Capítulo 22

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Como de costumbre me quedé recogiendo el salón junto a Frank luego de que todas se fueran a dormir una vez se cerró la taberna. Apenas eran visibles los primeros rayos del sol tras las montañas cuando salí discretamente por la puerta de la cocina al patio trasero y me dirigí al pozo.

Mi madre me contaba historias sobre una mujer que vivió en un reino lejano muchos años atrás, ella era pobre y el un noble por lo que sus mundos nunca debieron cruzarse, sin embargo lo hicieron, nació el amor más puro y hermoso jamás visto. La familia de él estaba en contra de que desposara a una mujer sin nombre o dote alguna por lo que los obligaron a dejar de encontrarse, aún así ella todas las mañanas hacía crecer una flor mariposa junto a la ventana del hombre y dentro de la flor le dejaba notas de amor.

Basándome en el cuento hice crecer una flor mariposa detrás del pozo e inserté en el agujero en el centro de la flor un pequeño papel enrollado con una hora y un lugar. Si Caín, Turkin o quién fuese el enviado llegaba a ver la flor tendría que encontrar el mensaje y verme en el lugar citado a la hora exacta. No me arriesgaría a que alguien más encontrase la nota y descubriese la misión, no solo me ponía en riesgo a mí, ponía en riesgo al resto de los inquilinos de la casona y en el poco tiempo que había compartido con estas personas me había convencido de que eran tan buenas e inocentes, como cualquier otro ciudadano en Mystir.

Dos días más tarde me desperté unas horas antes que el resto, me calé la capa hasta tapar la mitad de mi rostro y todo lo que pude de mi vestimenta y salí al encuentro del emisario del Reino de Mystir. Me detuve unos segundos en el claro de árboles en el que me había encontrado por primera vez con Turkin antes de sentir el golpeteo de unas botas al chocar contra el suelo a mis espaldas.

Volteé en dirección al mensajero antes de quitarme la capa.

–Turkin –saludé en un susurro.

–Te has tomado tú tiempo –dijo caminando hacia mi, saqué una mano de debajo de la capa y le entregué un pedazo de pergamino enrollado.

Allí había escrito sobre los planes del Capitán Torres de atacar el Valle de los Nenúfares, la cantidad de hombres que planeaban enviar y poco más que había podido indagar. No era oportuno hacer el truco de las velas muy seguido.

–No ha sido fácil, no se van de la lengua aunque estén de juerga –fue toda la explicación que di al respecto. –¿Cómo estás todo en casa?

No sabía que tan seguro era mencionar el nombre del reino en estos encuentros así que me mantuve neutral. Si alguien escuchaba probablemente sería capaz de leer lo sospechoso de toda la situación mas no podía enterarse de la información.

–La situación sigue igual que antes, tú familia y la de tu amiga están bien –breve, pero era toda la información que necesitaba saber.

Asentí y me dispuse a esquivarlo para volver a la casona antes de que los demás despertarán pero al pasar por su lado tomó mi mano volviéndome para quedar frente a frente, a una distancia tan corta que casi podía sentir su aliento rozar mi frente.

–¿Qué hay de ti? –preguntó y por alguna razón no me esperaba esa pregunta.

–Estoy bien.

–Tengo algo para ti –dijo, de repente rebuscando en el bolsillo trasero de su pantalón. –Ten. Caín me lo dió antes de venir en tu encuentro, es de parte de tu hermano, creo.

Me entregó un trozo de papel que abrí apresuradamente. Dentro había un dibujo de Hardin, me había dibujado junto a ellos en nuestra antigua casa, había mejorado mucho en sus dibujos aunque mamá y yo seguíamos siendo más grandes que la propia casa. Sonreí, lo doblé con cuidado y lo guardé en la cinturilla de la falda ocultándolo.

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