· Capítulo 35 ·

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POV Fernanda

Luego de ese beso, que fue interrumpido por una enfermera entrometida, no hablamos más. Yo le dije que iba a la cafetería y él se quedó en la habitación.

Me temblaban las piernas. No podía creer lo que había pasado. Obviamente yo quería que pasara desde que llegó. Pero sabía muy bien que eso era meterse en un terreno un poco turbulento.

A mí siempre me habían gustado los vejetes, pero es que este hombre solo 5 años mayor que yo, me derretía. Y ahora más, que había probado sus besos.

Pido un café y me siento un rato para despejar mi cabeza. Lo disfrute sí, pero estaba segura de que no quería ser la amante de nadie, si esa era su intención. Prefería estar sola que en una relación tormentosa. Ya para tormentos está la vida misma.

Me termino mi café y subo con otro para él. Será una ofrenda de paz. Cuando entro en la habitación lo encuentro en la silla al lado de Mimi.

- ¿Pasó algo?

- No, está igual.

- Te traje un café.

- Gracias Fer.

- Bueno me voy que ya la bebé ha estado mucho tiempo con la enfermera. Avísame cualquier cosa y mañana hablamos con tu familia ¿sí?

- Vale. Perfecto.

- Hasta mañana. - y doy cara vuelta y me dirijo a la puerta cuando escucho que me llama...

- Fer.

- Dime...

- Perdón ¿sí? No quería incomodarte.

- ¿Tú me viste incómoda?

Él se me queda mirando y le digo...

- Mira Lucas tú estás casado y a punto de ser padre. Yo soy la mejor amiga de tu hermana, en coma aquí presente. Así que lo mejor es que lo olvidemos ¿sí? Te lo agradezco mucho, porque creo que de verdad necesitaba un beso. ¿Pero hasta allí si?

- ¿Necesitabas un beso?

- No me líes.

- No, yo solo pregunto.

- Hasta mañana Lucas. - y salgo corriendo de allí antes de lanzarme para volver a besarlo.

Llego a la casa y me recibe la princesa más bonita del mundo. La enfermera la acababa de bañar y estaba estrenado una de la ropitas que le habíamos comprado la semana pasada.

- Tu mamá escogió esa ropita ¿sabías? Ella está loca por conocerte, pero primero está haciendo algo importante. En cuanto pueda, sé que te llenará de besos. No como los besos de tu tío. No esos no.

Me estoy volviendo loca, ya le estoy hablando a una bebé recién nacida de besos con lengua. ¿Pero es que a quien engaño? Necesito sexo, ese beso me lo confirmó. Estos meses de celibato me tienen mal. Pero mejor no pienso en eso y me concentro en mi sobrina.

Le preparo su comida se la doy y la acuesto a dormir. Es tan buena. Cuando estoy embobada viéndola siento la puerta de la casa y me extraño. Salgo a ver si es la enfermera que olvidó algo.

Pero no. No era la enfermera. Era Lucas.

Cuando nuestras miradas se conectan, no me dice nada solo camina hasta donde estoy y sin esperar un segundo más me besa nuevamente. Y ya después de eso no pudimos parar. Yo estaba que ardía de deseo. Y él también. Parecíamos dos animales saciando su necesidades más primitivas.

Madre mía, este hombre era una caja de sorpresas. Le gustaba el sexo duro y pasional, me hacía ver las estrellas con cada embestida y cada nalgada que me daba. Luego de voltearme como un calcetín, en varias posiciones placenteras, caímos los dos exhaustos en la cama.

Ardiente Secreto [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora