Capítulo 26

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Me detuve frustrada frente al armario observando las faldas y vestidos que había acumulado en los últimos meses.

Cuando desperté en la tarde la flor había sido reemplazada por un charco de agua, siguiendo mis indicaciones nos reuniríamos a la mañana siguiente. Luego del encuentro tenía planificado ir a entrenar en el acantilado pero mi armario estaba lleno de faldas y maldije internamente por no haber comprado un pantalón en nuestra visita a la aldea.

–Estás comenzando a ponerme nerviosa –comentó Alisha desde la cama chupándose los dedos embarrados de dulce de miel. –¿Qué tanto buscas?

Miré por última vez la ropa antes de voltear en su dirección.

–¿De casualidad tendrás unos pantalones que pueda tomar prestados? –pregunté y ella enarcó una ceja antes de pasar la lengua por sus dientes.

–¿Tengo cara de usar pantalones? –dijo y se encogió de hombros antes de dar otro mordisco al dulce –Pregúntale a Marissa, quizás tenga algo que te pueda servir. ¿Para qué los quieres de todas formas?

–Son cómodos, en casa solía usarlos todo el tiempo –respondí de camino a la puerta.

Una vez en el pasillo volví a sentir el ligero rastro de energía que había comenzado a sentir en la casona un par de días atrás. Caminé hasta el fondo y la presencia se intensificó al llegar a la puerta de la pelirroja, sin embargo no era capaz de discernir si provenía de su habitación o de la habitación del fondo que ocupaba la Señora Marjorie.

La leve caricia de la energía del aire rozó mi piel una vez más.

¿Estaría con algún cliente? ¿Recibíamos a algún elemental de aire en la taberna?

Acerqué mi oreja a la puerta pero no escuché ruidos de ningún tipo en el interior, si estaba con alguien estaban siendo muy silenciosos.

Dudando en molestar finalmente acerqué mis nudillos a la puerta y toqué tres veces antes de dar un paso hacia atrás.

Marissa abrió la puerta segundos más tarde vestida con un albornoz rosa y los rizos de su cabeza tan alborotados y voluminosos que solamente la podrían hacerle lucir más bella a ella.

–¿Estás con alguien?¿Interrumpo? –pregunté dándole un vistazo a la habitación a sus espaldas por encima de su hombro.

Mis vellos de la nuca se erizaron, como neblina la energía espezaba el espacio entre las dos.

–No, no estoy acompañada. Nunca subo clientes a mis aposentos privados –respondió extrañada aunque divertida y luego se hizo a un lado dejándome libre el espacio de la puerta. –Pasa, estaba leyendo un libro para pasar el tiempo.

Entré en el dormitorio de la pelirroja y ella cerró la puerta tras de mi, sin embargo por primera vez me fijé en las ondulantes cortinas moradas, el flujo de aire no se había cortado ni un poco aunque la puerta estuviese cerrada. Con inexperiencia tanteé si podía leer la energía del viento como lo hacía con las plantas, toda esta sensación era nueva y estaba segura de no haber sentido nada las otras veces que había estado en esta habitación.

La brisa acarició mis mejillas, instintivamente entrelacé mi energía con el viento y sorprendida comprobé que el aire estaba siendo manipulado con energía elemental. No tenía sentido, según sabía todos los inquilinos eran raza neutra, sin embargo esto indicaba que no era así.

De pié a unos pasos de la ventana seguí discretamente el rastro de energía que flotaba en la habitación, no tenía idea que había pasado con Turkin hacía unos días pero no podía absorber por error la energía y descubrirme a mi misma. El Elemento Aire era ligero, casi imperceptible en estado pasivo y se enroscaba en si mismo pero el rastro guiaba indudablemente hasta la fuente a mis espaldas.

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