Ya había pasado una semana desde que Victor había empezado en el instituto. Habían sido días de altibajos emocionales: a veces me ignoraba, otras, era impertinente y en ocasiones sarcástico. No lo soportaba la mayor parte del tiempo, pero no podía engañarme: mis ojos lo buscaban por los pasillos, mi cuerpo reaccionaba cuando estaba cerca y ese aroma a bosque me dejaba aturdida. Podía ser borde, distante y arrogante, pero era el tipo más atractivo que había visto en mi vida.
Decidí apartar esos pensamientos y me dirigí a la taquilla de Sam para ir juntas a la cafetería. Era hora del almuerzo y aunque tenía hambre, no quería ni pensar en la comida basura que nos tocaría hoy.
Samantha se quejaba de educación física, como siempre. No prestaba mucha atención a lo que decía porque mi mente seguía pensando en Victor. Estaba obsesionada y ni siquiera sabía por qué. Era irritante y arrogante. No me gustaba. Me gustaba Aaron.
Una vez que cogimos las bandejas con comida, nos sentamos en nuestra mesa habitual donde Sarah ya nos esperaba. A veces se sentaba con nosotras y otras con Tyler, su novio.
—Estaba pensando que mañana después de clase podríamos ir al Cuadrilátero —propuso Sam mientras comíamos juntas en la cafetería.
El Cuadrilátero era el nuevo centro comercial del pueblo. Estaba al otro lado del río y tenía tiendas muy chulas.
—Me parece bien, hay una librería que me encantaría visitar.
—Tú y los libros —Sam puso los ojos en blanco—. ¿Y tú, Sarah, te apuntas?
Ella hizo una mueca.
—Lo siento, no puedo, no me va bien.
—¿Y si vamos la semana que viene?
—No os preocupéis, podéis ir sin mí. Luego me mandáis foto de lo que os habéis comprado —nos guiñó un ojo y siguió comiendo como si nada, pero me pareció ver un rastro de tristeza en sus ojos. Nunca nos daba la razón por la que no quedaba con nosotras, pero lo hacía poco. A veces me daba la sensación de que pasaba demasiado tiempo con Tyler, ¿y si era él el que no le dejaba salir con nosotras? O simplemente salir. Parecía posesivo, demasiado atada a él.
Samantha empezó a parlotear sin parar, como siempre. Esta chica necesitaba un botón de apagado de vez en cuando.
—¿Os podéis creer que ya tenemos el primer examen para la semana que viene? Solo llevamos tres semanas de clases y ya nos ponen un examen. Esto es explotación examentil.
—Esa palabra no existe —dijo Sarah.
—Ninguna de las que dice existen —repliqué.
—Sí existe, viene de examen y estudiantil. Búscalo en el diccionario —me retó. Sonreí.
—Bien, me apuesto todo un año de chocolatinas a que no existe.
—Mmmh... olvídalo.
Me reí entre dientes.
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1. Mi Única
Werewolf🐺🌕 Nora tiene diecisiete años cuando su vida cambia radicalmente. Le encanta leer pero siempre ha sabido distinguir muy bien la fantasía de la realidad, hasta que una noche descubre el secreto que ocultan sus vecinos. El chico que le atrae y no so...