38| LOS PADRES DE VICTOR

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Bajé las escaleras un poco intranquilo

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Bajé las escaleras un poco intranquilo. No sabía quién podía ser. Más valía que no fuera Tom o lo descuartizaría. Abrí la puerta de golpe y me encontré a Samantha con una sonrisa que desapareció por una expresión de sorpresa.

—Víctor —exclamó.

—Hola, ¿qué haces aquí?

—Oh no... la pregunta es: ¿qué haces tú aquí? —me preguntó con una sonrisa pícara.

—He venido a ver a Nora.

—Ya claro, a ver —dijo haciendo el gesto de las comillas con los dedos—. ¿Está aquí? —preguntó entrando en casa sin permiso alguno.

—Está arriba, ¿qué quieres? —pregunté en alerta.

—Ayer se dejó el bolso en el baile y se lo he traído personalmente para echarle bronca por desaparecer sin decirme nada.

—Sam —dijo Nora desde arriba de las escaleras.

—Tú —dijo su mejor amiga señalándola.

Nora bajó rápidamente y le dio un abrazo muy fuerte.

—Bueno, vale, si te pones así te perdono —dijo Samantha abrazándola también.

—Ha venido a traerte el bolso —le expliqué a Nora.

—¡Oh, gracias! Eres la mejor.

—Lo sé, soy fantabulosa —dijo ella orgullosa.

—Sigues siendo una creída —le reprochó Nora divertida.

Me gustaba verla así, feliz, sonriendo con normalidad. Normalidad, esa era la palabra clave. Su normalidad, su realidad, no era la misma que la mía. Fuera lo que fuera que viniera, sería un cambio muy grande en su vida, un cambio al que no le daban opción de escoger. ¿Cómo no había pensado en eso antes? Nora no solo tenía miedo a morir, era miedo a lo que vendría, a lo que pasaría. Teníamos nuestras vidas en manos de otro y no podíamos hacer nada para cambiar eso.

Las dejé un segundo a solas y subí a la habitación de Nora de nuevo. Ya tenía la bolsa preparada. Me senté de nuevo en su cama observando la fotografía que Nora me había regalado, mi mayor tesoro ahora mismo, pensando en lo que vendría. Que yo muriera y ella olvidara sería la opción más fácil para los dos, pero no era eso lo que quería para ella ni para mí. Seguía pensando que lo mejor sería cogerla y llevármela lejos para siempre.

—Ya se ha ido —me dijo Nora desde la puerta—. ¿Nos vamos también?

—Ven un momento a mi lado.

Nora se acercó a mí y se sentó a mi lado confusa, dejando a su lado el bolso que Sam le había traído.

—Antes mis preocupaciones eran no encontrar a mi Única y entonces no poder liderar el clan; es otra de las normas. Pero ahora mi única preocupación eres tú, es que no te pase nada. Si te digo la verdad, Nora, confío en Clark. Yo haré todo lo que haga falta para que no te pase nada y que juntos salgamos adelante. Pero, Nora, ¿tú estás dispuesta a ser la compañera de un líder de un clan de lobos, con todas las responsabilidades que eso conlleva, siendo humana?

1. Mi ÚnicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora