Capítulo 10

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¿Qué acababa de pasar?

La pregunta de Caín me tomó desprevenida. Había visto lo que sucedió, o algo así, pero de alguna manera en mi subconsciente seguía creyendo que había sido el príncipe quién había evitado a tiempo que me golpearán las saetas de agua. Lo miro a los ojos aún haciéndome la misma pregunta y la verdad es que no tengo ninguna respuesta.

–Hazlo de nuevo –dice y niego aún en estado de shock.

–No tengo idea de lo que acabo de hacer –respondo con sinceridad.

–¿Tienes idea de si tuviste algún pariente Elemental del Agua? Generalmente no se presentan las habilidades tan tarde, pero imagino que habrá una pequeña posibilidad. Si llegases a tener algún pariente tal vez...

–Alteza... –lo interrumpo, de repente recordando lo que dijo antes de que esto pasara y ahora se que no soy más que una simple conocida. –Soy huérfana, así que no tengo idea de como se veía mi árbol genealógico y estoy segura de que no podía hacer eso antes.

Estoy más que segura de mi respuestas. Durante los años en los que no entendía del todo el tema de las habilidades y no había accedido a los pocos libros de los que pude disponer en la biblioteca para hallar respuestas, intenté constantemente mover una gota de agua sobre la encimera o detener la caída de la lluvia que se filtraba por el pequeño agujero en el techo del cuarto de mamá. Años más tarde lo seguía haciendo por simple curiosidad y nunca, de ninguna manera había logrado mover o hacer levitar alguna gota de agua. De hecho había obligado a Ria a explicarme algunos "trucos" de sus habilidades cuando nos hicimos cercanas en la Academia.

–¿Estás completamente segura? –cuestiona

–Le digo que si, Su Alteza. Sería incapaz de mentirle, además de que es inútil hacerlo –respondo y lo veo entrecerrar los ojos ante mi tono formal.

Ignorándolo, me bajo de la barrera y me acerco a pasos decididos hacia el lago. Trazo con todo mi brazo un movimiento mucho más exagerado que los que suelen emplear los Elementales como Ria o Caín, pero que mi amiga me había explicado era uno de los básicos que enseñaban a los niños cuando tenían edad suficiente para comprender la energía.

  –Sentir la energía es el objetivo de estos ejercicios, nuestro elemento se mueve con fluidez, por lo tanto nuestra energía elemental también, no le ordenamos a las aguas que se muevan, les ofrecemos una guía a través de la cual transitar. No la creamos, la empleamos –dijo Ria mientras movía de manera sinuosa sus extremidades y a su alrededor danzaban tiras de agua que emergían de la fuente del apartado parque.

Mis habilidades incluían modificar la Flora que ya existía, más grande, más pequeña, otorgarle el brillo del verano o teñirla con los ocres del otoño, por lo que entendía lo de emplearla. Sin embargo yo podía crear también, hacer nacer de la nada cualquier planta que antes hubiese podido tocar y estudiar su energía vital.

El ejercicio no estaba dando efecto, el lago continuó moviéndose con lentas y pequeñas olas a mis pies. Luego vino la frustración y con ella detuve mis intentos.

–Debe de haber detenido esas saetas inconscientemente, Su Alteza –digo separándome del lago. –Continuemos con el entrenamiento, no tenemos mucho tiempo.

Tres horas más tarde, con la noche a punto de cerrarse sobre nuestras cabezas nos detuvimos. Nuestros cuerpos estaban impregnados de lodo, el mío particularmente chorreaba agua y tenía algunas heridas abiertas. No habíamos vuelto a tocar el tema de Ria, ni ningún otro fuera de lo estrictamente necesario, alguna corrección aquí y allá en la técnica y sugerencias en la postura.

En un punto comencé a manejar mejor la energía y prácticamente y podía hacer crecer la barrera sin contacto directo con el suelo, aunque era menos resistente y más baja pero según Caín era un logro controlar el elemento sin estar en contacto con él o con su fuente.

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