Hace años que Nya esperaba su ansiada carta para entrar a Hogwarts.
Pero ¿Qué pasaría si su estadía el colegio no era lo que realmente esperaba?
Al cumplir once años, Nya Cristinne Weasley entrará al colegio en donde toda su familia había asistido...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
capítulo treinta: Hipogrifos
Me levanté temprano para poder desayunar y tuve que aguantar todo el desayuno a Draco y Pansy haciendo chistes sobre Potter y su desmayo.
Mi primera clase fue adivinación.
La verdad no pude ver mucho, al parecer no tengo el don de la adivinación.
La clase fue algo densa debido a los presagios de muerte de la profesora, pero no me asusté ya que, Fred y George me dijeron que escucharon que Trelawney predice todos los años una muerte y nunca pasa.
La segunda hora la tuve libre, así que fui a estudiar un poco a la biblioteca para luego almorzar e ir a cuidado de las criaturas mágicas.
Vi a un Hagrid con aspecto nervioso junto a su cabaña esperando a los alumnos.
—¡Vamos, dense prisa! —gritó a medida que nos aproximabamos—. ¡Hoy tengo algo especial para ustedes! ¡Una gran lección! ¿Ya está todo el mundo? ¡Bien, síganme!
Anduvimos por el límite de los árboles y cinco minutos después nos hallamos ante un prado donde no había nada.
—¡Acérquense todos a la cerca! —gritó— asegúrense de que tener buena visión. Lo primero que tienen que hacer es abrir los libros.
—¿De qué modo? —dijo la voz fría de Draco.
—¿Qué? —dijo Hagrid.
—¿De qué modo abrimos los libros? —repitió Draco.
Todos sacamos el ejemplarde El monstruoso libro de los monstruos, el cual, todos habíamos atado con algo, ya que si no, nos comería vivos.
Literalmente.
—¿Nadie ha sido capaz de abrir el libro? —preguntó Hagriddecepcionado.
Todos negamos con la cabeza.
—Tienen que acariciarlo —dijo Hagrid, como si fuera lo más obvio del mundo— miren.
Cogió el ejemplar de Hermione Granger que era las más cercana a él y desprendió el celo mágico que lo sujetaba. El libro intentó morderle, pero Hagrid le pasó por el lomo su enorme dedo índice, y el libro se estremeció, se abrió y quedó tranquilo en su mano.
—¡Qué tontos hemos sido todos! —dijo Malfoy despectivamente—.¡Teníamos que acariciarlo! ¿Cómo no se nos ocurrió?
—Yo... yo pensé que os haría gracia —le dijo Hagrid dubitativo.
—¡Ah, qué gracia nos hace...! —dijo Draco— ¡Realmente ingenioso,hacernos comprar libros que quieren comernos las manos!
Suspiré fuertemente ante el comportamiento del rubio. Al parecer este año llegó más intolerable que nunca.
—Cierra la boca, Malfoy —le dijo Harry en voz baja.
Draco abrió la boca para hacer otro comentario pero me acerqué rapidamente a él al haber notado que Hagrid se había quedado algo triste.
