28- SE PRESENTA UN DIOS.

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El entrenamiento de aquel día estuvo cargado de ánimos por parte del capitán, más que de costumbre. Le había visto meter la cabeza dentro de un balde de agua y no le había dicho nada porque confiaba en que sabía lo que estaba haciendo. Pero aquel día no paró de tener sorpresas. Veía a Gouenji más taciturno que de costumbre y se veía el odio en su mirada. Lo malo esa que no tenía ni idea de como consolarle.

- ¿Qué puedo hacer?-me preguntaba constantemente.

- ¿De qué?-preguntó Aki.

- Para volver a hacerle sonreír.-le contesté señalando al delantero sutilmente.

- Te aseguro que volverá a sonreír. Las sonrisas no desaparecen y los sucesos positivos las devuelven. No te preocupes.

Sonreí y volví a la práctica. Desde que entré allí soy más rápida, más fuerte y más decidida. Me alegro de haberles conocido pero hay una pregunta que me ronda la cabeza. No me preocupa, ni tan siquiera tiene relevancia pero querría conocer la respuesta. ¿Qué hubiese pasado si me hubiese quedado en el Zeus? Esa pregunta no tiene respuesta pero, creo, que me alegro de que sea así.

-  Valeria.-oí a Gouenji que pasaba.

Casi estaba cerca de mi pero muy alta y, para mi sorpresa, hice un movimiento digno de una acróbata. Sorprendida pasé a Kidou y continuó el entrenamiento.

- Chicos.-llamaron las gerentes- Hemos echo onigiri para el almuerzo.

Fui a la fuente a lavarme las manos antes del entrenamiento topándome con Kidou que estaba cogiendo el jabón.

- Hola, Kidou.

- Hola. ¿Te pongo un poco?-preguntó mostrando el bote de  jabón, no seáis mal pensados.

- Gracias.

Volvisteis hablando mientras os secabais las manos mientras oíais a las gerentes reprenderles por no lavarse las manos y a Endou diciendo que él sería el primero. Cuando el resto del equipo nos vieron volver ya de la fuente se apresuraron a lavarse las manos. Todos mostremos las manos limpias antes de comer. El más feliz de comer, el capitán.

- Las damas primero.-dijo Kidou atrasándose un poco.

- Muy amable.

No dejemos ninguno en las bandejas. Eso si, había algunos que parecían el mar Muerto de sal que llevaban. Justamente eran los de Natsumi. No creo que sea buena idea decírselo. Yo había echo una sola vez en la cena de casa del capitán. No salieron mal, a decir verdad. Cuando salimos del instituto Gouenji cogió otra ruta que yo sabía donde iba.

- Hasta luego.-les dije un par de calles más adelante.

- ¿Tú también?¿No estaréis Gouenji y tú confabulando algo en nuestra contra?-preguntó Endou.

- Déjala, alguna razón habrá.-contestó Kazemaru.

- Adiós.- se despidieron seguidamente.

Corrí entre las calles de la ciudad hasta el hospital. Hacía tiempo que no visitaba a Yuuka y ya iba siendo hora. Subí las escaleras para llamar a la puerta y entrar.

- Hola, Valeria.-saludó el chico.

- ¿Qué tal está?-pregunté sentándome a su lado.

- Como siempre. Aunque yo preferiría que despertara.-respondió con una sonrisa.

- Que fuera provocado ha sido un duro golpe, estoy segura. Ahora toca ser fuerte y luchar.-le animé.

- Lo haré por mi hermana.

- Así se habla. Bueno, Yuuka, se nuestra diosa de la victoria. Será mejor que me vaya al restaurante con los chicos que ponen falta si no voy. Hasta luego.

El amor de rubí. Parte 1.VivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora