## Capítulo 4: El Sabor de la Luz
La cafetería olía a café recién hecho, canela y algo dulce que no pude identificar. Era un lugar pequeño y acogedor, con mesas de madera y sillas de mimbre, lleno de un bullicio agradable que me permitía sentirme tranquilo.
Isabella rápidamente terminó sentada en una mesa cerca de la ventana, con un libro en la mano. Su cabello castaño, ligeramente despeinado por el viento, enmarcaba un rostro angelical, sus ojos brillaban con una intensidad que me atraía como un imán.
"Hola, Caleb", dijo ella, con una sonrisa que me hizo sentir cálido por dentro.
"Hola, Isabella", respondí, sintiendo que mis manos sudaban. Nunca había estado tan nervioso en mi vida.
Nos sentamos frente a frente, y comenzamos a hablar. Ella me preguntó sobre mis libros, sobre mis aspiraciones, sobre mi vida. Y yo, con un esfuerzo consciente, traté de no revelar lo siniestro que se ocultaba en mi interior.
Le conté sobre mi pasión por la escritura, sobre mi fascinación por los personajes sombríos y complejos, sobre la satisfacción que me producía crear mundos ficticios donde el horror y la muerte eran protagonistas.
Pero no le conté sobre el asesinato que había cometido la noche anterior. No le conté sobre la sangre que manchaba mis manos. No le conté sobre el monstruo que habitaba en mi alma.
Ella me escuchó atentamente, con una mirada que me hacía sentir como si pudiera leer mis pensamientos.
"Eres un escritor muy talentoso", dijo, con una sonrisa que iluminaba su rostro.
"Gracias", respondí, sintiendo que una pequeña parte de mí se estremecía.
Hablamos de libros, de música, de películas, de sueños. Ella me contó sobre su pasión por la escritura, sobre su deseo de ser escritora de ficción, sobre sus miedos y sus esperanzas.
Y por un momento, el horror que me había acompañado durante tanto tiempo se desvaneció. La presencia de Isabella, su luz, me había hecho sentir algo diferente, algo nuevo.
La tarde se fue, y la cafetería comenzó a vaciarse.
"Me he divertido mucho, Caleb", dijo ella, con una sonrisa que me llenó de una sensación extraña.
"Yo también", respondí, sintiendo que mi voz temblaba.
"Te invito a salir de nuevo pronto", dijo ella, con una mirada que me hizo sentir que había algo más entre nosotros.
"Me encantaría", respondí, sintiendo que mi corazón se aceleraba.
Mientras la observaba partir, con su andar elegante y su sonrisa angelical, me di cuenta de que algo había cambiado en mí.
La oscuridad seguía allí, pero ahora estaba envuelta en un velo de luz.
Esa noche, volví a mi refugio, mi diario.
"Hoy, un ángel me tocó", escribí, con una tinta que se deslizaba sobre el papel como una pluma suave. "Un ángel que me hizo sentir vivo, que me hizo olvidar lo horrendo que me habita."
"Pero la opacidad sigue allí", continué, con una letra más oscura, más agresiva. "Sigue siendo mi compañera, mi amante. Ella nunca me abandonará. Y yo nunca la abandonaré".
"La noche anterior, un hombre murió", escribí, sintiendo que la sangre fría me recorría las venas. "Un hombre que no conocía, un hombre que se cruzó en mi camino. Y yo lo maté. Lo maté por placer".
"Pero no se lo conté a Isabella", escribí, con una sonrisa que se dibujó en mis labios. "Ella no conoce mi otro lado que se esconde en mi interior. Y nunca lo conocerá".
Cerré el diario, con una sensación de satisfacción. Ese lado seguía allí, pero ahora estaba envuelta en una pequeña esperanza.
Una esperanza de que tal vez, solo tal vez, pueda cambiar.
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¿Ángel o Pecador?
Misterio / SuspensoSoy Caleb Turner, un chico normal. Bueno, normal hasta donde la sociedad lo permite. Estudio, me gusta leer, escribir, pasar tiempo con mi hermano... No soy de los que se meten en problemas, de hecho, me considero un chico bastante agradable. Aunque...