capítulo 27

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Como decirlo, me sentía como si estuviese jugando con mi cabeza. Ese tal Edgar parecía poder predecir que yo haría. Estaba realmente asqueada y asustada, de mi mente no salían las cosas escritas en el diario de Caleb... Edgar sentado delante mío en el restaurante donde yo trabajo.

"¿No me vas a decir?"

"¿Decir que?" Dijo él.

"Sabes más que bien lo que estaba escrito en el diario", dije esa última parte en voz baja.

"¿Que de todas las cosas?" inquirió él.

"De, de los homicidios", dije con ganas de vomitar. Edgar, aunque pareció disimularlo, se puso pálido, más que de costumbre. "¡Por qué no lo denunciaste sabiéndolo!"

Edgar de repente se paró abruptamente de la silla agarrándome con firmeza de la mano, sacándome del restaurante. "Describirlos", dijo él fríamente.

"¿En serio me estás pidiendo que te diga cómo ese enfermo describió los asesinatos que ha cometido?"

"Exactamente, habla". Dijo sacando una pequeña libreta del bolsillo de su pantalón al igual que un bolígrafo. "¿Lo vas a escribir?" Preguntó ella.

"Es para denunciarlo, no seas estúpida."

Solo recuerdo uno hablando de una señora rubia, creo que la fecha de muerte era 27 de agosto. Él con la cara entre dolor y frialdad me miró directamente a los ojos. "¿Segura que es esa la fecha?" Dijo él.

"Eso creo."

Lo anotó y me dijo, "ya puedes volver a trabajar, yo me encargo."

"Espera tú..." En ese momento mi jefae llamó desde dentro del restaurante de mal genio para que volviese a trabajar. No tuve más opción, él ni siquiera volvió, salió de ahí.

*

Lo que consideraba como una pequeña sospecha terminó siendo real. Este... Fue quien mató a mi madre... Prometí vengarte madre y lo haré. Fui de cabeza a la comisaría, entre los oficiales que comían donas perezosamente había uno que parecía tener unos 30 años que parecía concentrado en unos documentos.

"Podemos hablar oficial", le dije.

"Disculpeme ciudadano, pero estoy ocupado."

"Es urgente por favor."

"No puedo", dijo firme.

"¿No le interesa saber sobre los homicidios?" Pregunté.

El con rostro serio me miró, "¿que sabes?" preguntó.

"Sé quién es el asesino, ¿por qué no lo has denunciado?" Preguntó de mal tono.

"No tengo pruebas y recién lo descubrí, ¿lo conoces?" Dijo él oficial analizandome.

"Si oficial", respondí.

"Dígame su nombre", digo sacando parecía ser una hoja de interrogatorio o algo así.

"Caleb Turner." Dije su nombre.

El oficial pareció reconocer el nombre. "¿Caleb Turner?" repitió el nombre el oficial.

"Si, ese mismo nombre."

"¿Usted lo conoce?" Le pregunté al oficial con tono serio.

"Si, mi... mi padre fue el encargado de encontrar a los asesinos de sus padres, pero nunca se encontraron. La masacre de los Turner. Él lo presenció todo. Mi padre estuvo bastantes años detrás de los asesinos pero nunca los encontró, él siempre me contó de su deseo de querer justicia y sacó a destacar ese caso en algunas ocasiones." Dijo él oficial con mala cara.

"¿Como dices que es el asesino?" Preguntó el oficial analizándome.

"El, el tiene un diario y ahí escribe los homicidios que ha cometido..."

"¿Lo has leído?" Preguntó el oficial mientras escribía en esa hoja de informe.

"No, su novia sí, como sabes que no miente." Dijo el oficial serio.

"No miente, no lo puedo confirmar pero estoy seguro de lo que digo."

"¿Y por qué ella al saberlo no lo denunció? Eso es un delito de encubrimiento." Dijo él oficial frío.

"Oficial, créame, no miento."

El oficial entró en una oficina de las de la comisaría y salió de ahí con la misma expresión. "Ya van de camino a la dirección de el homicida unas patrullas."

Un nudo se formó en mi garganta. Por fin, después de todos estos años, la justicia se estaba haciendo. Mi madre no estaría sola en la oscuridad. Yo la había vengado. Pero no era el final. Caleb todavía estaba en libertad, y tenía que detenerlo. No podía permitir que hiciera daño a más personas.

Salí de la comisaría con una sensación de alivio mezclada con furia. Tenía que encontrar a Isabella. Ella estaba en peligro, y yo no podía dejarla sola. Caleb era un monstruo, y no iba a detenerse hasta que la tuviera a ella bajo su control.

Mientras caminaba por las calles, mi mente estaba llena de imágenes del pasado. Las caras de mis padres, la sangre, el terror. Las palabras de mi padre resonaban en mi cabeza: "Tenemos que detenerlo, hijo. No podemos dejar que se salga con la suya".

No iba a dejar que se saliera con la suya. Yo haría justicia. Yo la haría por mi madre, por Isabella, y por todas las personas que Caleb había lastimado. Este era solo el comienzo. La batalla contra Caleb acababa de empezar.

¿Ángel o Pecador?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora