10- LA LESIÓN, EL LIBRO Y LA DONCELLA.

194 13 3
                                    

A la mañana siguiente, me desperté algo más tarde de lo normal. Me había costado tanto conciliar el sueño que mi madre casi se negó a despertarme por la mañana cuando no oí el despertador. Lo primero que hice fue ir a la caseta, topándome con una escena no inesperada, pero sí cómica.

- ¿¡Qué!?- exclamó el capitán cuando Gouenji le entregó la hoja de baja por enfermedad.

- Lo siento, pero no podré participar en el siguiente partido -se disculpó mientras le ayudaban a sentarse.

Me senté a observar el panorama y me propuse ayudarle como compensación por haber entrado en la habitación de su hermana y para agradecerle que me hubiese acompañado a la consulta del doctor. Todos se lamentaban y yo reía pues no se les entendía cuando hablaban todos al unísono.

- Lo siento -repitió Shuuya con una media sonrisa por el barullo que se había montado.

Le acompañé todo el día llevándole la mochila. Él se quejaba de que no necesitaba ayuda, pero sabía que no era así. No era la primera vez que ayudaba a un lesionado y todos decían lo mismo: "No necesito ayuda"

- Vamos, no mientas-le dije alzando una ceja-. Pareces un niño pequeño al no querer reconocerlo -le eché en cara con recochineo.

- Ja, ja. Muy graciosa, García -gruñó negando pues ya se daba por vencido con ese asunto.

- Lo sé -respondí sonriendo ampliamente.

Le ayudé a entrar al taxi mientras se disculpaba con Endou otra vez, quien no paraba de decirle que no pasaba nada.

- Confía en nosotros. Todo va a ir bien -le recordó abrazando un balón mientras el respo corría alrededor del campo.

Asintió y se fue en el bólido, aunque se notaba que no se lo creía del todo. La verdad es que era una pena que ni tan siquiera pudiese quedarse al entrenamiento. Aun así, si le había dejado mi libro favorito para que no se aburriera, "Memorias de Idhún" de Laura Gallego. Espero que le guste, es una saga muy importante para mí. De optativa tenía español y yo seguía con francés así que le prestaba libros bastante a menudo y, como su padre lo estudió en el pasado, también me dejaba alguno que otro. El entrenamiento acabó bastante rápido, siendo sincera.

- No me hace gracia jugar sin Gouenji-reconoció suspirando Kazemaru.

- Sí, especialmente después de haber creado esa supertécnica tan increíble -afirmó Domon cruzándose de brazos.

- El Inazuma Ichigo -apuntó Endou buscando el cuaderno.

- ¿Cómo?-preguntó el chico extrañado sin comprender de qué hablaba.

- Lo saqué del cuaderno secreto. Mi abuelo tuvo la misma idea y dejó por escrito. Era un genio, ¿verdad?

- Sí, pero, sin Gouenji, no podréis usarlo -le recordó Shinichi.

- Que no juegue no debe afectar al equipo -murmuró el estadounidense con un tono despreocupado.

- Tiene razón -comenté apoyándolo a pesar de que esa desconfianza seguía en mi pecho-. ¿No os dais cuenta de que os comportáis como antes del partido contra el Occult? Sí, siempre ha sido nuestro seguro, pero hay veces que debemos arriesgarnos sin él.

Miramos las tablas para ver cómo le iba a nuestro antiguo rival, que se enfrentaba al Shuuyou Meito (Instituto Otaku). Por lo que había investigado, era un equipo malo y me sorprendía que hubiesen llegado tan lejos si eran como apuntaban sus datos.

- Hemos mejorado mucho desde el anterior partido-dijo Endou animando a la tropa.

- ¿Y si ellos también han mejorado?-preguntó nuestro Gruñón particular apoyándose en un tronco.

El amor de rubí. Parte 1.VivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora