Capítulo 24

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–¿Me explicas otra vez por qué no estás saltando de alegría por el hecho de que ese capitán buenorro se haya convertido en tu cliente regular? –preguntó Alisha pasándose la esponja por los hombros desde el otro lado de la bañera.

–Está espantando a los demás clientes –expliqué sin entrar en detalles.

–¿No es eso bueno? Es decir, ya paga lo suficiente como para reponer toda tu noche, entonces es mejor atenderlo solo a él que aguantar a tres –me miró como si me revisara. –Además, te veo perfectamente, asi que no entiendo por qué te resistes tanto a aceptarlo.

Miré a mi compañera de baño que tenía el cabello recogido en un moño alto y algunos mechones sueltos flotaban alrededor de su cuello. No podía explicarle mis verdaderas razones por las cuales me era tan complicado simplemente quedármelo como cliente y olvidarme del resto. Decidí cortar la conversación antes de que fuese a terreno peligroso.

–Da igual. Hablando de cliente regular. No puedo dejar de pensar que lo que dijo Leonora –comenté pensativa. –Ese cliente del que siempre estás hablando. ¿Era cliente de Mónica? Por eso se llevan tan mal.

Ella movió la cabeza en un gesto de afirmación y frunció el ceño con la mirada perdida.

–Felix, así se llamaba, era un aldeano que comenzó a venir para beber unas copas en la barra. Solo eso. –dijo recordando. –Según recuerdo llegaba, se sentaba en la barra y bebía unas cuantas jarra de cerveza, no tenía mucho dinero así que la cerveza era todo lo que se podía permitir hasta que conoció a Mónica.

Asentí, esperando que eligiera las palabras para continuar.

–No me malentiendas, adoro a Mónica, pero su tono verdoso no es muy atractivo por aquí, además por lo general los hombres prefieren mujeres como Marissa o Leonora, altas y curvilínea o delgadas y de figura estilizada así que la señora Marjorie no tuvo de otra que bajar el costo del servicio de Mónica para hacerla accesible y de esa manera el miserable de Felix pudo comenzar a contratar a Moni –Alisha se enjuagó los hombros antes de continuar. –Con el tiempo se volvió su cliente regular, a veces, cuando íbamos a la aldea coqueteaban o la venía a visitar durante la tarde y salían a dar paseos. Hasta que un día Mónica nos confesó que Félix le había pedido matrimonio y que ella había dicho que sí.

Abrí mi boca con un jadeo de sorpresa. Según lo que había contado Leonora él solo la estaba utilizando. No podía imaginar cuánto debió de dolerle, cuánto sufrió al verlo irse con otra y luego cuando Leonora le gritó aquellas cosas durante el desayuno frente a las demás, debió de sentirse devastada y herida de una forma que me era prácticamente incomprensible.

–Marta, mi excompañera de habitación se había ido hacía unas semanas, también había conseguido la declaración de un soldado y tras casarse se mudó a la capital, no era de alto rango pero fue su pase para abandonar esta vida de forma segura. La señora Marjorie incluso le obsequió dinero para el viaje y todas pensábamos que Mónica iba a seguir sus pasos, pero todo se derrumbó la noche que Felix cruzó las puertas vestido con el uniforme naranja de los soldados del Ejército de Fuego y en lugar de dirigirse a Mónica que sonreía orgullosa en cuanto lo vió, se pasó la noche disfrutando de las atenciones de Leonora y más tarde pagó por irse a la habitación con ella.

–No puedo siquiera imaginar cómo se sintió Mónica –susurré prácticamente en shock. –Pero... ¿Cómo es que Leonora se pasó toda la noche llamando su atención si sabía que tenía algo con Mónica?

–Avaricia, egoísmo o lo que sea que mueve a esa perra. Todas le retiramos la palabra después de esa noche y Mónica pasó días y noches encerrada en su habitación, era Talia quién le llevaba la comida y la obligaba a asearse –Alisha se puso de pie y enrolló su cuerpo en una toalla antes de acercarse a la puerta. –De todas maneras un par de días después movilizaron al desgraciado a un destino que solo el Eterno conoce, Leonora perdió todo nuestro apoyo por unas monedas y Mónica no ha vuelto a ser la misma.

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