Estuvimos hasta las once de la noche abrazados, besándonos, haciendo promesas, bromeando, contemplándonos, contándonos secretos, susurrando, riendo. Esas noches con ella se estaban convirtiendo en las mejores de mi vida. Se durmió en mis brazos y decidí que era mejor irme a casa. Le di un beso en la frente antes de salir de su habitación y dirigirme hacia la mía.
Al día siguiente, me levanté a las cuatro de la madrugada para el entrenamiento con mi tío. Últimamente, estaba más despierto que nunca y Clark se dio cuenta.
—Te veo de buen humor —me dijo divertido cuando acabamos de entrenar y nos dirigimos a casa.
—He dormido bien —respondí, encogiéndome de hombros para quitarle importancia.
Estaba en las nubes y no sabía cómo disimularlo.
Aaron y yo fuimos a clase, y el primero que vi fue a Jake. Empezó a hablar sobre el baile de otoño, cómo siempre, y por primera vez desde que empezó con sus «dos semanas de darme la lata», quería ir a ese baile. Quería ver a Nora con ese vestido que se compró, por mucho que me matara verla con Tom.
—Jake, ¡basta! —exclamé frustrado—. No puedo más. Tú ganas, está bien, iré a ese estúpido baile —gruñí, aunque por dentro sentía una felicidad inmensa.
Jake abrió mucho los ojos. No podía creer que hablara en serio. Ahora me miraba entrecerrando los ojos.
—¿Dónde está la trampa? —me preguntó desconfiado.
—No hay trampa. Iré, pero iré solo. Y ahora, si me disculpas, me largo —dije, apretando el ritmo hacia mi taquilla para coger mis cosas.
Giré a la derecha y me detuve de golpe. Nora, mi Nora, estaba con las chicas delante de la fuente, riéndose. Se la veía relajada y feliz. ¿Estaría así por lo de anoche? Sonreí sin darme cuenta mientras la observaba, pero la quité enseguida. Mierda, tenía que controlarme. No podían darse cuenta, nadie.
Caminé como si no la hubiera visto, pero al pasar por donde estaban ellas, aproveché que había mucha gente en ese pasillo para cruzarlo por detrás de ella y rozarle inocentemente el brazo. Noté cómo temblaba ante mi toque y eso me hizo sonreír como un idiota.
La mañana pasó muy lentamente, deseando que llegara biología para ver a Nora. La había visto un par de veces por los pasillos, una de ellas hablando con Tom. Casi me acerqué para darle un puñetazo en la cara y que se alejara de ella. Joder, solo de verlo con ella me ponía celoso; no podía evitar pensar en lo que pasaría el viernes en el baile mientras los viera bailar juntos. Solo de pensarlo, quería arrancarme el pelo y los ojos.
—Te noto diferente —me dijo Jake, mirándome fijamente.
Estábamos en la cafetería, era la hora del almuerzo. Siempre me sentaba con Jake, Ty y Aaron, además de quien quisiera unirse a nosotros. Hoy estaba un poco distraído y menos irritado por todo lo que estaba viviendo con Nora a escondidas, aunque intentaba actuar como en los días pasados.
—Eso es porque soy feliz. Ahora que por fin has dejado de hablar del baile ya no me duele la cabeza —dije, levantando una ceja.
—No, creo que no es eso —murmuró mirándome con sospecha—, aunque ya era hora de que aceptaras; estaba a punto de poner mi último plan en marcha.
—¿Y qué plan era ese?
—Secuestrarte —se encogió de hombros. Yo arqueé una ceja.
—¿Hablas en serio?
Ty asintió.
—Tenía un plan muy elaborado sobre cómo colarse en tu casa, meterte en el maletero de su coche y llevarte hasta el instituto.
—No lo veo yo para nada elaborado, te hubiera pillado y te habría dado un puñetazo —gruñí al escucharlos.
—No sé yo, soy muy rápido —me guiñó un ojo y yo puse los ojos en blanco. Jake era rápido, pero yo tenía muchos mejores reflejos que él.
—Aar y yo sabíamos que era un plan de mierda —se rio Ty—, pero la verdad esperaba que no aceptaras ir al baile para tener que ver cómo le dabas una paliza.
—¡Oye! —se quejó Jake. Los demás nos reímos a carcajadas.
Cuando llegó la hora de la clase de biología, me sentía nervioso. Sabíamos que era el día del experimento de genética y todos sospechaban demasiado de nosotros, así que habíamos planeado montar un buen espectáculo.
Me senté en mi sitio y lancé varias veces el bolígrafo al aire antes de atraparlo, mientras esperaba a Nora. Percibí su aroma antes de verla y sonreí. Mis músculos se tensaron cuando ella entró junto a Sam. La temperatura de la clase pareció subir, o tal vez solo fuera la de mi cuerpo. Nuestros ojos se encontraron por un segundo, antes de que desviara la mirada. Volví a lanzar el bolígrafo un par de veces más antes de que Nora lo atrapara al vuelo y lo aplastara contra la mesa con más fuerza de la necesaria.
Arqueé una ceja.
—Al final me sacarás un ojo —se quejó.
Mis labios se curvaron en una lenta sonrisa ladeada. El espectáculo había comenzado.
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1. Mi Única
Werewolf🐺🌕 Nora tiene diecisiete años cuando su vida cambia radicalmente. Le encanta leer pero siempre ha sabido distinguir muy bien la fantasía de la realidad, hasta que una noche descubre el secreto que ocultan sus vecinos. El chico que le atrae y no so...