14| CONSECUENCIAS

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Me dolía todo el cuerpo

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Me dolía todo el cuerpo. Se nos estaba haciendo cada vez más difícil entrenar por las tardes porque mi tío Clark tenía demasiadas responsabilidades en el clan, y nunca encontrábamos el momento adecuado para hacerlo. Por eso habíamos comenzado una nueva rutina: despertándonos a las cinco de la mañana. A esa hora, nadie estaba despierto, así que podíamos entrenar con libertad, sin miedo a ser vistos. El problema era que, aunque Amalia había hecho un remedio increíble que me había sanado prácticamente todo, aún sentía dolor muscular. Junto al intenso entrenamiento, me sentía completamente destrozado. Mi tío seguía enfadado, y lo había pagado con el entrenamiento de hoy. Hubo momentos en los que realmente pensé que quería matarme.

Me crucé con Nora por el pasillo, pero la ignoré. Era la primera vez que lo hacía de esta manera, fingiendo que no me importaba. No hice contacto visual con ella y sentía que iba a explotar. Me planté frente a mi taquilla, esforzándome por no romperla. Sabía que ella estaba detrás de mí, en su taquilla, taladrándome con la mirada. Cerré los ojos, tratando de ignorar ese aroma dulce que me volvía loco. La escuché cerrar su taquilla con un portazo mucho más fuerte de lo necesario. Estaba enfadada conmigo, y no podía culparla. Había estado a punto de besarla y luego le dije que no significaba nada para mí. Menudo mentiroso estaba hecho.

—Hey, Nora —escuché decir a Tom—, ¿cómo estás? Desapareciste de la fiesta.

—Sí, lo siento, tuve que irme —le respondió Nora.

—Podrías haberme avisado. Te hubiera llevado a casa.

—Gracias, Tom. No era necesario.

—¿Fue una emergencia o algo así?

—Algo así —tembló su voz, pero se recuperó rápido.

—Por cierto... quería preguntarte. ¿Tienes pareja para el baile de otoño?

—Oh —se sorprendió Nora y yo tuve que apretar con fuerza la taquilla para no ir y darle un puñetazo a Tom—. No, la verdad es que no.

—¿Te gustaría ir conmigo? —preguntó Tom.

—Sí, claro. Me encantaría —contestó ella, sorprendida y contenta.

Apreté las manos en puños. Solo de imaginarme a Tom bailando con Nora, abrazándola por la cintura, tocándola...

Cerré la taquilla con tanta fuerza que algunos de los que estaban alrededor saltaron del susto. Iba a dar un paso hacia Tom cuando una mano se posó en mi hombro. Al mirar, me encontré con el profesor Sanders, con cara de enfado.

—Ten mucho cuidado, Victor. Te estoy vigilando.

Me tensé.

—No sé de qué me hablas —murmuré entre dientes.

Él miró hacia adelante, donde Nora y Tom nos observaban con el ceño fruncido.

—Yo creo que sí —susurró antes de irse.

Nora dio un paso hacia mí, pero yo retrocedí. Necesitaba espacio. En esos momentos me di cuenta de que lo que sentía por ella era mucho más fuerte de lo que pensaba. Sentía que mi lobo estaba a punto de salir, así que apreté las manos en puños y salí corriendo al baño para mojarme la cara.

En clase de biología estaba sentado al lado de Nora como siempre, pero ninguno de los dos dijo nada. Sabía que estaba enfadada conmigo porque "no quería saber nada de ella". Si supiera la verdad... ¡No! No podía saberlo. Me enfadé conmigo mismo y pasé la peor hora de biología de mi vida.

Esta vez, fue ella quien salió disparada de la clase, y yo me quedé mirando su espalda, deseando salir corriendo detrás de ella y abrazarla para no soltarla jamás.

—¿Qué le has hecho? —me preguntó Sam, enfadada. La miré unos segundos, sin saber muy bien qué decir.

—Nada.

Cogí mis cosas y me fui antes de que pudiera contestarme. Odiaba esta situación; necesitaba correr.

En la cafetería había demasiado ruido. Estaba removiendo el puré de patata sin intención de comerlo cuando Ty me dio un codazo en las costillas. Puse una mueca en respuesta; aún me dolía un poco. Ty frunció el ceño.

—¿Estás bien? —preguntó. No les había contado a ninguno sobre el ataque del oso. Sabían que algo había pasado, pero no sabían qué y no habían presionado, algo que agradecía, ya que Clark quería mantenerlo en secreto. Aaron intuía que había algo con Nora y que debía mantenerme alejado de ella, nada más.

—Sí, perdona. ¿Qué decíais?

—Jake estaba diciendo que ya tiene pareja para el baile —me dijo Aaron antes de volver a mirar a Jake—. ¿Volverás a ir con Amanda?

—No, en la fiesta de Natalie estuve hablando con Cloe. Es guapa y me cae bien, hemos decidido que iremos juntos.

Los lobos no podíamos ir a ningún baile con cualquiera. No debía ser humana, eso por descontado, pero tampoco se recomendaba ir con cualquier loba del clan.

—¿Le ves potencial? —preguntó Ty.

Jake se encogió de hombros, no muy motivado, pero asintió.

—Sí, tal vez. Es simpática.

—Yo esta vez se lo he pedido a Hannah —dijo Aaron.

Arqueé una ceja.

—¿En serio? ¿Hannah?

—Sí, me cae bien. Últimamente hemos hablado bastante; coincidimos en un par de asignaturas.

—Pero no os uniréis —dijo Ty—. Tu padre y su padre...

La madre de Hannah había muerto hacía dos años, y desde entonces, tanto Hannah como su padre estaban bastante mal. Clark y el padre de Hannah habían tenido ciertos desacuerdos a causa de ello.

—Lo sé, hemos hablado del tema también. Pero Hannah se desahoga conmigo, y eso está bien.

—Tú sabrás, colega —dijo Jake.

—Aquí el único cabrón con suerte es Ty —replicó mi primo.

Él nos dio una sonrisa ladeada y buscó a Sarah con la mirada. Ella se giró desde su asiento y le guiñó un ojo; nos estaba escuchando. Hacía tiempo que no se sentaba con nosotros; siempre acababa con Nora y Sam, y últimamente también con Tom.

—¿Con quién irás tú, Vic? —me preguntó Tyler—. ¿Se lo dirás a Elena?

Eso me hizo arquear una ceja.

—No pienso ir.

—Eso es inadmisible —dijo Jake con una seriedad que no le pegaba—. Es nuestro último baile de otoño del instituto.

—Por mí como si es el último baile del mundo. No iré.

—Sí irás, como que me llamo Jake. El baile es en dos semanas, eso significa que tengo catorce días para darte el coñazo hasta que aceptes. O puedes hacerlo ahora. ¿Y bien? ¿Qué decides?

—Yo preferiría aceptar —dijo Ty con la boca llena. Lo fulminé con la mirada por ponerse de su lado.

—No vas a convencerme, Jake.

Él me dio una sonrisa maliciosa.

—Ya veremos.

Dos horas después, Jake ya me había puesto la cabeza como un bombo y era probable que acabara comiéndose una taquilla.

1. Mi ÚnicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora