Me sentí confusa a partir de aquel bofetón y aquella mirada. La verdad es que, posiblemente, todo sea cosa del golpe contra el palo. Pero no era normal que, aquella desorientación, durase tanto. Al menos, el siguiente partido, lo podré jugar sin problemas. Gouenji no parecía enfadado sino que trataba de ayudarme en todo momento en que le necesitaba. La fiesta duró bastante y el Rairaiken bullía alegría por todos los costados a pesar de que éramos los únicos allí dentro. Yo no comí nada, tan solo me quedé un rato escaso.
- Chicos, me voy.-les dije sonriente.
- ¿Ya?- preguntó Endou desde detrás del mostrador.
- Sí. Debo devolver un libro y ayer no pude ir. Hasta luego.
- Te acompaño.-se ofreció levantándose el delantero de fuego.
- No hace falta. Disfrutad.
Salí con lentitud pues aún cojeaba un poco disimuladamente. Llevaba el libro de Kidou en la bandolera y fui calle arriba en busca de su mansión.
- Buenos días.-me saludó el padre del chico.- ¿Qué tal el golpe?
- Bie... ¿Vio el partido?-pregunté.
- Fue increíble. Pasa.
Nos sentemos en el salón ante una taza de té. Pronto bajó el estratega sentándose a mi lado con sorpresa.
- ¿Qué tal el libro?
- Ha sido muy interesante. Siempre he sido fan de la Grecia Antigua. Toda la edad antigua es mi pasión.-comenté entregándole el tomo.
- ¿Ya lo has leído? ¡Qué rapidez!-dijo sujetándolo.
- Sí. No era muy complicado.
Así pasemos la tarde entre tazas de té y conversaciones serias. Kidou me invitó a ver su biblioteca y a que eligiera otro ejemplar mientras le contaba a lo que me refería con aquel "los". Le miré y él me miraba, supuse, con una cara de sorpresa y de resignación ante los actos tan ruines de su ex-entrenador.
Por la noche, el capitán me envió un mensaje en el que me decía que jugaríamos mañana en el campo de la ribera contra el Inazuma Eleven. Quise comprobarlo y le envié un mensaje a Shuuya. Esperaba que no estuviese durmiendo. A les pocos minutos, me llegó un mensaje en el que confirmaba el encuentro. '
- Esto va ha ser interesante.-me dije en voz alta.
A la mañana siguiente, me levanté temprano y mis padres estaban en pie. Mi padre cocinaba mientras mi madre miraba unos planos para el esqueleto del planeador que llevaba semanas fabricando. Mientras, mi padre recitaba las frases de algún texto para el juicio que tenía entre manos. Básicamente, lo de cada mañana.
- ¿Por qué te levantas tan pronto hoy domingo?-preguntó mi madre levantando la vista del DIN A3.
- Es que tenemos un amistoso contra el antiguo equipo del Raimon.- expliqué entre tragos de leche y bocados de magdalenas.
- ¡Eso está genial! Me pasaré a veros. -dijo mi madre y sonó el timbre.-¿Sí? Gouenji Shuuya. Encantada de volver a verte pasa.
- Buenos días.-dijo con una reverencia.
- Hola. Soy el padre de Valeria, encantado.
- Igualmente.- declaró quedándose en pie.
- Siéntate. ¿Has desayunado?-preguntó mi madre ofreciéndole asiento.
- Sí, muchas gracias.
Después de la charla y que tuviese que esperar a que me vistiera (sí. Cuando vino, iba con mi pijama. Azul con topos multicolores y un conejo en la camiseta), salimos de casa corriendo a la ribera del río. Los veteranos estaban allí pero aún faltaban algunos de nuestros chicos. Tal vez, el capitán, llegase tarde a veces a clase pero, si tenía algo que ver con fútbol, era el primero en presentarse. El detective de la otra vez, Onigawara Gengorou, hizo de árbitro. Poco a poco, el resto del equipo apareció.
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El amor de rubí. Parte 1.Vivir
FanfictionValeria García Romero es una chica de 14 años que, por el trabajo de sus padres, abandona su España natal para embarcar en un vuelo al archipiélago de Japón. Allí conocerá a personas diversas y vivirá más de una mala situación que deberá superar con...