Capítulo 3

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Una vez concluído el discurso, el rey cedió la palabra al padre de Ria, actual Señor de la Casa Waterwall, que rápidamente anunció que todo aquel que careciera de residencia o refugio, el Templo de Aquaria abriría sus puertas para acogerlo en caso de emergencia. Tras desearnos la bendición de la diosa bajó del estrado y se reunió con su familia para marcharse.

Mamá me apretó el hombro y tomó la mano de Hardin cuando la multitud comenzó a separarse. A pesar de haberme dicho la otra noche que todo estaría bien, su semblante no hacía nada por ocultar la preocupación que se asentaba en su cabeza.

Los siguientes días no fueron mejor, cancelaron la academia temporalmente, así que pasaba el día ayudando a cuidar a Hardin en el mercado mientras mamá intentaba vender alguna prenda. Por supuesto en una situación tan precaria nadie tenía cabeza para comprar ropa así que siempre volvíamos con las manos vacías. Mamá nos sonreía al final del día pero para la tercera tarde, el plato de sopa estaba más vacío que hacía dos días y una visita en la despensa me confirmó que en un par de días más no tendríamos nada para comer.

Esa tarde mientras ordenaba mi habitación tomé la decisión, junté algunas pertenencias, nada de mucho valor, una falda y blusa, dos ligas para el cabello, mi pulsera de la amistad con Ria, de cuentas blancas y azules, también un dibujo que Hardin había hecho para mi y un pañuelo al que mamá le había bordado mi nombre.

Bajé a cenar con normalidad y esperé a que Hardin se marchara a la habitación mientras nosotras terminábamos con la vajilla y entonces toqué el tema con mamá.

Tomé una profunda inhalación.

-Voy a alistarme -dije casi inaudible y mamá me miró sin comprender nada. -Voy a alistarme en el reclutamiento, partiré en media hora.

Era el último día, saldrían en dirección a la Academia de Combate en la mañana, tenía que ser esa noche.

Se le resbaló de las manos el tazón que estaba sosteniendo y me agaché rápidamente a recogerlo sobresaltada. Mamá me agarró de los hombros y me alzó.

-¿Qué dices, Siara?¡No, no puedes! -negaba frenéticamente y me tocaba la cara y sus dedos temblaban en mis hombros. -Hija. ¿Acaso has perdido la cabeza? No te puedo dejar marchar, no puedo dejarte caminar hacia la muerte.

-A este paso la comida solo nos alcanzará dos días más y luego corremos el riesgo de morir de hambre. Podría comenzar a hacer crecer zanahorias del pequeño huerto pero ambas sabemos que eso solo es una solución temporal.

-Es más que lo necesario, en el peor de los escenarios podríamos vivir de la pequeña huerta, no es necesario que vayas a arriesgar tu vida -rebate ella temblando por los nervios y agarra mi rostro. -Hija, sabes que nunca te he forzado a que don sea nuestro sustento pero no me pidas que te deje ir. Podemos lograrlo.

Sabía que podíamos sobrevivir de mi habilidad en una situación extrema de hambruna, yo siempre podría crear vegetales y frutos hasta que mi energía quedará agotada para que Hardin, mamá y otras personas sobrevivieran. Pero no estoy segura de que tan útil sería en caso de que nos atacarán, cuánto aguantaría mi poder antes de ceder ante un ataque.

El pensamiento aún no se había difuminado en mi mente cuando se escucharon los primeros gritos, unas casas más abajo en nuestra calle. Pronto se hicieron más cercanos y mamá y yo corrimos en dirección a la puerta.

Lo primero que vi fue humo, humo y cenizas, luego sentí el calor y no pasó un segundo más antes de correr hacia el pasillo y sacar a Hardin de la cama, que se despertó agitado. Estábamos bajo ataque. El anuncio del rey hacia unos días había dado a entender que la situación del reino era precaria, pero que estaba controlada, entonces o la situación se había agravado a gran velocidad luego del anuncio real, lo que significaba que nuestras fronteras habían cedido y las tropas habían caído o que bien se había infiltrado en el reino enemigos y por eso ahora estábamos bajo ataque. Cuál de las dos era la opción no era relevante, ya que el final sería el mismo para nosotros. Si no nos movíamos rápido podíamos perder la vida.

La callejuelas solo tenía una salida y era evidente que ese lugar era de donde provenían los ataques, sin embargo el fuego en la taberna al final de la misma, podía significar que en esa dirección también había soldados de Ardiente. Con Hardin en brazos seguí a mi mamá que se había reunido con los habitantes de dos casas vecinas, tan pronto fuimos once personas en medio de un callejón sin salida ardiendo, la tos de Hardin me hizo reparar en que si no moríamos por el fuego, el humo nos la iba a cobrar.

No había tiempo para pensar, oí gritos y la esperanza se anudó en mi pecho solo para apretarse mortalmente cuando reparé en que provenían de nuestros atacantes, al final del callejón solo habían dos hombres con túnicas naranja y pantalones oscuros, eran pocos pero nuestra calle estaba habitada por razas neutras, no tenían defensa en comparación con sus brazos llameantes, con un gesto incendiaron la casa de Homer, que explotó en mil chispas por los fuegos artificiales que fabricaba todos se agacharon en reacción y yo cerré los ojos en la otra dirección, pero cuando los abrí pude fijarme en las cinco o seis figuras en la salida del callejón, todos vestidos similares a los que estaban ahora a mi espalda pero la figura que iba al frente portaba una capa oscura de un material tan brillante que parecía estar ardiendo con el reflejo de las casas que se reducía a cenizas detras de sí.

Todos agachados formábamos un bulto de inocentes vidas que estaban a escasos minutos de dar su último aliento, sin embargo la forma circular de todos los cuerpos despertó una idea en mi mente, podía fallar, pero la mirada oscura en esos hombres de tez bronceada me decía que si no lo hacía, al final de la noche todos habríamos muerto de igual manera. Dejé a Hardin junto a mamá y coloqué las palmas de mis manos en el suelo terroso de la callejuelas y con toda la concentración que podía reunir entre la ansiedad y el temor que hacía estremecer mi cuerpo comencé a erigir ramas y más ramas y raíces, tan apretadas que iban devorando la luz del exterior a medida que se iba cerrando la cúpula alrededor, alrededor de mamá, Hardin y los vecinos.

Construí una réplica de la que había hecho en la danza de las diez mil gotas pero con ramas tan gruesas como pude, con la intención de crear una barrera entre nosotros y los hombres de fuego. Mi poder se tambaleaba pero me mantuve firme mientras escuchaba los suspiros de las personas a mis espaldas.

Pronto el calor comenzó a rodearnos, podía sentir las ramas crepitando, un proyectil golpeó el área a mí lado derecho y creó un agujero, intenté hacer crecer más ramas del mismo lugar pero el fuego había dañado la planta, así que volví a hacer crecer otra barrera de la misma y cuando terminé esa, otra, y luego otra, estaba llevando mi energía al límite pero si podía crear las suficientes y volver la cúpula más impenetrable tal vez podríamos salvarnos. El sudor comenzó a bañar mi cuerpo y tenía espasmos pero continúe sostenidos la barrera, las rodillas enterradas en el suelo y los dedos bajo la tierra, largas raíces crecieron de mi uniéndose con las raíces de la cúpula. Estaba entregando toda la energía que podía conectándome con la barrera que comenzaba a ahogarnos con el calor de los ataques.

La conexión me hacía sentir el calor de los impactos furiosos y cuando sentí que me iba a desvanecer.

Nada

Los golpes se detuvieron, sabía que algunos de mis vecinos estaban desmayados. El espacio tras varias capas se había reducido mucho más y algunos habían perdido el conocimiento pero quienes estaban junto a ellos afirmaron sin aliento que seguían vivos. Algo frío impactó como un látigo en mis sentidos y rápidamente me di cuenta de que era agua contra mi barrera, aún así, aguantando la pesadez en mis extremidades seguí sosteniendo la barrera entre nosotros y el exterior por tal vez unos diez minutos más y luego hubo algo que conectó conmigo.

Una corriente de agua estaba entrando en la barrera exterior y conectando con sus raíces, alguien me estaba enviando una señal y la tomé.

Confiando en que quién sea que envío la señal fuese un soldado de Mystir, comencé a eliminar las capas de ramas que se habían entretejido una tras la otra, apenas quedaba nada de las primeras dos cuando las retiré. Personas en trajes azul marino se acercaron y comenzaron a socorrer a los vecinos en cuanto se abría algún espacio. Mamá se levantó con Hardin y cuando intenté hacer lo mismo desprendiendome de las raíces en la tierra mi visión se nubló y fallaron mis músculos. Quedé tendida en el suelo, sin poder moverme o decir nada. Escuché alguna exclamación cercada, supuse que sería mamá y luego unos brazos me levantaron.

Dos segundos antes de desmayarme escuché un grave susurro:

-Lo has hecho bien, descansa.

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