3| ¿PUEDO PASAR?

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Me había duchado y cambiado de ropa antes de ir hacia casa de Aaron

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Me había duchado y cambiado de ropa antes de ir hacia casa de Aaron. Cuando se acabaron las clases, me invitó a su casa a cenar; muchas noches me invitaban ya que mi madre casi nunca estaba en casa y Claire iba a preparar mi cena favorita.

Piqué al timbre de la puerta y oí corretear a Susi para abrirme la puerta.

—Noraaaaaaaaaa —gritó mientras me daba un abrazo en las piernas.

—Hola, princesita —la saludé agachándome y así poder devolverle el abrazo—. ¿Cómo está mi chica favorita?

—Bien, he acabado todos mis deberes, pero tengo que ir a darme un baño antes de cenar así que hasta luego —me dijo saliendo disparada escaleras arriba.

Negué con la cabeza sonriendo. Me encantaba esta niña. Yo era hija única así que Susi era como mi hermana pequeña y la adoraba. Después de cerrar la puerta de la entrada me dirigí hacia la cocina donde me encontré con Claire.

—Hola, cariño. ¿Cómo estás? No estaba segura de si vendrías —me dijo apretándome el brazo de forma cariñosa.

Sonreí.

—¿Pollo al horno con patatas? Tendría que estar agonizando para no venir.

—Y he hecho la salsa que tanto te gusta —me guiñó un ojo.

—¡Sí! ¿Qué estamos celebrando?

Ella solo movió varias veces las cejas en respuesta haciéndome reír.

Claire y mi madre eran tan distintas. Mientras que Claire era cariñosa, dulce y amable, mi madre era distante, fría y seria. Sabía que antes que no era así, pero después de lo que pasó con mi padre se deprimió y cambió.

—Tía Claire, ¿puedo ayudarte en algo?

Esa voz me congeló en el sitio. No podía ser. Había pasado toda la tarde sin poder concentrarme en ese maldito libro porque no podía dejar de pensar en el idiota de Victor. No tenía ni idea de por qué pensaba en él; era insoportable y no me gustaba. Estaba enamorada de Aaron. Sin embargo, solo escuchar su profunda voz hacía que mi pulso se acelerara y se me cortara la respiración. Cuando me atreví a mirarlo, vi que me observaba con los ojos entrecerrados.

—¿Qué haces tú aquí? —preguntó seriamente.

—¡Oh! ¡Genial, ya os conocéis! ¿Podéis poner la mesa para los seis? Clark está a punto de llegar —dijo Claire alegremente, sin darse cuenta de la tensión que había entre nosotros. Abrió el horno y tosió cuando salió algo de humo.

Victor, con el ceño fruncido, cogió los cubiertos mientras yo cogía los vasos para poner la mesa en el comedor. Una vez salimos de la cocina y estuvimos solos, se acercó a mí y me lo volvió a preguntar.

—¿Por qué estás aquí?

—Me han invitado a cenar, ¿qué haces tú aquí? —le pregunté tan cabreada como él.

1. Mi ÚnicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora