Esperaba que el día de hoy fuera mejor que el anterior.
Ayer, en el pasillo, vi a Elena manosear el brazo de Víctor, y sentí una impotencia y celos como nunca antes. Me imaginé acercándome a ella y arrancándole ese cabello rojizo hasta dejarla calva. Ella se acercó un paso más a él, y Víctor ni se inmutó. Yo lo veía todo rojo. ¿Por qué me importaba? Víctor no iba a ser mío nunca. Ambos eran lobos, lo veía claro. Parecían estar hechos el uno para el otro. Me dio un escalofrío ante ese pensamiento. No quería ni pensarlo ni verlo. Pasando por allí, la mirada de Víctor conectó con la mía y me pareció ver cómo el azul de sus ojos resplandeció antes de volver hacia ella.
De repente, Aaron apareció delante de mí con una sonrisa dulce y preciosa.
—Hola.
—Aaron, hola —intenté sonreír. Él ladeó la cabeza.
—¿Estás bien?
Asentí.
—Sí, claro, muy bien. Nos vemos luego, ¿vale?
Él frunció el ceño, pero me escapé rápido para evitar que siguiera preguntando. Miré por encima del hombro y vi cómo Víctor seguía con Elena, aunque esta vez Aaron se había unido a ellos en la conversación.
Hoy, en los pasillos, Sam no paraba de parlotear sobre su odiosa profesora de inglés mientras Sarah y yo asentíamos a todo lo que decía.
—¿Vamos esta tarde al Cuadrilátero? —preguntó Sam.
—He pensado que podríamos ir a una nueva casa de batidos que hay cerca de la biblioteca. Me apetece tomarme uno de chocolate —dije yo.
Sarah sonrió.
—Me encantaría —añadió rápidamente, con una emoción en su voz que me confirmó el motivo por el que pocas veces salía con nosotras. La biblioteca estaba al sur del río. Caso cerrado.
—¿Seguro? —le preguntó Sam—. ¿Tu novio te deja?
Sarah arqueó las cejas.
—Mi novio no me dice lo que puedo o no puedo hacer. No manda sobre mi vida.
—Lo siento, no era mi intención ofenderte —levantó las manos—. Solo era lo que parecía.
—No funciona así nuestra relación —se quejó Sarah.
—Déjalo, Sam —dije yo antes de sonreír—. Disfrutemos de que Sarah nos acompañe.
Sus ojos brillaron y entendí que le hacía ilusión salir con nosotras. Samantha se encogió de hombros aceptando.
—Hey, hola —saludó Aaron al lado de los chicos.
—Hola —sonreí.
Ty enseguida se acercó a Sarah y le dio un beso en la cabeza, haciéndola sonreír. Víctor me miraba fijamente, haciendo que las mariposas revolotearan en mi estómago. ¿Por qué me hacía sentir así? Lo odiaba, porque sabía que nunca habría nada entre nosotros, sin embargo, su mirada decía mucho. Jake miraba entre los dos como si sospechara de algo.
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1. Mi Única
Hombres Lobo🐺🌕 Nora tiene diecisiete años cuando su vida cambia radicalmente. Le encanta leer pero siempre ha sabido distinguir muy bien la fantasía de la realidad, hasta que una noche descubre el secreto que ocultan sus vecinos. El chico que le atrae y no so...