Capítulo veinticinco

334 21 0
                                    


Tom Riddle.

Lord Voldemort.

La misma persona.

Justo ahora me encontraba justo al frente de Voldemort y se ve mucho menor de lo que debería.

—¿Ves? —susurró— es un nombre que yo ya usaba en Hogwarts, aunque sólo entre mis amigos más íntimos, claro. ¿Crees que iba a usar siempre mi sucio nombre muggle? ¿Yo, que soy descendiente del mismísimo Salazar Slytherin, por parte de madre? ¿Conservar yo el nombre de un vulgar muggle que me abandonó antes de que yo naciera, sólo porque se enteró de que su mujer era bruja? No, Harry. Me di un nuevo nombre, un nombre que sabía que un día temerían pronunciar todos los magos, ¡cuando yo llegara a ser el hechicero más grande del mundo! A Harry pareció bloqueársele el cerebro. Miraba como atontado a Riddle, al huérfano que se convirtió en el asesino de sus padres, y de otra mucha gente... 

Tiene sentido la verdad.

—No lo eres —dijo Potter. Su voz aparentemente calmada estaba llena de odio. 

—¿No soy qué? —preguntó Riddle bruscamente. 

—No eres el hechicero más grande del mundo —dijo Harry, con la respiración agitada—. Lamento decepcionarte pero el mejor mago del mundo es Albus Dumbledore. Todos lo dicen —giré los ojos y resoplé ante el comentario. No entendía el amor que sentía todo el mundo por Dumbledore —  Ni siquiera cuando eras fuerte te atreviste a apoderarte de Hogwarts. Dumbledore te descubrió cuando estabas en el colegio y todavía le tienes miedo, te escondas donde te escondas.

De la cara de Riddle había desaparecido la sonrisa, y había ocupado su lugar una mirada de desprecio absoluto. 

—¡A Dumbledore lo han echado del castillo gracias a mi simple recuerdo! —dijo irritado. 

—No está tan lejos como crees —replicó Harry. Riddle abrió la boca, pero no dijo nada. Se comenzó a escuchar una música en el túnel, se volvió para comprobar que en la cámara no había nadie más. Pero aquella música sonaba cada vez más y más fuerte. Era inquietante, estremecedora, sobrenatural. Se me pusieron los pelos de punta y me pareció que el corazón se me iba a salir del pecho. 

Apareció de repente un pájaro carmesí del tamaño de un cisne, que entonaba hacia el techo abovedado su rara música. Tenía una cola dorada y brillante, tan larga como la de un pavo real, y brillantes garras doradas, con las que sujetaba un fardo de harapos. El pájaro se encaminó derecho a Harry, dejó caer el fardo a sus pies y sele posó en el hombro. Cuando plegó las grandes alas, el pájaro dejó de cantar y acercó su cuerpo cálido a la mejilla de Harry, sin dejar de mirar fijamente a Riddle. 

—Es un fénix —dije mirándolo.

—¿Fawkes? —musitó Harry. 

—Y eso —dijo Riddle, mirando el fardo que Fawkes había dejado caer— eso no es más que el viejo Sombrero Seleccionador del colegio. 

Y así era. Remendado, deshilachado y sucio, el sombrero yacía inmóvil a los pies de Harry.

Gracias por tanto Albus.

Riddle volvió a reír. Rió tan fuerte que su risa se multiplicó en la oscura cámara, como si estuvieran riendo diez Riddles al mismo tiempo. 

—¡Eso es lo que Dumbledore envía a sus defensores, un pájaro cantor y un sombrero viejo! ¿Se sienten más seguros? ¿Se sienten a salvo? 

Ninguno respondió. 

Yo por lo menos no veía la utilidad de Fawkes ni del viejo sombrero.

—A lo que íbamos, Harry —dijo Riddle, sonriendo todavía con ganas—. En dos ocasiones, en tu pasado, en mi futuro, nos hemos encontrado. Han sido dos ocasiones en que no he logrado matarte. ¿Cómo sobreviviste? Cuéntamelo todo. Cuanto más hables —añadió con voz suave—, más tardarás en morir. 

Prohibido ||¿una Weasley en Slytherin? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora