—Vamos a mi habitación, preciosa —le susurré a Nora.
Ella asintió y, sin soltarle, subimos a mi habitación. Le dejé una camiseta mía y un pantalón largo de deporte para que estuviera cómoda. Yo me puse el pijama y nos tumbamos juntos en la cama.
Estábamos los dos un poco tensos y nerviosos, pero al final acabé rompiendo el silencio. Necesitaba saber lo que pasaba por su mente.
—¿Estás bien?
—¿Crees que al final Clark decidirá qué debo morir? —me preguntó temblando un poco.
—Sé que no morirás —respondí con firmeza.
—¿Sabes que no moriré porque Clark decidirá que no moriré o porque tú «no vas a permitir que muera»? —me preguntó mirándome a los ojos.
—Ambas —le respondí sonriendo.
Ella suspiró y se tumbó apoyada en mi pecho, abrazándome por la cintura.
—Nora... Eres mi vida; y si tú mueres, yo muero. ¿Lo entiendes? —le dije acariciando su pelo, su cara, su espalda—. Estamos juntos hasta el final, literalmente.
—¿Qué quieres decir?
A ver cómo le contaba esto sin que se alterara.
—Desde el momento en que nos unimos, nuestras vidas se ligaron para siempre.
—¿Qué? —espetó incorporándose para mirarme fijamente. Tenía la boca entreabierta u quise darme un mordisco en ese labio que tanto me gustaba; pero no era el momento—. ¿Estás diciendo que si tú mueres, yo muero o viceversa?
La agarré de la cintura y la volví a tumbar, para que quedara bien encajadas conmigo.
—Sí, así que todo irá bien. Lo peor que puede pasar es que nuestra sanasachd te diera algo para olvidarme.
—¿La sanadora?
—Te has acordado —asentí.
—¿Y me estás diciendo que esa sanacomosediga hará que olvide todo? Espera, ¿no olvidaré solo que sois lobos? ¿Simplemente te olvidaré a ti? ¿En plan no sabré que existes, ni que te he conocido, ni que te quiero como a nada en el mundo? —me preguntó en un murmullo con los ojos muy abiertos.
—Exacto, cariño.
—¡No! No quiero olvidarte.
—Lo sé, pero no puedo vivir sin ti.
—Porque estás ligado a mí —susurró.
—No. Si hubiera una manera de que se desligara tu vida de la mía —que la había, pero no quise decírselo—, aun así, no podría vivir sin ti. No quiero vivir sin ti.
Nora cogió aire, como si se estuviera ahogando. Quise explicarle un poco más sobre eso, pero Nora me cortó.
—Mejor cambiemos de tema. Por favor —suplicó—. Mi mente está sobresaturada.
—Está bien —suspiré—. ¿Qué te ha parecido el baile?
—Una mierda —respondió rápidamente.
Los dos nos empezamos a reír como tontos. La verdad es que lo había sido. Hablamos de cosas sin sentido durante un rato para distraernos el uno al otro hasta que finalmente se durmió en mis brazos. Cómo me gustaría haberla tenido en mis brazos para siempre y no soltarla jamás. La observé dormir durante un rato hasta que finalmente me dormí con ella. En esos momentos pensé en que debería cogerla y llevármela bien lejos de aquí, huir juntos de todos esos problemas y ser felices juntos.
Tiempo después noté que alguien me movía el brazo. Abrí los ojos y me encontré a Aaron a mi lado con una media sonrisa.
—Buenos días —susurró.
—Hola, ¿qué hora es?
—Las diez, he venido a despertaros. Mamá está haciendo el desayuno y quieren que hablemos de la situación —me explicó aun susurrando.
Yo asentí y miré a Nora. Seguía dormida en mis brazos en la misma posición, no se había movido en toda la noche. Estaba preciosa.
—¿Qué se siente? —susurró Aaron observándola—. ¿Qué se siente al encontrarla y tenerla en tus brazos?
—A pesar de todo lo que hemos vivido, felicidad absoluta.
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1. Mi Única
Hombres Lobo🐺🌕 Nora tiene diecisiete años cuando su vida cambia radicalmente. Le encanta leer pero siempre ha sabido distinguir muy bien la fantasía de la realidad, hasta que una noche descubre el secreto que ocultan sus vecinos. El chico que le atrae y no so...