17- LA FLECHA DE CUPIDO.

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El entrenamiento se reanudó con varios tiros a portería usando la nueva técnica definitiva. Aquella superaba cualquier tiro que hubiésemos visto hasta el momento. Entonces llegó el presidente de la junta escolar.

- ¿Quién es ese carroza?-preguntó Domon.

- Oye, es el presidente de la junta escolar y el padre de Natsumi.-dijo Someoka. ¿Cuándo habían empezado a tutearla?

- Acabo de llegar a este instituto, ¿a mi qué me cuentas?

Todos nos reunimos en la banda para oír hablar al sr. Raimon. Endou mantenía que era un antiguo jugador del Inazuma Eleven mientras que Natsumi, decía que era parte del comité organizador del torneo.

- Os felicito por haber llegado a la siguiente fase. Entrenados, menuda sorpresa. ¿Quién lo diría? Nuestro equipo liderado por un miembro del legendario Inazuma Eleven.

- No diga eso.-se excusó el entrenador- Eso forma parte del pasado.

- De todas formas, gracias a vosotros el torneo a recobrado su prestigio. Espero que podamos ver partidos tan apasionantes como los que hemos visto hasta ahora.

- Claro.-añadió Endou.- Chicos, nos esforzaremos para ganar el torneo. Y espero que venga a animarnos.

- Por supuesto.

- ¿Algo más, padre?-preguntó nerviosamente Natsumi.

- Sí, de echo hay algo más. Quiero ver la sede. Dicen que está un poco vieja.-argumentó mientras nos acercábamos.- Vaya, si que esta vieja.

- Tan vieja como que es la que usábamos en nuestros años.-dijo el sr. Hibiki.

- ¿De verdad? ¿Lo dice enserio?-preguntó Endou.

Todos estábamos expectantes. ¿Cómo era posible? Bueno, era antigua. Pero, no diría tanto. Entremos dentro y el entrenador empezó a mover la cesta de los balones dejando ver pintadas que hicieron ellos hace 40 años. Había mucha,s pero solo supe que una era del abuelo de Endou por la mala expresión.

- Tanto tiempo y no nos dimos cuenta.-dijo Someoka.

- Estaban en las sombras.-comentó Kageno.

- Casi se puede sentir su fuerza.-dijo el presidente dándole toque a un balón.

Empezó a dar toques hasta que se le escapó y, intentando controlarla, le chutó a Endou a la cara. Se disculpó y dejó el esférico en su sitio.

- En esta sede con nuevos jugadores estaréis un poco apretados, ¿no?

- Pues, ahora que lo dice...

- Es verdad que tiene muchos recuerdos pero me da miedo que se caiga a pedazos. Por eso había pensado en proporcionaros una nueva base.

Todos vitoreaban al presidente mas algunos de nosotros nos quedemos callados. Le habíamos cogido cariño y habíamos pasado muchas cosas.

- Prefiero seguir tal y como está.-dijo Endou.- Escuchadme. Esta sede a visto los tiempos malos en que no podíamos jugar ningún partido, los tiempos del Inazuma Eleven. Esos momentos, esta sede forman parte de la memoria del Inazuma y son un gran referente para nuestro equipo.-argumentó Endou muy acertadamente.

- Yo le he cogido cariño y creo que, Endou, ha dicho todo lo que pensaba. Es nuestra historia, es nosotros. Yo no la cambiaría por nada.-dije yo.

- Creo que tiene mucha razón.-añadió Someoka.

- Sí, debemos decorar nuestra sede con el trofeo del torneo nacional. -apuntó Kazemaru.

Seguidamente, salimos a entrenar más animados que nunca. Miyasaka Ryou se paró ha hablar con Kazemaru y yo pasé fugazmente a su lado.

- Hola, Miyasaka.

- Hola, Valeria-chan.

No presté más atención y me puse a regatear conos todo lo rápido que podía. Endou paraba balones a palazos y, cuando paró para recuperar el aliento, se dio cuenta de que el veloz atleta aún no había vuelto.

- ¿Dónde se ha metido, Kazemaru?-preguntó.

- No se, voy a buscarle.-dijo Teppei.

- Yo voy ha dejar esto en la caseta. Tal vez le vea.-añadí cogiendo un par de balones deshinchados. - Y, de paso, cojo los guantes de portero. ¿Puedes dejarme una equipación de portero?

- Claro, están en una caja cerca de la cesta de balones.

Entré a la caseta y dejé los balones cerca del hinchador y saqué mis viejos y maltrechos guantes de portera. Hacía tiempo que no los usaba y ya iba siendo hora. Me puse la otra equipación y, al salir, vi a Kazemaru haciendo una carrera con los chicos del club de atletismo. Les sacó varios metros de distancia. Sin duda, era imposible alcanzarle. Volví al campo y me puse los guantes.

- Si que has tardado.

- Lo siento.-dijo excusándose.

- Esa carrera con los de atletismo ha sido increíble. Tengo que intentar aprender de ti.-le dije.

- ¿Nos viste?-asentí con una sonrisa.- Muchas gracias. ¿Puedo practicar los tiros contigo?-preguntó señalando los guantes.

- Dalo por supuesto. Cuando quieras.

- ¿Por qué la equipación de portera?

- Para sentirme como una portera. Gracias, Endou.-le dije al portero.

- De nada.-me contestó gritando.

Ajusté los guantes y detuve los tiros que pude. Me estiraba hacia las escuadras y me lanzaba al suelo pero ninguno consiguió entrar. Me quité un mechón de pelo de un soplido pues no me dejaba ver. Luego empezaron las prácticas del Honoo no Kazamidori y yo me puse a entrenar con Someoka. Antes de la carrera, siempre acertaba en medio de la red sin embargo, esta vez, el tiro se desviaba. Me quedé mirando un momento y, cuando quise darme cuenta, el tiro del delantero había impactado contra mi estómago.

- ¿Estás bien?-dijo acercándose.

- Hombre, si que te golpee un pepinazo en la tripa es estar bien, estoy de fábula.

- Anda, levanta y bebe un poco de agua. De paso mira por si tienes algo.

Me acerqué a la banda y bebí un coco de una botella que me tendió Haruna. Me acercó el botiquín y me inspeccionó.

- Parece que no quieran que juegue. Menudos días llevo.-comenté.

- Y que lo digas. Has pasado más tiempo con curas que Endou en toda su vida.

Nos reímos y me vendó un poco. Me escocía y me molestaba pero seguí parando tiros. Claramente, a le pasaba algo a Kazemaru y todos sabíamos que tenía que ver con el club de atletismo del instituto. Acabó el entrenamiento y todos se fueron del campo. Me quedé observando como un banon había quedado incrustado entre las ramas de un árbol. Me acerqué a él y empecé a trepar todo lo concentrada que pude. Cuando estaba a punto de alcanzarlo una voz me hizo perder la concentración y resbalar. No caí al suelo sino que me cogió. O, al menos lo intentó. Caí encima de él quedando sonrojada.

- ¿Estás bien?-dijo mientras apartaba un mechos de pelo de mi cara- ¿Qué hacías ahí arriba?

- S-sí. Un b-balón se había quedado allí y-y fui a cogerlo.-mi voz sonaba nerviosa.

- Me alegro.

Me levanté al darme cuenta de que seguíamos igual. Miraba cohibida hacia el suelo mientras él se levantaba y se quitaba la tierra de encima. Se acercó a mi y me miró.

- Gracias por todo y siento este pequeño problema.-dije.

- No te preocupes.-respondió encaramándose a la planta.- Ya está. Aquí tienes la pelota.

-Gracias.

Saltó y me entregó en mano el objeto. Yo seguía roja como un tomate por esto. Sí, siento algo muy poderoso. Sí, es amor. Y, sí, no se lo diré.

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GLOSARIO:

Miyasaka Ryou: Miles Ryan.

El amor de rubí. Parte 1.VivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora