Capítulo 25

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Fruncí el ceño. Jamás había escuchado hablar al respecto.

-¿El Legado? Nunca lo he escuchado nombrar.

Lo empujé del pecho para separarlo de mi, acomodándome sentada sobre el camastro y miré intrigada como hacía lo mismo frente a mi distrayéndome con la flexión de los músculos de su brazo al pasarse los dedos entre los mechones de su cabello.

-El Legado es un amuleto forjado por la complementación de la energía de cinco grandes Maestros Elementales provenientes de cada uno de los reinos, Elementales de Agua, Fuego, Tierra, Aire y Flora se unieron para crear el Legado -asentí esperando a que continuara pero en cambio me atrajo hacia si acomodándome a horcajadas sobre sus piernas y me acercó sujetándome del trasero antes de besar mi cuello.

¿Cómo es que este hombre dirigía a los soldados cuando se distraía tan fácilmente?

-¿Y entonces? ¿Qué tiene que ver este amuleto con la guerra? -pregunté alejándolo por los hombros para mirarlo a los ojos.

Suspiró.

-Se dice que aquel que porte el Legado será capaz de manejar los elementos con su propia energía. Sería una fuente ilimitada de habilidades, representa poder y fuerza -explicó. -El Rey Inferus está obsesionado con hallarlo y así poder hacerse de sus habilidades, el mayor problema es que nadie tiene idea sobre como se ve el amuleto y con un poder así su energía varía constantemente. Ordenó buscarlo en cada rincón de los Cinco Reinos, por supuesto ningún monarca permitiría que el ejército de otro reino ingrese en el suyo para revisarlo como si estuviesen en su propia casa, por lo que se llevaron a cabo negociaciones, para lograr un acuerdo y tener acceso a cada rincón accesible.

-Pero Mystir no aceptó eso ¿verdad? -inquirí.

-Así es, Mystir y Verdland estuvieron en desacuerdo, aunque Verdland cedió poco después de que el rey ordenara avanzar por la fuerza, sin embargo el monarca de Mystir continúa férreo en su decisión y ha comenzado a contraatacar. Esta intransigencia no hace nada por evitar que la guerra acabe.

Lo miré con el ceño fruncido, a mitad del relato había apretado los labios para evitar salir en defensa de Mystir y Verdland. Miré los rasgos del capitán, sus colores tan típicos de Ardiente y Riscoth. Me había distraído. Me había embelesado con este hombre y había olvidado lo que representa. Un reino que cuando no lo dejan tener lo que quieren va a tomarlo por la fuerza. Por qué tendría que ceder nuestro rey a los caprichosos de Inferus.

El Rey Inferus era conocido alrededor de los Cinco Reinos como un rey avaro y prepotente. Hay libros dedicados a las hazañas que llevaba a cabo en su época como príncipe y los primeros años de su reinado, cuando aún cabalgaba frente a las filas de su ejército y estas en su mayoría relataban como masacraba pueblos extranjeros enteros o destruía líderes para hacerse con sus propiedades. De cualquier manera, no era la clase de hombre de la que esperarías una sonrisa afable y un abrazo de bienvenida sino alguien con expresión osca y actitud cruel.

-Tal vez el rey de Mystir solamente quiere proteger a su pueblo, quizás si dejaran de buscar el Legado en Mystir podríamos evitar las masacres -exclamé.

Lo vi en sus ojos, por unos segundos sujetando mi mirada, intentando descubrir si mi arrebato podría tomarse como una traición. Si podría haberme descubierto con ideas en contra de las órdenes del gobernante. Por un momento me asusté de que mis palabras pudiesen poner en riesgo mi posición y permanecí con la espalda tensa fingiendo normalidad mientras él me estudiaba.

-Las órdenes del rey son claras y todos debemos acatarlas -murmuró en tono grave con la mandíbula apretada. -Nadie está en condiciones de llevarle la contraria o imponerse a su mandato y será mejor que reserves tus opiniones para ti misma.

El Legado Perdido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora