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Nora tiene diecisiete años cuando su vida cambia radicalmente. Le encanta leer pero siempre ha sabido distinguir muy bien la fantasía de la realidad, hasta que una noche descubre el secreto que ocultan sus vecinos. El chico que le atrae y no so...
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—Lo sabía. ¡Lo sabía! —exclamó mi amigo en cuanto Nora ya no podía escucharnos.
—Jake... —levanté las manos—, no es lo que crees.
—¿Y que crees que creo?
—Que solo ha sido un beso y que estoy tonteando con ella.
Frunció el ceño.
—Te equivocas. Sé de sobra que tú no tontearías con nadie. Lo que es peor, creo que te has enamorado de ella y que la estás poniendo en peligro por ser tan idiota. ¡Eso es lo que creo!
—Te equivocas. A medias.
Arqueó una ceja y di un paso hacia adelante bajando la voz.
—Estoy enamorado de ella, sí, pero no es tan simple. Es mi Única, Jake.
Los ojos de Jake se suavizaron.
—No es posible amigo, no es una de nosotros.
—Lo sé, créeme. Pero, ¡joder!, sino... es imposible todo lo que nos está sucediendo. Mira, iba a contártelo este fin de semana en el clan porque necesito vuestra ayuda.
—¿Qué? —preguntó.
—Digo que necesito ayuda para...
—No, no. Has dicho contártelo, en singular. —Cerré los ojos y suspiré al entenderlo—. ¿Ty y Aaron lo saben ya? ¿Confías en ellos, pero no en mí?
—No es así, Jake. Tú, junto a ellos, sois mis mejores amigos. Mi plan era contároslo mañana a los tres para poder hablar bien del tema. Ty no sabe que es mi Única, pero sí sabe cómo me siento realmente. Aaron me pilló ayer besándola, como tú, y en vez de hacer preguntas me dio un puñetazo.
—Te lo mereces, por idiota —murmuró entrecerrando los ojos.
—Lo sé. Mira, me habéis pillado los tres por separado justo antes de querer confesároslo todo. No es que no confiara en ti, te lo prometo.
—Está bien —suspiró—, vale. ¿Y ahora qué? ¿Cómo sabes que es tu Única?
—¿A parte del poco autocontrol que tengo cuando la tenga cerca? —pregunté sarcásticamente. Jake chasqueó la lengua.
—Sí, a parte de eso.
—Podemos olernos.
La seriedad de mis palabras lo convenció al segundo. Jamás mentiríamos en algo así, así que asintió sin necesitar escuchar nada más.
—¿Y cómo podemos ayudarte?
—Ni idea —gemí frustrado—, tal vez empezando a buscar en la biblioteca. Tienes que prometerme que no se lo dirás a nadie, todavía tengo que ver cómo afronto todo esto con Clark. Sabes lo peligroso que puede ser, dado que ella...
