29- LA MÁQUINA DE SUEÑOS IMPOSIBLES.

139 8 7
                                    

No me sentía demasiado bien después del encuentro con aquel chico que algún día fue mi amigo. Había cambiado y no precisamente para mejor. No quedaba ni rastro de aquel que sonreía sin más, de aquel que no se detenía ante nada. Solamente quedaba una cosa de él, el recuerdo. Entrenemos como locos y más de una vez mirábamos a nuestro guardameta que estaba obsesionado con aquella técnica definitiva que no parecía querer salir. El entrenador nos llamó y nos dirigimos a la entrada donde nos esperaba.

- Haremos una concentración.-nos dijo seriamente.

- ¿Cómo?¿Una concentración?-preguntó Endou mientras todos intercambiábamos miradas.

- Pasaremos la noche en el colegio y haremos la cena entre todos.- explicó.

- Ya he pedido permiso para que podamos.-aclaró Natsumi.

Endou dudaba de que fuese el momento de divertirse pues la técnica no salía y, dentro de unos días era el partido.

- ¿Crees que eres capaz?-preguntó.

- Sí, creo que puedo sacarla.-respondió.

- Déjalo, es imposible. Tu abuelo la dominó después de un duro trabajo constante no con un entrenamiento a lo loco. Además, estás tan absorto en esta que no piensas en nada más. En ese estado, jamás serás capaz de dominarla.-le reprendió.

- Tal vez, te vendría bien olvidarte de ella por un rato.- propuso Kidou.

- Pienso igual.- comentó Ichinose- Además en América hay un dicho popular que dice: "Vísteme de pato que me da risa".

- ¿De pato?-preguntó Aki- ¿No es "Vísteme despacio que tengo prisa"?

- Sí, también se puede decir así.-dijo riendo.

- No solamente allí se dice, también en España lo usamos.-le respondí- En todo caso, tienen razón.

- Id a prepararos y venid aquí a las cinco.-ordenó el entrenador.

Salí de allí corriendo tan rápido como pude para recoger las cosas rápido. Cogí el picaporte y entré.

- Hola, papá. Vamos a hacer una concentración con el equipo. Dormiremos allí así que no hace falta que hagas cena para mi.-dije subiendo a mi habitación.

- Pero, hija, explícamelo mejor.-respondió mi padre.

- Pues, como se acerca la final nos concentraremos como las selecciones.-expliqué cogiendo una mochila.

- Ahora si que te he entendido. Diviértete.-te recomendó saliendo de la habitación.

Miré el armario y elegí mi pijama azul. También metí un par de calcetines, un libro, una camiseta, unos pantalones pirata, ropa íntima y un neceser de higiene personal.

- Listo. Adiós, papá.

Saliste y aún quedaba media hora. Corriste a casa de Gouenji y llamaste al timbre. La persona que te abrió fue la asistenta.

- Hola, Valeria. Si vienes a recoger a Gouenji, está en su habitación.

- Muchas gracias.

Dejé los zapatos en un rincón y fui hacia la puerta. Llamé y entré viéndole ante la mochila, todavía, vacía.

- ¿Necesitas ayuda?-pregunté.

- ¡Ah! No me des esos sustos.-exclamó tratando de recuperar la respiración.

- Pero, si he llamado. ¿No me has oído? Pero, anda que tu cara no ha sido divertida.-empecé a reír.

- No te rías, no hace gracia. ¿Y si me da un ataque al corazón?

El amor de rubí. Parte 1.VivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora