15.

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Esta vez sí que me sentía perdida, el café que tanto me apetecía hace una hora, había dejado de ser mi mayor prioridad, mis pensamientos no me dejaban tranquila, sentía la cabeza pesada, por lo que finalmente decidí ir al parque cerca de mi casa, al final de cuentas siempre me ayudaba a aclarar mis pensamientos.

Como era de costumbre me senté en el mismo banco que me sentaba cada vez que tenía un problema, el parque estaba vacío, bien a excepción de mí y una chica con su perro, aunque estos dos últimos no los conseguía ver con claridad, se encontraban un poco lejos, eso o estoy demasiado ciega.

Todavía no sé bien como procesar todo lo que Anne me había dicho, ¿será que me dijo la verdad? Es decir, no parecía estar mintiendo, aunque Anne nunca tenía la amabilidad de decir la verdad, ¿por qué esta vez sí lo haría?

—mierda que lío. —susurré.

—¡¡VAGABUNDO!!—ese grito proveniente de la chica que hace un rato estaba a lo lejos, me sacó completamente de mis pensamientos, tenía un acento algo diferente. —¡HEY! ¡LO DIGO EN SERIO VAGABUNDO ME VOY A ENOJAR!

Era una imagen realmente graciosa, no veía bien la cara de la chica por las escasas luces del parque, pero lo que si pude detallar fue a su perro, era un pequeño schnauzer, sal y pimienta corriendo de un lado a otro escapando de su dueña o bueno el tal vez solo quería jugar.

Estuvieron así unos cuantos minutos, corriendo de un lado para otro, cuando por fin el tal vagabundo se cansó, corrió hasta donde yo estaba sentándose justo al lado de mis pies.

—oh, hola pequeño. —dije acariciando su pelaje suave, a lo que él respondió moviendo su diminuta cola.

—uf, que bueno que se ha cansado, no sé de dónde le salen tantas energías. —habló la dueña del schnauzer. —gracias por mantenerlo aquí.

La chica se veía completamente agotada, pero aun así llevaba una enorme sonrisa en el rostro, por alguna razón se me hacía algo conocida, pero no sabía de donde, era una chica unos centímetros más baja que yo, con el cabello lleno de mechas rubias, sus ojos eran demasiado oscuros, tanto que no pude distinguir entre si eran cafés o negros, tenía el rostro lleno de pecas casi imperceptibles e irradiaba alegría.

—no hay de que, el vino hasta mí. —le dije dedicándole una sonrisa. —Entonces... vagabundo. —dije en un tono dudoso.

—sí. —asintió exageradamente, vaya que estos dos compartían la misma energía. —Como el de la dama y el vagabundo.

—oh no sabía que ese vagabundo era un schnauzer.

—pues la verdad, no lo era, pero mi vagabundo era lo más parecido al de la peli. —finalizó encogiéndose de hombros.

—ya veo. —me quedé unos minutos en silencio ya que no sabía realmente lo que debía decir. —¿Eres de por aquí? Es que este es un pueblo algo pequeño y nunca te había visto.

—No. —dijo riendo un poco. —Solo estoy de visita, un amigo mío vive cerca y decidí dar una vuelta con vagabundo, pero como puedes ver he dado una maratón. —lo último lo dijo junto a una fuerte carcajada. — ¿Tú te encuentras bien? — la mire confundida y ella siguió. —Es decir, no lo sé, estás sola, en un parque, en invierno, por la noche, creo que sabes a donde quiero llegar. —dijo rascándose la nuca.

—bueno, tú también estás en el mismo escenario que yo. —dije con una sonrisa burlona.

—pues sí, pero yo solo estoy aquí por vagabundo, si no estuviera robando todo el chocolate que hay en la casa de mi amigo. —no pude evitar soltar una pequeña risa.

—bien—suspiré. —estoy, o bueno estaba aclarando mis pensamientos, es decir, estaba intentando distraerme y no estaba teniendo nada de éxito hasta que ustedes dos comenzaron a correr como locos. —dije señalando a la desconocida y a su perro.

Te EncontréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora