

—Hola, hermanita —dijo él, cruzando el umbral con un leve gesto de preocupación. —Oigan, solo salí un segundo y ya mira cómo está este tipo.

Aprovechando que tenía a Brooke de espaldas, me tomé unos segundos para mirar su culo, tan sexy. Era un error, lo sabía, pero no podía evitarlo.

—Bueno, bueno, cometí un error, —dije apoyándome en la pared, casi desinteresado.

Ambos se giraron hacia mí, quitándose los guantes manchados de sangre.

—¿Qué hiciste? —preguntó Gray, poniendo una mano en la cadera.

—No les he comentado de Edgar, —dije con una sonrisa torcida a medias.

—¿Eres gay? —preguntó Gray en broma, encarándome con una sonrisa burlona.

—No, idiota, —dije rodando los ojos. —Ese tipo está investigando desde hace bastante.

—Antes... Mmm, pues sin querer resulta que yo...

—Habla, —dijo Brooke, esta vez sin paciencia.

—Le maté a la madre. —Estaba medio aburrido, salí a la calle y me molestó cuando me dijo "mocoso", y ahí la maté. Lo conocía de el instituto, parecía interesante. Pero ahora advierto, podría ser un problema. Me tiene en la mira.

¿Ángel o Pecador?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora