Capítulo 16

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–Sujétate, niña. Si nos caemos será un problema –dijo Gerald a medida que arreaba el corcel para ir más rápido.

Adelante los demás hacían lo mismo esquivando y protegiéndose de los constantes ataques que recibíamos. Seal alzó su mano en el momento en que un proyectil iba a impactarlo y sin mucho esfuerzo hizo que la saeta se reformará apuntando hacia el lado contrario para contraatacar.  Hice una nota mental, si me salvaba de esta más tarde intentaría hacer algo similar con mis habilidades.

Sentí la saeta antes que verla, cuarenta y cinco grados a mi derecha, sostuve el escudo de aire casi por reflejo antes de que impactara.

–Bonito truco –alabó Gerald a mis espaldas, sacándome una sonrisa orgullosa aún en la situación en la que nos encontrábamos.

Me volví para mirarlo pero un movimiento a nuestras espaldas llamó mi atención, dos jinetes cabalgaban hacia nosotros. Llevaban ropas de cuero y gamuza, uno de ellos parecía ser elemental pero el otro portaba demasiadas armas de acero por lo que probablemente sería raza neutra.

–¡Detrás de nosotros! –grité para que los demás se enterasen.

–Yo me encargo –no reconocí la voz, pero un momento después Turkin se dió la vuelta en su caballo a nuestro lado para ir en la retaguardia.

Soltó las riendas y extendió los brazos a sus lados, a medida que apretaba los puños congeló el camino que hace un momento era tierra húmeda, convirtiéndolo en un frío y resbaladizo cristal de hielo. No tuve tiempo a ver lo que hizo después, me volví y me centré en los que quedaban. Seal y Killian se habían colocado a los lados de Caín y lo protegían con sendos escudos que permitían salir los ataques que Caín devolvía, como dos arcos gemelos.

Sentí otra saeta y la esquive justo después de seguir el rastro de su energía, pocos metros adelante un elemental se ocultaba entre las ramas de un árbol. Concentré mi energía en la distancia y apreté las ramas del árbol alrededor del cuerpo del hombre hasta escuchar un alarido de dolor.

–¡No lo mates! De igual manera no podrá escapar antes de que nos vayamos –exclamó Caín. –La mayoría está en los árboles, tal vez puedas hacer algo con eso.

Estaban en los árboles, pero en cuáles era la pregunta, no podía convertir en jaula árboles al azar. Quizás si al menos lograse revelar su ubicación sería de ayuda. Turkin había comenzado a congelar varios de los que nos rodeaban, desde la raíz hasta las ramas más alta, atrapando en el hielo a los mercenarios.

Alterné la técnica de la jaula con unos, a otros los noquee con el porrazo de una rama cercana y unos tres cayeron sacudidos de los árboles, de los que luego se encargaron Killian o Seal.

Los gritos de dolor provenían tanto de ellos, como de nosotros. Eran torpes y desordenados pero nos superaban en número. A Killian lo alcanzó una saeta en la pierna que asustó al animal sobre el que iba y casi lo hace caer por lo que perdió el control sobre el escudo y un proyectil casi toma por sorpresa a Caín que rápidamente lo detuvo. Turkin cabalgaba con una mano, la otra tenía una herida a la altura del bíceps que debía de ser algo profunda por la mueca de dolor que hacía en ocaciones cuando requería usar el brazo.

Dejamos atrás unos pocos que logré retrasar con una ancha barrera de troncos, sin embargo no tuve tiempo de proteger a Gerald antes de que fuese golpeado en la espalda. Se arqueó completamente en un grito de dolor descarnado.

–¡Gerald! –exclamé asustada pero parecía que podía sostenerse. –¿Estás bien?

–Viviré, por suerte no son los más habilidosos, ni los más fuertes. Si llegan a ser del Ejército de Fuego probablemente no estaríamos teniendo esta conversación –dijo apretando los dientes con una mueca de dolor.

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